Grado está de luto. La pérdida de Francisco Crego Marcos, conocido popularmente como Don Francisco, ha calado hondo en la sociedad moscona. Crego comenzó a ejercer en la villa en 1960, una labor profesional impecable que acompañó con una profunda calidad humana. Sus logros y carácter le convirtieron en Hijo Adoptivo de Grado en 2009 y también recibió el galardón "Moscón de Oro" en 2003. Crego era querido y respetado por todos los vecinos, que no salen de su asombro ante lo ocurrido. "Crego no merecía esto, no se merecía morir así con todo lo que hizo siempre por todo el mundo, es increíble", afirmaba ayer consternado Gumersindo Gómez, vecino de La Barraca. "No lo merecía", la frase más repetida ayer.

Y es que Don Francisco fue el médico de los moscones y no se quitó la bata hasta el último día de su vida, pues siempre atendió en su consulta particular sin librar. A cualquier hora. Y si alguien no tenía dinero para pagar se iba igual con la receta.

Puros, café, charla y un paseo, el ocio del doctor de los moscones

Siempre tuvo claro que quería ser médico. Estudió en la Universidad de Salamanca, de donde era natural. El doctor llegó a Grado en 1960 y comenzó recorriendo todos los pueblos del concejo a caballo. En sus manos nacieron decenas de generaciones de vecinos, que hoy lloran su pérdida. Más tarde, ya con coche, siguió atendiendo todos los pueblos y después, en el ambulatorio moscón y en su consulta particular. Siempre con un puro en la boca, porque si algo le gustaba a Don Francisco era fumar buenos habanos, aunque recomendaba a sus pacientes dejar los cigarrillos con mucha insistencia.

"Era un profesional admirable, con una dedicación extraordinaria que nunca abandonó el estudio de la medicina y que siempre mantuvo la vocación de ayuda a los demás", señaló David Muñoz, compañero médico. Tal era la profesionalidad de Crego, que muchos moscones continuaron acudiendo a su consulta tras su jubilación en busca de un diagnóstico preciso y una medicación adecuada. Todos se fiaban de Crego, su médico.

El doctor encajó perfectamente en la sociedad moscona desde su llegada. Durante muchos años, realizaba una tertulia matutina en su casa, antes de ir a trabajar, en la que leía el periódico para los asistentes. Socializó como uno más en la villa, acompañado siempre de su esposa Ana Mari. Era habitual verles pasear juntos y lo que emanaban era amor. Un amor profundo que dio dos hijas al matrimonio, dedicadas a la sanidad como su padre y especializadas en odontología.

Crego perdió a su esposa en el año 2009, quince días antes de recibir el título de Hijo Adoptivo del concejo. Una pérdida que le sumió en una profunda tristeza. Pero el facultativo se agarró con fuerza a su profesión para seguir en pie. Y continuó atendiendo a sus pacientes con mimo y aquel carácter recio suyo, tan castellano.

Era habitual verle en el café Exprés disfrutando de un café y un puro por las mañanas. En los meses de verano, siempre a las tres de la tarde, se reunía con su querido amigo Braulio Fernández, empresario moscón que emigró a la República Dominicana y con quien trabó una profunda amistad.

El funeral por Crego será hoy a las cinco de la tarde en la iglesia de Grado, donde estarán sus pacientes y amigos para decirle adiós.