El secretario general de la Federación Socialista Asturiana (FSA), Adrián Barbón, abrió la reunión del comité autonómico de su partido, esta mañana, dedicando un rato a hablar con el otro lado, y a enfocar el objetivo de cara a la cita electoral de mayo. Tomando Andalucía como ejemplo, llamó a combatir "la desmovilización de la izquierda", pero también a los otros, y en concreto a los votantes "moderados" de Ciudadanos, "que no entienden que su partido está dispuesto a pactar con la extrema derecha". Sin ambages se dirigió a ellos, ofreciéndose "para que no se queden sin partido". En un discurso con los dos ojos en mayo, el candidato socialista a presidir el Principado dio por cierto que la analogía andaluza se extiende a la certeza de que "la derecha ya no aspira a ganar las elecciones, reconoce que el PSOE va a ser la primera fuerza política en Asturias y sólo pretende que su cuatripartito -sumando a Vox a PP, Foro y Ciudadanos- sume los 23 diputados que le den la mayoría". Contrapuso a eso su planteamiento, que no piensa en "gobernar una coalición de partidos, sino en ganar las elecciones, en ser la fuerza más votada y en gobernar". Así precisó su versión de hace unas semanas, cuando en el encuentro para sellar el pacto presupuestario con IU ya admitió que aspira a ganar y a gobernar, pero sin excluir a renglón seguido una coalición, aunque eso equivalga, dijo entonces, a "gobernar la pluralidad".

Al llegar a los presupuestos celebró el pacto y la "capacidad de acordar con la izquierda" en un momento en el que "las derechas potencian el frentismo y el bloqueo" y quiso tener un reconocimiento para Javier Fernández y el gobierno que preside, ninguno de cuyos miembros asistió al comité autonómico de esta mañana. Tuvo su puya en este contexto la presidenta del PP asturiano, Mercedes Fernández, que en el debate presupuestario de ayer en la Junta dejó caer cierta censura hacia Barbón por implicarse en la negociación del presupuesto sin ser diputado. "No lo soy", ha respondido el líder de los socialistas asturianos, "pero soy candidato. Vamos a ver si ella consigue serlo también. Ahí lo dejo".

El resto fue una promesa de "cercanía, ilusión y humildad" para la campaña que se avecina, el habitual recordatorio de los grandes hitos del Gobierno de España -esta vez las subidas del salario mínimo o de los sueldos de los empleados públicos- y una consideración respecto al decreto que "liga al mantenimiento del empleo las ayudas a la industria electrointensiva". Si eso lo hubiera hecho el PP durante sus gobiernos, dedujo Barbón, "hoy no estaríamos en ese ERE vergonzante" que amenaza el futuro de la planta aluminera de Alcoa en Avilés.

Esa medida "viene en la línea que pretendemos de que la transición energética sea justa", añadió la ministra de Sanidad, la asturiana María Luisa Carcedo, que asistió al comité autonómico de su partido recién llegada del convulso consejo de ministros de ayer en Barcelona. Valoró que "debemos ver" esa reunión desplazada de su lugar habitual "con total naturalidad" y en réplica a las acusaciones de ceder ante los independentistas pidió "a la derecha que se responda a sí misma" evaluando "en qué épocas se incementaron más los independentistas en Cataluña", respondiéndose que fue durante los gobiernos de José María Aznar y Mariano Rajoy. Tuvo también su mensaje para Ciudadanos, una pregunta: "Que se pregunten de qué les ha servido ser la primera fuerza en Cataluña, o si su política de confrontación tiene algún destino final".