El antiguo matadero de Valladolid es un laboratorio artístico. La fábrica de armas de Toledo, la sede de la Universidad de Castilla-La Mancha. La de Gernika, una factoría de creación cultural. En Berlín hay un viejo parque de bomberos reciclado para el arte y el espectáculo. El geógrafo Aladino Fernández se dio un paseo que de vuelta a Asturias sobrevoló el criadero empresarial de Valnalón, en La Felguera, en cuya génesis intervino él en su etapa como alcalde de Langreo (1983-1987), y desembocó en La Vega. Imaginó, porque ejemplos hay, la vieja fábrica de armas de Oviedo reconvertida con una propuesta de "reutilización multifuncional" donde cabrían un "centro de empresas, sí, pero también otro de creación cultural asociado a la investigación" y al lado de ambos el recinto ferial que lleva tiempo pidiendo a gritos la capital del Principado.

Antes y después de esa reflexión, Fernández había corrido el riesgo, reconoció, de alentar el chiste con su nombre de pila y la lámpara maravillosa pidiendo deseos y proponiendo una batería de ideas para regenerar Oviedo en el ámbito amplio de esa área metropolitana central de Asturias que el Principado tiene en proceso de revisión urbanística. Era la séptima charla de las nueve de ciclo que desde octubre disecciona las necesidades del eje urbano del centro de la región, que Fernández coordina y organizan juntos el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) y el Colegio de Arquitectos de Asturias. El profesor de Geografía se introdujo en las grandes asignaturas pendientes del urbanismo en la capital después de perseverar en la consideración de que en Asturias el área metropolitana "ya existe de facto" y de apuntalar su visión escéptica respecto a la supuesta necesidad de gestionar ese corazón urbano mediante una entidad administrativa propia, a su entender innecesaria porque "este territorio ya tiene un gobierno a través de los consorcios, que funcionan", y porque instituir un cuarto poder junto ayuntamientos y Principado desnudaría de competencias al Gobierno regional.

Sentado eso, la mirada del geógrafo sobre Oviedo fue haciendo paradas en los grandes problemas. En el viejo hospital, para decirse de acuerdo con la propuesta del Colegio de Arquitectos sobre el derribo de lo construido y la gran zona verde en su lugar y para enfatizar la necesidad de vincularlo a la potenciación de "la función universitaria del Cristo-Buenavista".

Trasladado a la "Y", "médula espinal del área metropolitana", calificó "magnífica la idea del bulevar" para dar valor y proteger la iglesia de Santullano y La Vega y alumbrar en el acceso Sur de la ciudad "la vía urbana por excelencia del siglo XXI", pero también para "suturar", dijo, la "puñalada" que supuso para la ciudad la decisión de enfocar la autopista hacia el centro de la ciudad. Paradójicamente, Oviedo "perdió el centro" a raíz de esa configuración, vio salir equipamientos y compuso esta estructura de grandes centros comerciales "asomándose" a la autopista en la que lastimosamente "la iniciativa privada fue por delante de la obligación de la Administración de asumir sus competencias en la ordenación del territorio".

Sostiene Aladino Fernández que la "Y" debió haber parado en el límite del municipio, también que ahora toca completar la "semicircunferencia" de la circunvalación haciendo la Ronda Norte, trazándola bajo la base del Naranco a la altura del parque Purificación Tomás y haciendo frente a la supuesta afección ecológica desde la certeza de que "soy partidario de conservar los ecosistemas, pero pongo por delante a la población".

La ciudad histórica, esa zona con estructura demográfica envejecida y decreciente, más propia de la Asturias rural o minera que del centro de Oviedo, "necesita cuidados intensivos". el geógrafo reaccionó contra su "especialización en el ocio banal", lamentó la ampliación del Museo de Bellas Artes como "una agresión urbanística que no debió permitirse e hizo una propuesta de reordenación del tráfico que revierta una peatonalización total que denuesta porque alienta el monocultivo del ocio y fomenta "la apropiación indebida del espacio público por los negocios".

El paseo terminó yendo del casco antiguo a los grandes espacios verdes de la capital, grandes pero "infrautilizados". Para el trayecto, Aladino Fernández terminó imaginando un "primer esquema" de red de sendas verdes, peatonales y ciclistas, que comunicarían, cruzándose, la ciudad vieja con el Parque de Invierno, el del Oeste, el de Pura Tomás, el Campillín...