A los usuarios les preocupa el uso turístico que se hace del río Sella. Y si bien creen que no está saturado, un asunto que les preocupa esencialmente es la proliferación de chiringuitos ilegales en su ribera al calor del cada vez más pujante negocio de descenso en canoas de Arriondas (Parres) a Ribadesella. Una actividad en torno a la que ha surgido un debate sobre la necesidad de regulación al crecer exponencialmente en los últimos años.

De todo esto se hablará hoy, a las 19 horas, en el Conceyu Abierto que organiza el Club de Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, en la Casa de Cultura de Arriondas. En la mesa se sentarán Ricardo Soto, empresario de turismo activo e integrante de la Asociación de Turismo Activo de Asturias; Julio García, de la empresa Jaire; el presidente de la Asociación de Hosteleros de Ribadesella, Bruno Lombán; el presidente de la Asociación de Hostelería y Turismo de Parres, Gigel Ciudotariu; el vocal de Turismo Activo de Incatur, Juan Feliz; el presidente de la Asociación de Pescadores "El Esmerillón", Antón Cimadevilla; el piragüista y presidente del Comité Organizador del Descenso Internacional del Sella (CODIS), Juan Manuel Feliz, y la jefa del Servicio de Estrategia Comercial y Turística de la Consejería de Empleo, Industria y Turismo del Gobierno del Principado de Asturias, María del Mar Martínez Salmerón.

Los vecinos y paseantes consultados y que ayer mismo disfrutaron del río considera que el Sella no está saturado. Consideran que el hecho de que haya una gran concentración de gente. sobre todo en los meses estivales, lejos de ser un problema, beneficia enormemente a las poblaciones afectadas por su influencia. Miguel Sánchez cree que, si bien es cierto que "hay bastante gente en el río en verano" es algo que viene bien porque "genera riqueza", por lo que no sería partidario de limitar el número de canoas que pueden bajar el río cada día. Con lo que sí que no cree que se deba levantar la mano es con los chiringuitos ilegales: "Deberían regularse".

En la misma línea se manifiesta Teresa Suárez. Ella ha bajado el Sella en canoa este mismo verano y confiesa que "da rabia" encontrar a pie de río estas instalaciones. "Perjudica a otros que sí que están haciendo las cosas bien y que están allí legalmente", reflexiona. Eso sí, en cuanto a la posible masificación del río, Suárez piensa que no es tal. "Creo que sí que es cierto que hay días con mucha gente, por ejemplo en agosto, pero al final son cuatro días, no es para tanto", opina esta usuaria.

Eso sí, a pesar de que esta es la opinión más generalizada, también hay quien apunta a que sí que desde las administraciones debería controlarse cuánta gente baja cada día el río para que este estuviera más cuidado.

Calidad y orden

Por su parte, los alcaldes de Parres y Ribadesella, Emilio García Longo y Charo Fernández Román, respectivamente, tienen ideas muy parecidas sobre cuál es la situación actual del Sella.

Para García Longo el problema no está en la cantidad de canoas que bajan, ya que no cree que se deba hablar de saturación, sino que lo que habría que hablar de la calidad del servicio. "Merece la pena revisar cómo se oferta el servicio de bajada en canoa para ver cómo se puede mejorar porque una mayor calidad da una imagen más positiva del entorno", reflexiona el regidor. Lo que sí que considera que debería terminar es la actividad de los chiringuitos ilegales por ver en ellos un problema "sanitario", pero cuenta que desde el Ayuntamiento no cuentan "ni con las competencias ni con los recursos" para acabar con este problema.

Por su parte, Fernández Román considera que no se puede hablar de masificación en el caso del Sella, aunque aboga por "poner un orden". Sobre los chiringuitos ilegales, es tajante: "Habría que actuar contra ellos, pero no solo los Ayuntamientos, todas las Administraciones porque de nada sirve reunirnos si vamos a acabar igual", cuenta la regidora riosellana.