"Si la Luna es bonita, más bonito es el Sol, pero una mirada tuya no tiene comparación". Este cumplido, inspirado en su difunto marido, le sirvió a Argentina Riesgo para imponerse, a sus 74 años, en la primera edición del concurso de piropos de Salas, que se celebró hace un año, coincidiendo con la fiesta de San Valentín. Un certamen que ahora, con su segunda edición ya convocada, se sitúa en el centro de la polémica después de que la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas de Asturias haya criticado lo que consideran una actividad "machista" y que incumple "el principio de igualdad".

El éxito de la primera edición del concurso de Salas, en origen limitado a los vecinos del concejo, ha llevado al Ayuntamiento a reeditar el certamen, abriéndolo a todos los asturianos, y ha motivado además que le salga "competidores": en paralelo, la Asociación de Comerciantes Autónomos y Servicios de la Villa de Infiesto (Coservi) programó su propio concurso, centrándolo en las redes sociales, dentro de la campaña de actividades vinculadas a San Valentín. Pero las críticas del colectivo de mujeres ha llevado a los organizadores a cancelar el concurso piloñés, por temor a que la polémica pudiera afectar a la imagen de sus asociados y a las otras actividades que organizan.

"Nuestra intención era buscar la participación de la gente en los negocios locales, pero en ningún momento pretendíamos vernos envueltos en ninguna polémica. Queremos respetar la opinión de todo el mundo, vivimos en una democracia. Somos una asociación empresarial que buscamos el interés de nuestros asociados y respetamos todo tipo de opiniones. Por eso, hemos decidido suspender el concurso que estaba previsto hacer en redes sociales", precisa Nacho Montes, portavoz de Coservi.

"El Ayuntamiento de Piloña ya nos había dicho que estaba disconforme con el concurso y que no se iba a permitir publicidad en los sitios públicos. No todo vale", asegura Jessica Castaño, presidenta de la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas de Asturias. Una actitud, la de los dirigentes piloñeses, que Castaño agradece, al tiempo que critica no haber recibido la misma respuesta por parte de los representantes salenses: "Nadie ha dicho nada, y creo que es un error, sobre todo cuando este concurso va en contra del pacto social que acaba de proponer el Principado".

A ojos de Ana Pérez, concejala de Educación, Cultura y Servicios Sociales del Ayuntamiento de Salas, el concurso no tiene esa naturaleza "machista" que le atribuye el colectivo de mujeres: "No estamos de acuerdo con esa valoración, no pensamos que sea algo machista. En el concurso participan hombres y mujeres, y de hecho la ganadora de la primera edición fue una mujer".

A la edil salense, la controversia la coge "por sorpresa", toda vez que asegura que, en la primera edición del concurso, no hubo ningún tipo de polémica o problema: "Fue una iniciativa que, en origen, buscaba promocionar la red de telecentros. La recepción por parte de los vecinos fue muy buena, con una participación elevada que este año, al abrirlo a otros concejos, está aumentando". La edil defiende además que el acto del piropo, en sí mismo, no se puede considerar machista, ya que "las mujeres pueden expresarse libremente, igual que los hombres, y en esa libertad se incluye también decir un piropo si nos apetece", y que en todo caso el Consistorio ha tomado la precaución de vetar, en la bases del certamen, los piropos malsonantes y peyorativos.

Estas precauciones no son suficientes, a ojos de la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas de Asturias, ya que sus miembros entienden que el propio concepto del piropo está vinculado a una tradición de naturaleza machista: "La de evaluar públicamente a las mujeres sin consideración a si a ellas puede o no apetecerles oír esa evaluación".

"No se trata de que las mujeres puedan participar, se trata de que los piropos se usan para consolidar la masculinidad de quien los dice y mantener la tradición de que las mujeres están ahí para alegrarle la vida a los hombres, así, como grupo al que le ha tocado el 'premio' ", sostiene el colectivo en un comunicado. Su presidenta, Jessica Castaño, profundiza en esta idea, y alerta de los peligros que, a su juicio, están vinculados a esta práctica: "Es un error fomentar el amor romántico, que es algo que no existe y que nos lleva a los casos de violencia adolescente".

La controversia no es exclusiva de Asturias. Días atrás, el Círculo Feminista de Podemos de Madrid exigió la retirada de una campaña de publicidad impulsada por una compañía de telefonía móvil que, tras ver reconocida la calidad de su red, lo celebró con el eslogan: "Gracias por el piropo". Una frase que el Círculo Feminista asoció con el "acoso callejero" al ver los carteles instalados en los mupis de la capital.

Esta vertiente, la del piropo lanzado a desconocidas por las calles, es la que realmente genera malestar entre los colectivos feministas. Pero, según precisa la sexóloga Soraya Calvo, el piropo no se limita a esa práctica: "Hay una diferencia clara, que es si el piropo es consentido o no, y si se produce en una situación de igualdad, con la jerarquía equilibrada y posibilidad de réplica. En la calle, esa igualdad jerárquica se rompe: yo te puedo decir algo porque tu cuerpo está ahí para que yo diga algo. No es tanto halagar a la otra persona como halagarse uno mismo. Y si hay réplica, suele acabar en insulto".

Más allá de ese escenario típico, Calvo no ve una componente negativa en el piropo, especialmente dentro de una relación sentimental: "Puede ser un elemento de seducción y cariño, un juego interesante y productivo con una carga simbólica que en ese tipo de relaciones no debería ser considerado como un insulto o un abuso. Pero tiene que haber una bidireccionalidad, posibilidad de réplica, y darse en una relación de igualdad".