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MIGUEL ÁNGEL DE BLAS CORTINA | Catedrático de Prehistoria

"Entré en las minas del Aramo en lugares donde trabajó gente hace 4.500 años"

"Después de más de 45 años de docencia sigo saliendo molido del aula, pero a veces con la sensación de que nadie agradece el esfuerzo"

Miguel Ángel de Blas. MIKI LÓPEZ

Miguel Ángel de Blas conserva un recuerdo infantil que lleva estética de película del neorrealismo italiano aunque en territorio de la cuenca del Nalón. "Muchos mineros iban al pozu en bicicleta. Había parkings de bicis en las instalaciones y cuando salía el turno aquello parecía un pelotón. Cuando llovía, los mineros ciclistas se cubrían con una especie de capa de plástico con caperuza y entonces se convertían en un pelotón de bultos oscuros".

Los ritos de la muerte. Aquella escena quizá no está relacionada con la afición ciclista de De Blas, pero lo cierto es que el catedrático viajero también lo hace en bici, emulando a aquel niño que en El Entrego y ya con un pie en el umbral de los años sesenta, se perdía a dos ruedas por caminos locales insospechados.

Ohio (Estados Unidos). Más que a excavar la aventura de Miguel Ángel de Blas por el Estado occidental americano respondía a otros verbos: buscar, indagar, reflexionar sobre el terreno... "iba al encuentro de túmulos que pertenecen a la cultura Hopewell. Es muy interesante comprobar las coincidencias en la forma de concebir esos emplazamientos funerarios, y las similitudes en ritos y mercancías asociadas a cultos".

Las minas ancestrales del Aramo. En el Aramo funcionaron hace más de cuatro milenios unas explotaciones mineras del cobre que dejaron huella en la montaña y en el recuerdo del arqueólogo. "La primera campaña la realizamos en 1987. Los restos mineros fueron descubiertos casi un siglo antes y aquella noticia extraordinaria fue publicada por un ingeniero belga apellidado Dory. Mucho más tarde Juan Uría había publicado cosas en la década de los cincuenta. Nos decidimos a adentrarnos en aquel mundo minero en compañía de unos estudiantes y lo pasamos muy mal, ateridos de frío, en zona peligrosa, trabajando en pendientes de escombros de hasta el 30%".

Hace falta conocer (y sufrir) la zona de alta montaña para hacerse una idea de las penalidades de aquellos mineros que dejaron cientos de huellas en el interior de la mina.

"Trabajaron a unos 1.200 metros de altitud arrancando miles de kilos de cobre con piedras, astas y huesos largos de vaca. Utilizaban antorchas de madera de tejo y hay partes de la mina que las encontramos intactas, incluso con los restos de carbones de leña".

Las campañas se sucedieron. "Hubo unos años en que contamos con recursos procedentes del Principado y de Cajastur. Hunosa apoyó uniendo al equipo a un minero experimentado, un tipo increíble que se llama Ángel Maseda. Pudimos comprobar que existió un asentamiento fuera de la mina, con actividades metalúrgicas. Y lo más sorprendente es que hallamos restos de trece individuos, plenamente controlados desde un punto de vista científico, y repartidos por la mina. Y son restos en los que no se aprecia ninguna patología relacionada con un accidente minero. Creo que estamos ante la única mina metálica en Europa asociada a actos ritualizados de depósito de cadáveres. Entramos en lugares donde habían trabajado mineros hace unos 4.500 años".

Las minas de cobre del Aramo esconden aún muchos secretos, pero las condiciones de trabajo se hacen poco menos que imposibles si no mejoran los medios. "Cuando hace muchos años yo planteé la posibilidad de utilizar un helicóptero para transportar a personas y material, la Administración no me hizo ningún caso".

Salir molido de las clases universitarias. "Doy clase de Métodos de Prehistoria y de Sociedades Productoras de Alimentos y Metalurgias en el grado de Historia de la Universidad de Oviedo. Después de más de cuarenta y cinco años de docencia prácticamente ininterrumpida sigo saliendo molido del aula porque mis clases no son leídas y trato de construir un discurso que interese a los alumnos. No siempre se consigue. Veo que casi nadie retiene, que casi nadie memoriza, y a veces uno tiene la sensación frustrante de que es como coger agua con ayuda de un cesto. A mí la docencia me gusta, pero ahora da la impresión de que la Universidad es de nueve a dos y después cada cual para su casa. Conocí un departamento de Historia lleno de vida, y sí, siento un poco de nostalgia de todo aquello. Otra cosa que me produce malestar es la sensación de que aquí nadie te agradece nada".

Tito Bustillo a la luz del carburo. La profesión da para vivir experiencias que pondrían a más de uno la carne de gallina, aunque haya que aceptar que para otros muchos una piedra es una piedra, sin historia, ni pasado ni poesía. Miguel Ángel de Blas recuerda el día que entró por vez primera en la recién descubierta cueva de Tito Bustillo, en Ribadesella. "Era el año 1968, yo hacía espeleología y bajamos con cuerdas, en compañía de José Luis Maya y Miguel Arbizu. Y allí, tumbados sobre la arena de la cueva, con ayuda de la luz de carburo y un bocadillo al lado, me di cuenta de la trascendencia de todo aquello".

Una hija y el Día D. "Mi mujer, Pilar Noval, acaba de jubilarse. Creó el aparato de documentación del patrimonio histórico-artístico del Principado. Tenemos una hija, Lucía, que tiene 25 años y es arquitecta. Como su padre, le gusta viajar, estuvo una temporada hasta en Saigón y con cinco meses estrenó viaje al extranjero. Fue alumna del colegio de la Gesta y la llevé todos los días al cole, salvo alguna temporada de excavaciones... Me relaja conducir y recorrí Europa entera. Recuerdo un viaje que hicimos por Francia en un Citroën 2CV a las playas del desembarco de Normandía, hasta el pegollu de hormigón con la fecha del 6 de junio de 1944, el Día D. Tengo y me he leído docenas de libros sobre la II Guerra Mundial. Volví a Normandía años después y me encontré un lugar más musealizado, ya era otra cosa... Enseño, viajo y leo. Soy un hombre agarrado a un libro y me confieso un lector anárquico. Pico un poco de todo, lo mismo novela negra de Agatha Christie o Simenon que un tratado sobre bosques".

Los lugares y los protagonistas de la memoria. "Tengo orígenes diversos. Mis abuelos paternos eran de Avilés, mi abuela materna de la cuenca minera y mi abuelo materno de Gijón. Los lugares de mi memoria están en el Nalón de aguas turbias, en el paseo del Muro y el Cerro de Santa Catalina, en la ría de Avilés y la calle del Rivero. En el cementerio de La Carriona están mis padres, y alguno de mis abuelos en el de San Martín del Rey Aurelio, mirando al Sur en sitio soleyeru... y a todo esto súmele cincuenta y tantos años de vida ovetense".

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