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La guía secreta de Asturias

El pueblo al otro lado del puente

Riodeporcos, localidad del concejo de Ibias a la que sólo se accede por una pasarela colgante sobre el río Navia, tiene dos casas habitadas de forma permanente

1 Parte de la cola del embalse sobre el Navia, con poca agua. 2 Tramo empedrado y emparrado. 3 Capilla de San Roque. 4 Casa de Elma Andrés García. ANA PAZ PAREDES

Riodeporcos, en el concejo de Ibias, se asoma cada día a Galicia, concretamente a la provincia de Lugo, desde el otro lado de la carretera por la que se accede hasta este pueblo singular y único; tan hermoso y especial que cuando se entra en él sólo apetece quedarse un rato en silencio escuchando el paisaje. Si acaso descubriendo los juegos de luz entre los emparrados que cubren su cielo y protegen al viajero de un sol, en verano, abrasador, tal y como recuerda una de sus vecinas, Elma Andrés García: "En julio y agosto llegamos a tener hasta 42 grados. El mejor ejemplo es el alcornocal que tenemos aquí y que forma parte de la historia del pueblo". Hace 18 años que vive en Riodeporcos junto a su familia regentando una casa rural que es como una brisa fresca -dentro del turismo en la naturaleza- en un bellísimo concejo como es Ibias, aún tan desconocido para buen número de asturianos.

Una de las peculiaridades de este lugar es que Riodeporcos no tiene acceso por carretera y que, para llegar a él, si se va en coche, hay que pasar unos kilómetros a la provincia de Lugo desde Marentes, para cruzar el puente de Boadil sobre el río Navia. La carretera lleva hasta un paso colgante por el que no pueden circular coches, por lo que hay que dejarlo allí y cruzar la pasarela caminando para acceder al pueblo. Desde allí hasta las primeras casas habrá unos 500 metros de suelo empedrado, parras, casas con tejados de pizarra y pequeñas caleyas que, en su conjunto, no son sino un pequeño paraíso donde el paisaje juega con la imaginación y seduce con entornos como la cola del embalse de Grandas de Salime, responsable del aislamiento de este hermoso lugar desde su construcción, en 1956. Allí hay una pequeña capilla dedicada al patrón, San Roque, cuya fiesta se celebra el 15 de agosto.

Relevante es también su frondoso alcornocal, que ocupa el norte de esta aldea. Los vecinos aprovechaban sus frutos para la alimentación de los cerdos, aunque el mayor beneficio lo obtenían con la extracción del corcho, apreciado en la zona al destinarlo a la fabricación de los trobos, como se conoce a los colmenares tradicionales. La miel de Ibias es de sobrada fama tanto dentro como fuera de Asturias, sin olvidar la producción de cera que antaño se vendía a "los cereiros de Los Ancares".

Riodeporcos es una aldea única e irrepetible que se asoma al mundo en la frontera de Asturias con Galicia. Un largo puente colgante la preserva del mundanal ruido y la convierte en una pequeña joya etnográfica. Fácil enamorarse de ella. Imposible olvidarla.

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