Como un anticipo iconográfico de lo que estaba a punto de suceder, Cristina Coto empezó ayer el pleno de la Junta pasando un rato sentada sola, sin nadie más en la bancada de Foro hasta que llegaron sus dos compañeros de escaño. Faltaba poco para que la portavoz del grupo y presidenta del partido, en una mañana convulsa de entradas y salidas del hemiciclo, de intensas conversaciones de pasillo y fuego amigo cruzado, de estupor e incredulidad en el resto de la cámara, hiciese expresión pública de su distanciamiento con los otros dos diputados del grupo, Pedro Leal y Carmen Fernández, pero sobre todo de su desencuentro con el secretario general y fundador de la formación conservadora, Francisco Álvarez-Cascos, al que Coto apuntó ayer como responsable de la crisis. La que fue su sucesora al frente de la formación ha terminado por insinuar en público que la mano del exvicepresidente del Gobierno está detrás de la maniobra colectiva para dejarla fuera de juego.

Después de las tensiones y del paso al frente de la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, como posible relevo de Coto, la crisis pasó de pantalla y lo poco que pudiera quedar de la concordia interna estalló definitivamente con una pequeña chispa, la aparentemente intrascendente decisión de Coto -cuestionada por sus compañeros- de modificar, sin aviso previo, la dedicación y la retribución de una de las dos asesoras del grupo, pasándola de media jornada a jornada completa.

La información sobre esas desavenencias, desvelada ayer por LA NUEVA ESPAÑA, llevó a Leal y Fernández a arremeter contra su portavoz y a ella a elevar el tiro de su réplica hasta Cascos. En un comunicado que leyó sin admitir preguntas, Coto dijo que "lo único que yo he hecho es un cambio de jornada a una asesora del grupo", y atajó la acusación de sus dos compañeros -la decisión no se les consultó ni a ellos ni a la comisión directiva de Foro, habían protestado- oponiendo que "nunca he tenido que consensuar ni nombramientos ni ceses ni dedicaciones ni funciones con nadie más que con mi secretario general. Tales cuestiones nunca han pasado por órgano alguno, ni del partido ni del grupo. La única diferencia que presenta este caso es que mi secretario general discrepa de esta decisión".

Midiendo las palabras escritas un instante antes, Coto sacó a la luz en estos términos un enfrentamiento con Cascos que según fuentes de su entorno viene de hace más de un año y que se construye con frecuentes desencuentros "en el fondo y en las formas". Por eso ayer, llegado el momento de dar una explicación "política" a un conflicto de apariencia técnica, Coto reafirmó que su "ánimo" y su "apoyo" a Moriyón "son reales". Y disfrazó una advertencia con un dardo envenenado, el deseo de que "si finalmente toma el mando de Foro tenga, siquiera, un gramo más de autonomía del que yo he tenido y tengo, porque el tiempo me ha demostrado que algunos necesitan tener siempre en sus vidas un enemigo a batir en la propia casa si comete el error imperdonable de pensar y actuar por sí mismo, aunque sea una sola vez".

Había dejado dicho ya que el aumento de jornada de la trabajadora era "de justicia" para igualar su retribución a la de su compañera -porque las dos trabajan efectivamente a jornada completa- y dejó caer que ya conoce "el coste que esto está generando a mi entorno" y que "me preocupan las represalias que puedan sufrir". También que Leal y Fernández, "trabajadores esforzados y buenas personas", están siendo a su juicio lamentablemente "instrumentalizados".

Salía Coto al paso de las acusaciones de los otros dos componentes del grupo. Juntos, Pedro Leal y Carmen Fernández justificaron su malestar acusando a su portavoz de tomar "de manera unilateral y sin consultarnos" una decisión que modifica la estructura de funcionamiento del grupo". Esa determinación fue, al decir de ambos, irrespetuosa con "las más elementales normas democráticas" . "No estamos de acuerdo ni en el fondo ni en las formas, apostilla Fernández, convencida de que "debería haber actuado de modo más transparente". Coto, añaden, se excede "en la capacidad de 'proponer' que le reconoce a la portavoz el reglamento de la Junta y la confunde con la competencia de 'decidir', que según los estatutos de Foro corresponde a la comisión directiva".

Mirado desde su óptica, en todo caso, es un asunto "de funcionamiento interno del grupo, no del partido" y "yerran quienes quieran ver detrás una maniobra política" de su parte, aunque añaden que el aireado de la discrepancia sí responde a "un ataque orquestado" que "sólo intenta esconder las secuelas de las primarias de Foro".

Y Álvarez-Cascos, añade Leal, "no ha tenido nada que ver en nuestra intervención".