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MANUEL "LITO" ARNOTT | Médico

"Mi padre no me pagó la matrícula y cuando aprobé lo llamé y le dije: 'Soy médico, como tú' "

"Luanco fue mi paraíso terrenal desde los 11 años, nadé en el Club Diplos, hice amigos inolvidables y vi cómo se destroza la belleza con la urbanización de Peroño"

El médico Manuel Arnott, en Llamaquique (Oviedo). LUISMA MURIAS

Manuel Francisco Javier "Lito" Arnott Fernández (Trubia, 1938) es médico e hijo, hermano, padre, sobrino nieto y tío abuelo de médicos. Creció feliz en Trubia, alrededor de la Fábrica de Cañones. Vino a Oviedo a los 14 años, con la familia, y se integró pronto. Siempre quiso ser médico, pero no lo tuvo fácil, tampoco en las relaciones con su padre.

- Iba mal en Medicina en Madrid, su padre lo trajo a casa dándole plato y cama mientras buscaba trabajo.

-Mi madre decía "Lito, busca trabajo" y mi padre comentaba en la mesa que había oposiciones de banca, a Telefónica... Yo quería ser médico, estudiaba Medicina en la habitación y le contestaba con exabruptos porque no me daba oportunidad.

- ¿No trabajó?

-No. Traté de buscar en crédito y caución, pero me rechazaron. Por la relación con los Fuentes fui a Fábrica de Loza a ver Pepe Fuentes, quien le dijo un cuento a mi padre: que le había exigido el puesto de gerente. Me hizo el gran favor de no darme trabajo. Gracias a eso soy médico.

- ¿Cómo siguió Medicina?

-En casa había una muchacha, María, que había estado con mi abuela desde que mi padre estaba soltero. Le dije: "Si me das el dinero para la matrícula, hago el traslado para Oviedo".

- Ya había Medicina aquí.

-Sí. Tenía aprobadas las asignaturas llaves y fui a ver a Antonio Casas, decano de Medicina, y le expliqué mi situación. Me puso de inconveniente que no había hecho el selectivo en Oviedo, pero le dije que sí. Me pidió el certificado, hablé con Frutos, el secretario, y a las 5 de la tarde fui a su casa, en la plaza del Carbayón. Me contestó: "Diga a Frutos que le haga la matrícula".

- ¿Y en Oviedo?

-Saqué bien la carrera que me quedaba. Mi padre nunca me dio un duro. Me pagaron las matrículas Charo Fuentes y mi mujer. Acompañado de Carlos Rodríguez Fidalgo, vi el último aprobado de la carrera, fui al teléfono y llamé a casa. Se puso mi madre: "Dile a mi padre que se ponga". Se puso. "¿Qué quieres?". "Decirte que soy médico, como tú".

- ¿Qué le contestó?

-Baja al Colegio de Médicos y y colégiate. Cuando murió, años después, reclamé su número de colegiado, el 299.

- ¿Mejoró su relación?

-En ciertos aspectos, pero era genio y figura. Ahora, que soy padre y tengo un hijo, y creo que tenía razón. No sé si las maneras fueron las adecuadas, pero me benefició que no aflojase porque decía que yo era el hombre del amor propio.

- ¿Cuándo se casó?

-A los dos años de ser médico.

- Usted es un clásico del veraneo en Luanco.

-Desde los 11 años fue mi paraíso terrenal, el pueblo más bonito de toda la costa asturiana. Aprendí a nadar en Trubia en el Machón y en la Canalina, pero en Luanco formé parte del Club de natación Diplos, entrenado por Juanín Gómez. Tenía la ventaja de que no había más medio de comunicación que el propio. El Avilés tenía un autobús por la mañana y otro por la noche. Me chocó.

- ¿Por qué?

-Luanco debió de ser una villa caciquil, pero el ferrocarril no pasaba por ella aunque había pesquerías, mina de hierro... Bueno, era la playa de los toldos. Hice amigos como Lalo, Eduardo Gómez García-Barbón, nuestro ídolo, porque jugaba en el Real Oviedo. Era el único que tenía dinero e íbamos a su rebufo.

- También hizo amigos.

