LA NUEVA ESPAÑA publicó el 25 de febrero uno de los textos más hermosos e inteligentes de los últimos tiempos; su autor, Juan Carlos Mayo Mayo; su título, "Alzhéimer".

El artículo es una joya literaria casi perfecta: sencillez, brevedad, claridad con un punto de profundidad para que el lector sea cómplice callado del autor, originalidad, y una emoción que proviene del profundo amor y entendimiento entre un marido y su esposa con alzhéimer, que ve acercarse el tiempo de la desmemoria. Sus palabras susurradas al oído rebosan sensibilidad y ternura: "Quiero que me abraces con fuerza, que nunca olvide, ni en el peor momento, esta sensación... prométeme que me amarás y que seguirás estando en mi tiempo sin recuerdos...". Él responde: "Recuerda, aun sin recuerdos, los abrazos y miradas en un tiempo que, sin serlo, llenaré de amor".

Este inteligentísimo y emocionante artículo tiene un punto de coincidencia con la reciente cinta "Siempre Alice" (ver LA NUEVA ESPAÑA, 3 de febrero, "Un alzhéimer amable"), porque ambos instan a un tratamiento preventivo emocional de la etapa final del alzhéimer, con su prevista pérdida de los recuerdos de las personas queridas, de sus voces, de sus rostros...

Pero ¿son lo mismo las funciones cognitivas de aquellas zonas afectadas por los depósitos de amiloide que las vías y receptores sensoriales periféricos y centrales del sistema nervioso del ser humano? El mencionado artículo apuesta a que no, pues da a entender que las sensaciones placenteras de un desmemoriado, provocadas por un abrazo, un beso, una mirada del ser que ama y que fue amado, no sólo sean un eficaz lenitivo sensorial de un presente sin memoria, sino también, ¿quién sabe?, que provoquen gratas visiones fugitivas del pasado.

La lectura del citado artículo, además de su valor literario y emocional, puede ser esperanzadora y útil para familias en tal circunstancia, más allá de lo que entiendan las neurociencias de hoy.