Evitar que el bosque de Muniellos sea pasto de las llamas o que los grandes incendios alcancen zonas de especial interés, bien por estar pobladas o por su riqueza en pastos. En definitiva fijar una estrategia, con prioridades, para que los bomberos no vayan por detrás de las llamas sino que puedan anticiparse a sus efectos. Esta es la finalidad del estudio encargado por el Principado a la fundación catalana Pau Costa, una entidad especializada en la respuesta a grandes incendios y que recientemente ha asesorado a Chile en esta materia. Jordi Pagès apuntó a la realización de "quemas controladas" como una de las posibles herramientas preventivas en montes abandonados: "Una herramienta ancestral es el uso del fuego. Hay que suplir la falta de pastor con gestión y una fórmula muy buena es la quema controlada", dijo.

Los incendios que asolaron Asturias hace justo un año devastando 12.680 hectáreas en toda la región tuvieron su mayor impacto en el suroccidente, donde quemaron 11.708 hectáreas, según precisó el consejero de Presidencia, Guillermo Martínez. Las altas velocidades de propagación, la intensidad y la localización en puntos muy cercanos provocaron seis grandes incendios casi simultáneamente. En los últimos años, el número de grandes incendios en la región (aquellos que contabilizan más de 500 hectáreas quemadas) se han disparado hasta aumentar un 146 por ciento, un incremento que los expertos asocian con la combincación de dos factores: el cambio climático y la despoblación que padece la zona rural.

El Principado ante el fenómeno creciente de los grandes incendios ha recurrido a la Pau Costa Foundation al objeto de "priorizar acciones" para prevenir este tipo de fuegos. "Se trata de un programa ambicioso, que será complementado por la experiencia del SEPA", indicó el consejero de Presidencia acerca de un plan que persigue "ahondar en el conocimiento de las causas, mejorora la gestión tanto de la prevención como de la extinción y avanzar en la sensibilización ciudadana".

El estudio de la fundación Pau Costa tiene tres partes muy definidas: diagnóstico, participación ciudadana y definición de acciones, con combinación de medidas preventivas y de extinción. La clave, avanzó Pagès, está en "priorizar objetivos, ir por delante del fuego" y no dejarlo todo al momento crítico del incendio. La primera fase ya está "cocida", indicó Pagès, la segunda se abordará en noviembre con reuniones con los diversos agentes sociales sobre el territorio, sobre todo en el suroccidente, y la tercerá culminará diciembre, con la presentación del estudio, según avanzó el consejero y portavoz del Gobierno autonómico.

"Hay que cambiar de estrategia. Es necesario ir un paso por delante. Anticiparse", aconsejó Pagès para plantar cara a los fuegos de alta intensidad, con viento fuerte y evolución rápida como los que azotaron el suroccidente de Asturias hace un año. El experto de la fundación Pau Costa fue muy gráfico al justificar la conveniencia de una debida planificación ante un fuego de grandes dimensiones: "No se puede dejar la evolución ambiental, urbanística y del paisaje en los proximos 30 años de toda una zona a la decisión que adopte el jefe de Bomberos sobre un capó de un todoterreno en pleno incendio. Es necesaria una planificación previa, que establezca zonas de protección porque los recursos son limitados ante un fuego de gran tamaño", añadió. Una forma de trabajo que, en consecuencia, supone dejar sin labores de extinción a otras zonas castigadas por las llamas. "No tiene sentido jugar un partido donde no se puede ganar", remachó Pagès.