"Belén tenía gran sentido de la dignidad y una gran fortaleza interior, una persona humilde y sencilla con grandes principios morales". Así definió ayer Pedro de Silva, expresidente del Principado de Asturias, a su mujer, Belén Álvarez Mori, durante las exequias celebradas en la iglesia de Santa María en Majadahonda, en Madrid.

Pedro de Silva estuvo acompañado por la hija y el yerno de su mujer, Ana Baragaño Álvarez y Christian Sanjurjo López, además de otros familiares, compañeros y amigos. Entre ellos su amigo, compañero y sucesor, Juan Luis Rodríguez-Vigil, visiblemente emocionado. También los empresarios asturianos Blas Herrero y Francisco Rodríguez, propietario de Industrias Lácteas Asturianas (Ilas).

De Silva le dedicó desde el púlpito unas sentidas palabras a su mujer, que "amaba a los suyos, estaba pendiente de todos ellos y también de los demás. Buscaba lo amable de las personas y era una gran amante de la naturaleza. Amaba su trabajo, y tenía una gran sentido de la dignidad y gran fortaleza interior. Vivió su enfermedad con gran entereza". En su particular descripción y homenaje a Belén Álvarez Mori, el expresidente de Asturias añadió que "la luz afloraba en sus ojos y todos siempre la veían brillando".

Belén Álvarez Mori falleció el pasado sábado por la noche, a los 63 años, víctima de una dura enfermedad detectada poco más de cuatro meses antes.

La iglesia de San Pedro en Gijón acogerá el funeral mañana, jueves, a las 18.00 horas. Sus cenizas serán extendidas, en la más estricta intimidad familiar, "bajo un árbol desde el que se vea el mar, porque le fascinaba", anunció Pedro de Silva.