Los cambios sociales y culturales son fundamentales para afrontar con garantías la lucha contra la violencia sexual y para prevenir una lacra "con consecuencias devastadoras". Uno de esos cambios han de protagonizarlo los hombres, que deben implicarse "para modificar valores e ideales culturalmente vistos como femeninos entre los varones" y contribuir a denunciar "la indiferencia" ante este tipo de agresiones. Al menos esa es la postura que mantienen Yolanda Fontanil y María Ángeles Alcedo, que ayer ofrecieron una conferencia en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo para desgranar el contenido del nuevo "Protocolo contra la violencia sexual del Principado de Asturias". Ambas profesoras -ambas del departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo- participaron en la redacción del documento.

La charla de ayer formó parte de la segunda edición del programa "Me Too. Política y Sociedad contra la violencia sexual hacia las mujeres", que incluyó una serie de conferencias y mesas redondas a lo largo de toda la jornada. La intervención comenzó con Yolanda Fontanil explicando que los tipos de violencia sexual son muy variados. "La violencia de género son múltiples, desde aquellas más fáciles de identificar hasta otras más sutiles y sofisticadas, siendo la violencia sexual una de las manifestaciones más graves y de la que se derivan importantes secuelas físicas y psicológicas", dice Fontanil. "La violencia no es sólo física, también puede presentarse en forma de comentarios o insinuaciones sexuales, coacciones o amenazas", añade.

El nuevo protocolo, según señaló a continuación María Ángeles Alcedo, contempla aspectos como la violencia sexual a los menores, las que se producen a través de internet o aquellas en las que están implicados personas con discapacidades intelectuales o de algún otro tipo. "Está comprobado que las mujeres con alguna discapacidad tienen entre tres y cinco veces más posibilidades que el resto de ser víctimas de un abuso sexual, sobre todo las niñas", afirma Alcedo.