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RAFAEL DEL NARANCO | Periodista, exdirector de la revista "Élite" y el periódico "El Mundo" de Venezuela

"Cuando salí de Venezuela, el dólar valía 12 bolívares; un año después, un millón y pico"

"Nadie lo sabe, pero Nicolás Maduro estuvo en Oviedo en octubre de 2008, cuando le dieron el premio 'Príncipe de Asturias' al Sistema de Orquestas del maestro Abreu"

Maduro. NACHO OREJAS / LNE

El periodista Rafael del Naranco (Gijón, 1943) fue director de la revista "Élite", una de las más prestigiosas de América Latina, y del periódico venezolano "El Mundo". En esta segunda entrega de sus memorias relata sus vivencias en los últimos años del chavismo y su retorno a España.

El Mundo. "De la revista 'Élite' pasé a dirigir el periódico 'El Mundo', siempre dentro del grupo Capriles. Fue en torno al año 2000 y lo dirigí en su última etapa, hasta que cerró, hacia 2009. Después de eso me nombraron director de la Fundación Cadena Capriles, que era la fundación de la empresa. Arreglábamos escuelas, dábamos becas a estudiantes... lo único que hacía era firmar cheques".

Chavismo. "En aquellos primeros años de su gobierno, yo tenía una gran amistad con Chávez. Y al principio el país iba bien, sus primeros años fueron maravillosos. No sé qué fue lo que le pasó, el poder, supongo, pero todo se empezó a torcer. Las cosas empezaron a ir mal y él empezó a tomar decisiones que a mí me incomodaban. Empezó a expropiar los grandes latifundios para dárselos a los campesinos, que es algo que queda muy bien. Pero los campesinos se comían el ganado y el grano, y después los campos quedaban arrasados. Una vez fue al centro de Caracas a dar un mitin, y al acabar fue a la plaza de Bolívar: empezó a expropiar todos los comercios, las joyerías y todo lo que había por allí. Al final de ese día había expropiado más de la mitad de los edificios de la plaza, y más de 300 personas habían perdido su empleo".

Nueva York. "Chávez me llevaba frecuentemente con él a sus viajes. El último al que fui era a Nueva York: Venezuela es miembro del 'grupo de los 77' y había una reunión en las Naciones Unidas. Suele ir el ministro de Relaciones Exteriores, pero esa vez quiso ir Chávez. Las cosas ya estaban muy mal en el país. Me recogió en casa el ministro de Economía, y en el coche yo le decía: '¿Vosotros no habláis con Chávez de cómo está la situación?'. Me dijo: 'No, Rafael, con Chávez no se puede hablar'. Luego hablé con el ministro de Relaciones Exteriores y me insistía: 'Es imposible decirle nada'. Vi que aquello estaba mal. En el avión traté de razonar con Chávez, pero sólo me decía: 'Es que la gente no sabe'. En Nueva York dio un discurso durísimo, mezclando la situación del país y del mundo. No le faltaba razón en algunas cosas, pero que no era aquel el sitio. Y luego lo repitió ante un grupo de empresarios, en una cena. Sin ser mala persona, que nunca lo fue, empezaba a ser autoritario y a hacer cosas que no iban con el sentido de responsabilidad del país".

Gripe. "Por episodios como ese de Nueva York me empecé a distanciar de Chávez. Hasta que llegó un día que dije: 'Hasta aquí'. Fue como tres años antes de su muerte. Pero él nunca perdió el afecto por mí. Cuando llevábamos como uno o dos años sin hablarnos, tuvo un gesto conmigo increíble. Yo estaba en Oviedo, había venido a la entrega de los premios 'Príncipe de Asturias', de los que era colaborador para toda América Latina. Pero me dio una gripe muy fuerte y me quedé en el hotel. Pasó que me llamó un periodista venezolano, Nolia, por si podía acercarme a Madrid, donde estaba haciendo unas gestiones para Nicolás Maduro. Le dije que estaba enfermo. No había pasado una hora y me llamó la Embajadora de Venezuela en Madrid: 'Por orden del presidente, me voy inmediatamente a Oviedo y me pongo a su disposición para lo que necesite'. Traté de explicarle que era una simple gripe, pero no sirvió de nada. De vuelta a Venezuela hablé con Nolia, y me explicó que, tras hablar conmigo llamó a Maduro, que estaba en un Consejo de Ministros, y le comentó que yo estaba enfermo. Chávez, nada más oír mi nombre, paró la reunión y preguntó qué me pasaba. Maduro le dijo que estaba enfermo y Hugo ordenó que se desplazase la embajadora de inmediato a Oviedo".

Nostalgia. "A Chávez le di las gracias por aquel gesto, pero nunca más volvimos a hablar. Cuando murió sentí una gran nostalgia, porque sus primeros años fueron espléndidos, y él, como persona, era bueno. Yo ya estaba en España, pero recuerdo que era dramático ver a Hugo en sus últimas semanas, tras volver de Cuba, tan enfermo como estaba, cayéndose cuando iba a aquellos mítines a apoyar a Maduro, que ganó las elecciones porque la gente le tenía un afecto inmenso a Chávez".

Maduro. "A Nicolás Maduro le conocí muy bien. Tenía una fidelidad absoluta por Chávez, y si bien no tiene muchas luces, tampoco es ningún imbécil. Cuando fue presidente de la Asamblea Nacional lo hizo muy bien. Lo que nadie sabe es que estuvo en Oviedo en 2008, cuando le dieron el premio Príncipe de Asturias al Sistema de Orquestas de Venezuela. Yo fui uno de los impulsores de aquel premio: se lo comenté a Graciano García, y él me dijo: 'Gustavo Dudamel es muy conocido, pero el Sistema no tanto. Haría falta que tocasen por aquí para que la gente los conozca'. Hablé con el maestro Abreu y, aprovechando que tenían una gira por Europa ese año, hicieron un concierto en Oviedo. Fue apoteósico, la gente estuvo veinte minutos de pie aplaudiendo. Graciano García estaba entusiasmado. Acabaron dándoles el premio, pero Chávez no podía venir porque tenía que asistir a una cumbre. Así que vino Maduro, que estuvo por aquí dos o tres días".

Fidel. "El único que sabía de la enfermedad de Chávez era Fidel. Aún hoy, nadie sabe de qué murió Chávez; no hay parte oficial de la muerte del presidente de la República de Venezuela. Pero Fidel sabía de su enfermedad, y fue precisamente él quien, durante la convalecencia de Chávez en Cuba, le convenció de que Maduro tenía que ser su sucesor".

Dólares. "Mi esposa y yo nos fuimos de Venezuela en un momento oportuno, hace seis años. Teníamos entonces algunos ahorros, y vendimos el apartamento, un Mercedes y la mitad de mi biblioteca. Nosotros compramos el dólar a 12 bolívares; seis meses después, un dólar costaba 2.300 bolívares, y un año después, un millón y pico. Cuando yo salí del país, todavía se comía y estaban llenas las estanterías de las tiendas; hoy no hay nada. Mando paquetes todos los meses, sobre todo con medicamentos. Mi esposa y yo hace ya dos años que no cobramos la pensión. Tres millones de venezolanos han salido del país y hay gente que está sufriendo unas condiciones horrorosas".

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