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La guía secreta de Asturias: el río Nonaya se deja querer

Nacido en la sierra de Bodenaya, forma una hermosa cascada, a la que se llega por una senda que transcurre por el Camino Primitivo a su paso por Salas

La guía secreta de Asturias: el río Nonaya se deja querer

Salas es un concejo con mucho para ver y más aún con lo que asombrarse. No solo por la relevancia histórica de algunos de los edificios de su villa, como la colegiata de Santa María la Mayor (siglo XVI), la torre defensiva (XIV), que alberga el Museo Prerrománico San Martín y el palacio de Valdés Salas (XVI), también por los paisajes que atesora, como es el caso de la cascada del río Nonaya, lugar mágico al que se llega compartiendo pisadas junto a los peregrinos que cruzan por este concejo realizando el Camino de Santiago por el interior. Después de lo que ha llovido en los últimos días, posiblemente la cascada esté mucho más intensa que en la imagen que acompaña este reportaje, por lo que los amantes de la fotografía de naturaleza están de suerte.

De unos seis o siete kilómetros, ida y vuelta, hay que salir desde la plaza de La Campa, en el centro de Salas. Allí hay un panel indicativo que informa sobre todo lo que tiene que ver con el recorrido, muy fácil de seguir a lo largo de todo su desarrollo y siempre muy bien indicado. Una vez dejadas atrás las edificaciones de Salas, enseguida se entra en un sendero en medio de la naturaleza, donde casi de inmediato se hace presente el río Nonaya a la orilla derecha.

Entre algunas de las sorpresas de este camino natural, en el que se agradece en diversos tramos la sombra de los árboles, se descubre, por ejemplo, la fuente del peregrino, así como un viejo cargadero de una antigua mina de caolín. También llaman poderosamente la atención los puentes bajo los que el río sigue su viaje hacia el mar. Tal es el caso del puente de Borra, con estructura de arco de medio punto, así como un segundo puente muy cercano ya a la desviación que conduce a la cascada. Y todo ello acompañado del sonido del agua, del aire que pasa entre las hojas de los árboles, de los pájaros que lo habitan y de los pasos de los que, antes de uno o tras uno, se hacen oír en el sendero.

Eso sí, la lluvia caída con intensidad el pasado año ha afectado a diversos tramos del camino que, sin tierra, hace que se tenga que caminar sobre las piedras que han aflorado al exterior.

Este delicioso paseo merece la pena, sobremanera cuando se llega al lugar donde el Nonaya cae, en forma de cascada, en medio de uno de esos rincones que conquistan de inmediato a quienes los buscan. Tanto la cascada -que posiblemente estos días tras haber llovido caiga con más agua que en la imagen superior- como el entorno llenan de paz y de belleza a los que tienen la fortuna de contemplarlo en este mes de abril que invita a seguir disfrutando de la Asturias más auténtica.

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