Siempre ha sido la de Asturias una versión de Podemos muy poco inclinada a dejarse contaminar por las lógicas que dirigen el rumbo del partido en toda España. Ayer, después del viraje estratégico de Íñigo Errejón hacia la marca electoral de Manuela Carmena en la Comunidad de Madrid, en la organización cundía como una conjura la llamada a escapar de la onda expansiva, la sensación de que lo peor que le podría pasar ahora a Podemos sería la propagación del "conflicto madrileño" por el resto del país. En Asturias, con la dirección pertrechada a este lado de Pajares, sin alineamiento en guerras de familias como ha sido siempre norma de la casa, la oficialidad no toma partido, pide bajar el diapasón y aboga por evitar que una ruptura ponga a prueba las costuras del partido.

Sin leña al fuego, o repartiendo equitativamente la crítica de actitudes, el secretario general, Daniel Ripa, reclamaba ayer, tras asistir a la reunión del comité de campaña de Podemos con sus líderes autonómicos, "una solución tranquila, que sume fuerzas con el máximo diálogo posible" desde la certeza de que "independientemente de lo que haya pasado en Madrid, en Asturias seguiremos trabajando para tener candidaturas amplias que sumen sensibilidades".

Ripa incita a la búsqueda del remedio "que menos dañe a la organización, la solución hablada que genere más concordia y tienda puentes" sin grandes excesos en las respuestas. La dirección asturiana opta por reforzar el "pegamento" cocinado por la disconformidad con el sistema partidista que une a los que aquí puedan ser o haber sido más afines a Pablo Iglesias, a Íñigo Errejón o a ninguno de los dos. El divorcio entre ambos deja tras de sí, en todo caso, palabras gruesas de reacción -las duras andanadas contra Errejón de Iglesias o el "de algo tiene que vivir" del secretario de organización, Pablo Echenique- que otras fuentes interpretan como el reflejo del miedo al contagio. Se diría que Errejón, el fundador que era candidato a la Comunidad de Madrid, tantea el terreno con el movimiento por sorpresa y que Iglesias eleva el tono porque teme que se le vaya de las manos.

Subyace en el conflicto, no obstante, algo peligroso y quién sabe si potencialmente contagioso, la consideración de Errejón de que por algunas decisiones de la dirección la marca Podemos ya no le ayuda. La gran cuestión diferencial es que en Madrid hay una etiqueta de peso electoral a la que arrimarse, la de Manuela Carmena, previamente desligada por su parte de Podemos desde que la alcaldesa de Madrid dijo en noviembre aquello tan poco interpretable de "no tengo necesidad de hablar con Pablo Iglesias, porque no soy de Podemos".

En Asturias, las disonancias internas, que las sigue habiendo, responden a sus propios códigos. "Aquí no hay cara A y cara B", resumía ayer la diputada Rosa Espiño, que ahora opta a encabezar la candidatura a la alcaldía de Gijón y que formó parte de la propuesta alternativa a la oficialista de Ripa que compitió en las últimas primarias por el liderazgo del partido en Asturias. La organización, dice, "aglutina a multitud de sensibilidades, a gente que venía del PCE, de IU, de Equo, pero en Podemos no hay polos opuestos". Discrepancias sí, especialmente sonadas las desatadas a raíz de las primarias de hace algo más de un año que terminaron por quebrar el grupo parlamentario, pero no tan fácilmente etiquetables conforme a la clasificación del canon nacional. Espiño, convencida de que las preocupaciones de la organización habrían de ser otras y el volumen de la discusión más bajo, estuvo en la última candidatura de primarias al Congreso dentro del equipo de Pablo Iglesias, "pero eso no significa que no valore las aportaciones de Errejón". La dirección asturiana ha tenido sus diferencias con Iglesias, pero vuelve a tomar en este capítulo la misma vía intermedia sin adscripción, alérgica a las "guerras de familias", que quiso en el anterior episodio de la contienda Iglesias-Errejón en el congreso de Vistalegre II. Querían más conciliación que la que hubo y ahora que ha rebrotado vuelven a querer cerrar heridas. Por lo que pueda pasar.

De momento, en Asturias, las discrepancias internas existen, pero puede que sean distintas. La decepción ha llevado al que fue concejal de Xixón Sí Puede David Alonso a anunciar la semana pasada que deja la organización para competir en las municipales bajo un nuevo proyecto propio, "Por Gijón". Se va llevado por el desencanto con la deriva de Podemos y por lo que entiende como la cesión de su papel de herramienta de cambio y transformación, pero también aquí hay una diferencia fundamental, él se fue por su propio pie y antes de salir ha dejado sus cargos.

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