Ramón Rodríguez Somoano, jubilado de la enseñanza, llegó al Banco de Alimentos de la mano de Bernardo Sopeña, vicepresidente de la entidad. Su condición de vecindad y el hecho de compartir la profesión docente les mantenía al tanto de las actividades de uno y otro. Cuando hace año y medio Ramón inició su retiro laboral no se lo pensó dos veces y decidió sumarse como voluntario al Banco de Alimentos. "Como la causa es común la gente se apiña. Muchos no nos conocíamos antes, pero se ha formado un núcleo de voluntarios muy bueno", reflexiona Ramón mientras reconoce entre risas que con los amigos "hablo más del Banco de Alimentos que de fútbol". Mientras él narra sus inicios en la organización, Begoña Suárez y Nieves Carmona van acercando al punto de recogida carros de la compra cargados de alimentos no perecederos. Es la "Gran recogida". Para algunos voluntarios la jornada comenzó antes de las nueve de la mañana, cuando todavía ni siquiera había abierto sus puertas el centro comercial Salesas, donde continuarán durante el día de hoy. El primer turno de la jornada se completa con las voluntarias Conchita Fernández y Marisa González, dos habituales en la "Gran recogida" que desde hace cinco años el Banco de Alimentos organiza por estas fechas en toda España. Conchita y Marisa van de un lado a otro en busca de víveres que llegan de manos anónimas y solidarias desde la línea de cajas del centro comercial.

A Begoña Suárez se le ilumina el rostro cuando recoge sendas bolsas cargadas de alimentos infantiles y aceite. Colaborar con el Banco de Alimentos le está ayudando a salir de una depresión. "Me motiva porque esto es hacer un bien a los demás", explica. "Y la gente nos da las gracias, te emociona", prosigue la mujer mientras llegan nuevas bolsas a los cajones de cerca de 300 kilos que la organización ha instalado en la céntrica superficie comercial de la capital. A lo largo de toda la región existen 420 puntos de recogida, que se corresponden con medianas y grandes superficies tan implicadas en la causa del Banco de Alimentos como Ramón, Begoña, Nieves, Marisa o Conchita, los voluntarios con los que LA NUEVA ESPAÑA compartió el arranque de esta "Gran recogida", la campaña con la que se pretende sensibilizar a la población asturiana de la realidad del hambre en nuestra comunidad y de la importancia de la participación ciudadana en la atención de este problema. "Son donaciones de los asturianos que se reparten en Asturias", matiza Ramón.

El reto de este año es alcanzar o, si es posible, superar los 300.000 kilos de alimento que se rozaron en la campaña anterior. Sólo para este fin de semana cuentan con 400 escolares dispuestos a apoyarles de entre los 1.600 voluntarios inscritos. Bernardo Sopeña se plantea como reto, para los próximos años, que todos los voluntarios de esta "operación kilo" sean escolares. "Con la modificación de la ley del voluntariado, a los 16 años ya se puede venir a colaborar" sin el acompañamiento o supervisión de un adulto, indica. "Queremos continuar captando voluntariado joven. El año pasado llegamos a 57 centros escolares, a los chavales les gusta venir a conocernos y colaborar en la clasificación de los alimentos", apunta el vicepresidente. "La idea es crear cantera e ir sembrando la semilla del voluntariado", prosigue.

Del otro lado, el Banco cuenta con voluntarios de hasta 85 años. Los del día a día suman 70 personas que acuden al menos tres veces por semana y se distribuyen entre la sede central, en el polígono del Espíritu Santo, la de Gijón y la de Mercasturias, donde lograron recuperar 140.000 kilos de fruta y verdura en 2015. Con todo lo recogido a lo largo del año -unos tres millones de kilos- alcanzan para cubrir las necesidades de unas 26.000 familias asturianas que, a su vez, son atendidas por alguna de las 190 entidades del tercer sector con las que colabora el Banco de Alimentos en la región.

"Esto es algo que engancha, llevo varios años colaborando", dice Nieves Carmona mientras simultanea la entrega de bolsas de la campaña a la entrada del centro comercial con la recogida de más carros en la línea de cajas. "La tarde siempre es formidable", comenta tras llenar el primer cajón de 300 kilos al filo de las dos de la tarde. Con el relevo, justo para la hora de comer, tras más de cinco horas en el centro comercial, a Marisa González no le quedan más que palabras de agradecimiento para la organización. Si bien la "Gran recogida" es una de las campañas "más duras" del año para ella, por el volumen de mercancía que se mueve en apenas cuarenta y ocho horas, le resulta igual de gratificante que el resto de actividades en las que participa a lo largo de todo el ejercicio. "A la gente no hay que explicarle nada; ya vienen con las bolsas o nosotras mismas les acercamos el carro. Y son ellos los que te dan las gracias. Los agradecidos somos nosotros", concluye Begoña Suárez al cierre del primer turno de la "Gran recogida".