La actividad física frecuente y la estimulación ambiental retrasan el deterioro cognitivo que acarrea el envejecimiento, según un estudio realizado por investigadores del departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo. El trabajo del equipo investigador, llevado a cabo en el laboratorio de Neurociencias, dirigido por el doctor Jorge Luis Arias, confirma que el ejercicio y una adecuada estimulación sensorial, motora y social permiten al cerebro funcionar de una forma más eficiente, con menor consumo energético durante la realización de pruebas de memoria.

Los investigadores han observado las reacciones cerebrales en ratas Wistar de edad avanzada para tratar de descifrar los mecanismos neurobiológicos que contribuirán en el futuro al diseño de fármacos e intervenciones más efectivas contra enfermedades como el alzheimer o el párkinson. "Al determinar qué cambios experimenta el cerebro tras ser sometido a estímulos ambientales o actividad física podemos intentar diseñar fármacos o programas para personas mayores que imiten los mismos efectos y dianas cerebrales", explica Patricia Sampedro, una de las investigadoras, que prepara su tesis doctoral sobre los efectos preventivos de la actividad física y mental.

Los trabajos muestran también cambios positivos en las células de apoyo a las neuronas, los llamados astrocitos, en ratas que han sido sometidas a este tipo de intervenciones. Además, los animales reaccionan con menos ansiedad y se habitúan con mayor rapidez a ambientes nuevos.

Los investigadores han experimentado con varios grupos de roedores, alojados en distintos tipos de viviendas en el laboratorio. Parte de ellos ha permanecido en jaulas grandes dotadas de numerosos estímulos visuales y sensoriales, modificadas cada semana para valorar las reacciones al cambio y la exploración de la novedad. Los animales también han realizado ejercicio aeróbico durante veinte minutos al día con períodos de descanso para evitar niveles elevados de estrés.

Tras dos meses siguiendo el programa de estimulación, se efectuaron pruebas de memoria a ratas estimuladas y a aquellas que permanecieron en la jaula estándar del laboratorio. Las primeras son capaces de adquirir más rápidamente y con menos errores una prueba de memoria, a la vez que su cerebro demanda menos energía durante la tarea.

Otro hallazgo hace referencia a los astrocitos de las ratas estimuladas que presentan ramificaciones más largas y complejas. Eso les permite compensar los déficits que experimentan las conexiones neuronales a causa de la edad. La adaptación de estos animales a nuevos ambientes es también más rápida.

Novedades

Aplicación práctica

La observación en ratas permitirá desarrollar fármacos que imiten los efectos de este tipo de intervenciones, así como elaborar programas de estimulación para personas mayores que permitan reducir la prevalencia de demencias como el alzheimer o el párkinson.

El equipo investigador dirigido por Jorge Luis Arias lo forman Azucena Begega, Patricia Sampedro, Clara Zancada, Marcelino Cuesta, Laudino López, Piedad Burgos y Begoña Díaz (ambas técnicos de laboratorio).