Víctor García Oviedo, arquitecto urbanista, anticipó un discurso muy político, consciente tal vez de que sólo la política, o sobre todo ella, puede frustrar la "oportunidad histórica" que identificó al final de su intervención, la del un área metropolitana ordenada y productiva, la "ciudad-región", el "proyecto Asturias", una figura de aprovechamiento conjunto del continuo urbano que "nadie en España tiene". En la quinta de las once charlas del ciclo de reflexiones sobre la articulación del centro urbano asturiano, disertando a propuesta conjunta del Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea) y del Colegio de Arquitectos, García Oviedo emplazó al Gobierno regional a acometer la doble tarea de "liderar y consensuar" ese proceso de larguísimo recorrido que en su más reciente formulación lleva unos meses caminando contra las sombras de las dudas de algunos de los principales municipios concernidos.

Unió la suya a las voces cada vez más numerosas que recelan de la gobernanza propia del área, de la inserción de un "cuarto poder" intermedio entre la administración local y la autonómica, y lo hizo argumentando con la certeza de quién ostenta ya las competencias. Aseguró, un paso más allá, que aquí debe "liderar el Presidente", o que la Junta es el espacio donde "conciliar los intereses dispares" sin que "eso pueda impedir que el Gobierno asuma su competencia". García Oviedo se situó a sí mismo ante las suspicacias a aceptar eso de buen grado que han expresado algunos municipios, o más bien "los cuerpos dirigentes de esos municipios", y antes de mencionar expresamente a Gijón y también a Oviedo invitó a "mirar a la luna en lugar de al dedo", o a preguntarse "¿qué es lo interesante para esta región?" y a contestarse por ejemplo que Gijón tiene la zona logística y el superpuerto, pero que no las puede gestionar en solitario. "Muchos concejos", avanzó, "no se dan cuenta de que algunos de sus problemas sólo los pueden resolver en el área metropolitana", y citó aquí por ejemplo la calidad ambiental de Gijón, y un proyecto de reubicación en la Zalia de determinadas instalaciones industriales de la ciudad, imposible sin el acuerdo del Principado.

Al llegar al otro asunto espinoso del proceso, el arquitecto, participante activo en el proceso que ha conducido a la revisión de las directrices del área central, abraza una concepción "flexible" de la composición del área. Flexible, variable, vinculada a los proyectos que se quieran acometer. Se dijo dispuesto a conceder que la unidad mínima no tenga por qué ser el concejo -su colega Manuel Carrero abogó en este mismo ciclo por utilizar la parroquia- y dijo más, que "sólo tenemos un límite cierto y es el de Asturias", antes de denostar la "visión clientelar de los municipios que piensan que igual si no están dentro no les va a toca nada". No es el debate correcto, opone. El asunto no es quiénes o cuántos, sino para qué. La cuestión clave ni siquiera está en el sistema de gobernanza, la discusión es estar dentro para qué, o gobernarse juntos para qué.

Entró por esa puerta el urbanista hacia una selección de diez proyectos esenciales, guiados por la concepción del área metropolitana como un activo económico a la espera de exprimidor. Diez planes que servirían como un buen repaso de asignaturas pendientes. Diez planes, anunció, que explican por qué "la estantería está puesta, sólo hay que llenarla con libros", y que sistematizan los tres grandes propósitos de la ordenación del centro: la regeneración ambiental, la cohesión social y el equilibrio territorial. Caben en el primer bloque todas las capacidades de la potencia agroalimentaria -"tenemos que empezar a pensar en polígonos agroalimentarios"-, o la idea de García Oviedo de empezar por derribar el viejo HUCA, que "patrimonialmente no vale una castaña", para hacer "un gran parque" en El Cristo antes de pensar si caben otros usos. O de aprovechar, aquí sí, la vieja fábrica de armas de La Vega, o de convertir en oportunidad el plan de vías de Gijón. En su proyecto se llama "cohesión social", sobre todo, a sacar partido de "las dos grandes empresas que tiene Asturias", el HUCA y la Universidad, el sistema sanitario y el educativo, además de a los espacios productivos, el eje portuario y a "la nueva centralidad" sin desarrollar del eje Siero-Llanera. La vertiente del "equilibrio territorial" tiene planes para la comarca de Avilés y para la ciudad lineal del Nalón y un "parque industrial minero" en Turón y siempre y sobre todo un propósito angular de "plan de movilidad y transporte".

Todo eso es lo que está pendiente del liderazgo y del consenso, tal vez también de superar "el miedo a gobernar" que el urbanista pronunció en algún momento de su charla.