Ana Isabel Sirgo lleva dos noches sin pegar ojo. La mujer está preocupada por si el desbordamiento del río Nalón a su paso por la parroquia sotobarquense de Riberas termina por engullir su hogar. A primera hora de ayer, su marido cogió el coche para llevar a su hijo a clase en Oviedo. Tardó cerca de 20 minutos en alcanzar la carretera general, la N-632, porque la única manera de salir de ese lugar, incomunicado todo el día, era aventurarse por la comarcal que sube hasta la aldea de La Llamera. Era eso o ser una de las 25 personas que la policía local de Soto del Barco tuvo que evacuar en sus todoterrenos. "Esto es un desastre; el viaje que nos ha pegado el río ha sido tremendo", lamentaba la mujer de 61 años en su sótano, con el agua por las rodillas.

El puñetazo del temporal que asuela Asturias ha dejado secuelas profundas en Riberas. "Esto es un desmadre, nos ha caído el diluvio", enfatizaba el alcalde de Soto del Barco, Jaime Menéndez Corrales. "Vamos a pedir que declaren el lugar como zona catastrófica", confirmó el primer edil. Los efectos en el concejo se han dejado sentir también en la playa de Los Quebrantos, en San Juan de la Arena. Está llena de escombros. "Pediremos al Principado o a Costas que la limpien cuando la situación mejore", añadió el Regidor.

Al menos, el Nalón aprieta pero no ahoga, de momento. De la docena de intervenciones que realizó la policía del concejo, sólo en una hubo daños personales. A media mañana, los agentes rescataron a un vecino de 61 años que resbaló en la escalera de su vivienda y se precipitó al metro y medio de agua que anegaba la casa. Fue trasladado al San Agustín con la cadera rota. "Desde las siete y media de la mañana no hemos parado", destacó uno de los agentes.

Hubo momentos de tensión. La camarera y la cocinera del restaurante El Paraíso tuvieron que hacer noche en el aparcamiento del local, guarecidas en su coche. Les fue imposible atravesar el pueblo, con zonas absolutamente inundadas, para llegar su residencia en San Juan de La Arena. El resto de desperfectos se los llevaron las viviendas más próximas a la margen del río. Como la de Ana Isabel Sirgo. "Sólo nos queda aguantar y dejar que el agua llegue hasta donde quiera", dijo con resignación.

Las empresas locales también acusaron la riada. La kiwitera de La Isla, en el extremo del pueblo más cercano a Pravia, amaneció con un metro de agua en su nave. Muy cerca de ese emplazamiento hay una explotación ganadera. Ayer consiguieron poner a salvo a todas sus reses. Les quedaban 14 por rescatar, de las 48 que tienen en total. "Cuando ves el río subir, no queda otra que prevenir para evitar el desastre", comentaba María Fernández, una de las trabajadoras.

En el resto de la comarca la situación fue tranquila. En Avilés, no se registraron incidentes. En Corvera, se recuperó la normalidad en las carreteras de Camina (Cancienes) y El Molín (Molleda) y hubo un pequeño argayo en la carretera a Trubia. En Illas, el mayor inconveniente sigue siendo el derrabe de Viescas. En Gozón, reabrió el paseo marítimo de Luanco. Y en Castrillón, el suministro eléctrico fue ayer por la tarde intermitente en Salinas, ayer por la tarde. En Raíces, el río ha desbordado cerca de varios terrenos, aunque poco a poco regresa a su cauce. Gracias a eso, el tráfico ha vuelto a la normalidad. La mirada sigue fija en Riberas, donde con un ojo vigilan el Nalón y con el otro las secuelas que ha dejado en la parroquia de Soto del Barco.