-Inolvidables: Carlos Morán, un ingeniero industrial que es García Márquez, Vargas Llosa y Carlos Fuentes por lo bien que escribe, o Garrucho, el primer extracomunitario que tuvo España en Cardiff, un químico que montó detergentes Artime. Antonio Hernández San Pelayo, realizador de TVE, un portento, y Pocholo, ATS de Alcoa. Toño Carreño, la voz mas bonita que oí en mi vida con Santiago Rey a la guitarra. Julín y Jorge, los de Magdalena, Luis "el Piraván" Herrero, Vitín Tartiere, Fermín y Jeromo Herrero y Emilio Guinea. Teníamos la tertulia, "Los Kikuyos" y el patrón era Miguel Botas. Salíamos a cazar mazcatos, pardiellas y coríos, que nos pelaba un marinero y los cenábamos en Casa Venancio con un vino que era puro metílico.

- ¿Salió mucho a la mar?

-Con Chiquilín Escobedo, el mejor anfitrión, y con Santi Quirós, el hombre que mejor conocía el paisano asturiano.

- Aún veranea en Luanco.

-Sí. Con menos interés porque fallecieron muchos de estos personajes y son todos foriatos, como se dice en Gijón. En Luanco vi las primeras gafas de buceo.

- ¿Quién las llevaba?

-Pedrito Masaveu Petterson, que llegaba en un Cadillac que no pasaba por aquellas calles. Jugábamos al fútbol, íbamos a Valparaíso, intentando saltar la tapia o engañar a Socorro, para entrar gratis. En Peroño se quiso hacer un club de golf que fracasó y la urbanización destrozó totalmente la belleza.

- ¿Cómo empezó a ejercer la medicina?

-De meritorio en el Hospital Monte Naranco, como sustituto de Josele Parreño y de Carlos Carralero. Javier Vidal, consejero de Sanidad, me ofreció entrar en la Consejería de Sanidad de inspector médico escolar y ahí quedé, pero no me gustó nunca nada.

- ¿Cómo le gusta ejercer?

-Con enfermos. Fui médico de empresa de Lacera durante quince años y tuve actividad privada en casa de los pacientes.

- De personas muy concretas.

-Sí. De Pepe Cosmen, excepcional en el trato humano, de maneras elegantes y predispuesto a ayudar al prójimo en todos los aspectos. De Luis Sela Figaredo, que tenía una particularidad.

- ¿Cuál?

-Ladraba cuando le preguntabas la edad. Valentina Álvarez Hevia, su mujer, le dijo un día en casa mirando para mí: "Luis, ¿por qué no rebuznas?" y contestó: "Porque éste me entiende". En Ronda le pidieron hacer un quiquiriquí y replicó: "No, que tengo que madrugar mucho".

- ¿Qué especialidad hizo?

-Medicina general, especialista en medicina del trabajo. Traté a Inocencio Figaredo, a Chuché, a Pastora Linares, a José María Fernández-Ladreda, muy inteligente y simpático, de timidez patológica y con otra particularidad.

- ¿Cuál?

-No se quería morir. A Pepe Velasco, el del Cantábrico, era todo esplendidez y tenía una palabra amable para todo el mundo. Amaro González de Mesa, Rodrigo Uría y Blanca Meruéndano. Y a Graciano García. Atendí a su madre, inteligente, con mucho carácter. Graciano recibió algunos entorchados, cortos ante la grandeza de haber creado los premios "Princesa de Asturias". Aunque era un puesto muy "llambión" para pedir, lo ejerció con discreción. No se cuida lo suficiente para tener una larga vida. Escribe poemas preciosos con asombrosa facilidad.

- Creí que era geriatra.

-Cuidé muchos viejos.

- ¿Por qué?

-Me crié con abuelas. Es una especialidad preciosa: haces medicina y llevas consuelo, sin engañar a nadie. El anciano tiene interés y su agradecimiento...

- Su hijo es médico.

-Francisco de Borja, 35 años.

- ¿Fue un padre presente?

-Mucho. Me ocupé y me preocupé de forma totalmente distinta, como el cielo y la tierra, de cómo me educó mi padre.

- ¿Qué tal cree que le trató la vida hasta ahora?

-Privilegiadamente.

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