La recuperación del cuerpo de Julen nunca se planteó así. Para el equipo de la Brigada de Salvamento Minero era un rescate, el de un niño de dos años que estaba bajo tierra. Por eso todo su trabajo estaba calculado al milímetro. Y por eso, y para eso, durante los días de espera hasta que pudieron entrar en acción permanecieron en contacto con exjefes de la brigada para consultarles las dudas que les iban surgiendo. Recurrían a la voz de la experiencia de manera ágil, rápida y sencilla: en un grupo de Whatsapp que tienen varios de los profesionales que les antecedieron.
Uno de ellos era Santiago Suárez, que lideró la Brigada entre 2005 y 2009. Él fue quien escogió en aquella época a los que ahora son los dos más veteranos de los ocho mineros que han participado en la operación: Maudilio Suárez y Jesús Fernández Prado.
"Estaba todo calculado al milímetro. En todo rescate hay un plan A y un plan B. En éste tenían un C y un D para llegar hasta el final como fuera. Nada podía quedar al azar", relató ayer Santiago Suárez. "Éste fue un caso atípico para todo. En otras ocasiones no se está tanto tiempo esperando. Llegas con la adrenalina a tope y te pones a trabajar. Pero aquí fue distinto, porque no fue esperar unas horas, sino días, que aprovecharon para colaborar con el resto de equipos y estudiarlo todo. Desde un principio supieron que había que hacer microvoladuras porque el terreno iba a estar muy duro y habría muchas dificultades. Eso sí, tenían a favor que eso haría más fácil el posteo".
Se llegó a pensar incluso en qué pasaría si el niño no estaba donde pensaban, si estaba más abajo. "Eso habría supuesto replantearse el rescate, pero ya lo tenían en mente y también qué hacer si se hubiera dado el caso. Son unos magníficos profesionales".
Jesús Sierra fue jefe de la Brigada de Salvamento de Hunosa entre 1994 y 1999. A sus espaldas tiene la recuperación de 24 cadáveres y el rescate de un compañero que logró sobrevivir: "Nicolasa", con 14 fallecidos; "Candín", con cuatro -ambos siniestros en el mismo año (1995)-; otros dos mineros muertos en un pozo en Palencia; tres más en "Figaredo" y uno en "Los Artos", en El Entrego (San Martín del Rey Aurelio). El único superviviente fue en el pozo "María Luisa".
Sierra alabó con entusiasmo la labor de los que considera aún sus compañeros. "Se hicieron las cosas muy bien, pensando siempre en rescatar al pequeño. Por eso las microvoladuras eran de pequeña intensidad. Los cálculos estaban bien hechos y se cumplió con el trabajo de manera muy satisfactoria", aseguró.
"Este caso es único en España, en Europa y probablemente en el mundo. En minería, lo que han hecho se llama 'contraataque', pero en este caso el material al que se han enfrentado es diferente, por la dureza del terreno, y el espacio era muy reducido", explicó Sierra.
Apoyo psicológico
Una de las cuestiones que se plantea ahora es si el equipo que participó en la recuperación del cuerpo del pequeño Julen recibirá tratamiento psicológico tras una experiencia tan dura. Tanto Santiago Suárez como Jesús Sierra explicaron que "la primera vez la experiencia es muy dura". "Ahora todavía no pueden asimilar lo que ha ocurrido. Para ellos sólo ha sido un trabajo más. El problema surge según pasan los días".
¿Y cómo se afronta? Los experimentados brigadistas explicaron que "ese trabajo psicológico se afronta en el grupo, en equipo". Para entrar a formar parte de la Brigada de Salvamento Minero es necesario superar unas pruebas muy duras y exhaustivas, también psicológicas. "Después, la confianza entre compañeros para hablar y afrontar la situación es fundamental". Sólo en algún caso "muy concreto y de manera muy discreta" algún brigadista necesitó recibir apoyo psicológico profesional.
