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El perfil de manual de un maltratador

El 30% de los asesinos se suicida o lo intenta, y el resto se entrega tras el crimen, según los expertos

Una vez más se ha cumplido el patrón. El asesinato de Yésica Menéndez a manos de su marido, Abdenego de Souza, con antecedentes por violencia machista en su país, Brasil, responde al perfil del límite al que puede llegar un maltratador cuando es consciente no sólo de que ya no puede controlar a su compañera, sino de que la va a perder.

La tragedia persiguió a Yésica desde muy joven, cuando perdió a su madre, a su padre y a su hermana. Con unos 19 años conoció a De Souza, brasileño, exmilitar -él contaba que había estado en Afganistán con el Ejército de Estados Unidos-, se enamoraron, se casaron y tuvieron dos niños, que ahora tienen 5 y 7 años y que se han quedado huérfanos. Su situación personal y familiar hizo que Yésica Menéndez madurase muy deprisa, aseguran quienes la conocían, que la describen como "una chica muy trabajadora, con carácter y que quería ser camionera".

De Souza trabajó en varias empresas de la construcción en el occidente de Asturias, pero ahora llevaba tiempo al paro, mientras que su mujer conseguía alcanzar su sueño. Sacó el carné que le permitía conducir camiones y rápidamente consiguió un trabajo, aunque con unas condiciones que, según distintas fuentes, "eran un problema para la familia". La empresa tiene la sede en Valladolid y a ella la asignaron a viajes internacionales, con lo que sólo pasaba los fines de semana en su casa de La Caridad, en el concejo de El Franco. Mientras tanto, De Souza se quedaba en casa con los pequeños.

Ella nunca presentó una denuncia por malos tratos. Pero las discusiones pasaron de frecuentes a constantes, según aseguraron los vecinos del edificio donde se produjo el crimen. También varios conocidos de la pareja comentaron que ella había planteado la separación. La gota que colmó el vaso.

La amenaza o ruptura de la relación es una constante en los feminicidios. Y el 30 por ciento de los asesinos se suicida o lo intenta, mientras que el resto se entrega, según los expertos. Javier Fernández Teruelo, catedrático de Derecho Penal en la Universidad de Oviedo y experto en violencia machista, fue más concreto: "Las mujeres asesinadas casi nunca habían denunciado, cada una por sus razones, y los asesinos son inasequibles penalmente, no les importa la condena con la que se les pueda castigar. Muchos se suicidan o se entregan, porque el objeto de su existencia desaparece cuando las matan".

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