"Les pido de corazón que me dejen ver a mi hija, quiero tener la oportunidad de seguir siendo el padre ejemplar que siempre fui. Quiero seguir siendo el superhéroe de mi hija, porque eso era para ella, y ahora llevo dos años que no la veo. Tengo la necesidad de ver cuánto ha crecido y cómo está", ha asegurado esta mañana Juan Ramón S. V., el argentino acusado de intentar matar a puñaladas a su exmujer y una amiga en un piso de la calle Llano ponte de Oviedo, en mayo del año pasado. El acusado, que se enfrenta a penas de entre 27 y 32 años de prisión, e indemnizaciones de hasta 90.000 euros, ha aprovechado la última palabra que se concede a los acusados para pedir disculpas: "De todo corazón, como persona, siento mucho el daño que les hice y quiero tener la oportunidad de reparar todo el daño causado". Un daño que provocó ante los ojos de la menor que ahora quiere que le visite en prisión, una pretensión que Susana Fernández, abogada de la exmujer del acusado considera como "una aberración". De hecho, pide que se le retire la patria potestad, al haber quedado acreditado que llegó a amenazar a la pequeña poniéndole un punzón al cuello.

El juicio contra Juan ramón S. V. ha concluido en la sección tercera con los informes de las partes. Tanto la fiscal, como la acusación que ejerce la exmujer, como la de la otra víctima de las puñaladas (cuyos intereses defiende el letrado José Manuel Fernández González), han insistido en que el ataque fue planeado, motivado por la venganza y la negativa de la expareja del hombre de reanudar la relación. Los tres han insistido en que hubo también alevosía, puesto que las puñaladas fueron sorpresivas y las víctimas no tuvieron oportunidad de defenderse. José Manuel Fernández González apuntó además otro tipo de alevosía: las víctimas quedaron acorraladas en un espacio pequeño sin posibilidad de escapar o defenderse, y además eran físicamente más débiles que el atacante, que estaba armado con un destornillador y un cuchillo de cocina. Para Fernández González concurre además ensañamiento, puesto que la exmujer recibió once heridas y su amiga hasta dieciséis, parte de ellas en zonas vitales. Y para incrementar el sufrimiento de las víctimas, el ataque se hizo delante de una niña de ocho años, con rasgos autistas, que no dejó de llorar, mientras las mujeres imploraban al agresor que no la tocase.

La defensa, a cargo de Iván López Cascallana, aseguró que la víctima no era consciente de lo que hacía por la medicación que tomaba para la depresión, que no preparó el ataque en absoluto y que las acometidas fueron de frente, dando tiempo a las víctimas a defenderse. Por ello pidió la libre absolución.