Carlos Villa García ha enviado esta carta a la sección "Cartas de los lectores" de LA NUEVA ESPAÑA.

Llevamos varios días con la huelga de los taxistas de Madrid. Con esta carta quiero opinar y compartir con los lectores mi experiencia con este "servicio público", como un taxista lo denominó un día de estos en un medio de comunicación. Hay quien argumenta lo que sea con tal de tener una razón para defender sus intereses. Verán ustedes por qué el que suscribe ha entrecomillado "servicio público".Vaya por delante que desconozco si las empresas que ponen la competencia al taxi tradicional cometen irregularidades y hasta qué punto son o no consentidas por la autoridad competente; la cuestión es otra. Mi experiencia con el taxi en Madrid fue la siguiente: viví en la capital hace algunos años. Para los que conozcan Madrid les diré que salía recién recibida el alta por una intervención de hernia inguinal de la Clínica La Milagrosa en la calle de Modesto Lafuente, 14, barrio de Chamberí. Me costaba muchísimo trabajo caminar y cada 20 metros tenía que pararme. En aquellas condiciones, incluso llegar al metro era una odisea. Pensé entonces en tomar un taxi para ir a mi domicilio, que se encontraba en la calle Juan de la Encina, al lado de Francos Rodríguez, zona Estrecho. Para los que no conozcan Madrid, decirles que la distancia es de unos 3 kilómetros. Pues bien, señores; hasta 3 taxistas rehusaron realizar el servicio, no le interesó a ninguno. Curiosamente, todos dijeron lo mismo cuando les dije mi destino: "Barajas o periferia, taxi sólo Barajas o periferia; Estrecho, no". Deduje que la carrera no era suficientemente atractiva para ninguno de estos tres señores, y abandoné cabreado la idea de tomar un taxi. Como pude, tuve que utilizar finalmente el metro.En otra ocasión, por aquel entonces no conocía la ciudad, tomé un taxi desde el estadio Santiago Bernabeu hasta la estación de Atocha; el taxista en aquella ocasión, aprovechando que yo no sabía por dónde andaba, engordó su carrera en algo más de dos kilómetros llevándome a dar la vuelta y hacer el cambio de sentido de Paseo de la Castellana hasta Plaza de Castilla, cuando podía haber tirado en dirección sur en la misma plaza donde se encuentra el estadio. Me resulta indignante oír todo lo que argumenta este colectivo estos días, después de haber vivido yo estas experiencias en primera persona. Se jactan de realizar un servicio cercano que presta ayuda a personas mayores y enfermos (palabras de los propios taxistas).Señores taxistas de Madrid, su servicio tiene poco de público, asuman que su mala fama se la han ganado a pulso con acciones como las que acabo de relatar y ¡qué viva la competencia!