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Presidente de honor de la Real Academia de Medicina y Cirugía

Manuel Álvarez-Uría: "En la Universidad de Oviedo acabé haciéndome famoso por resolver problemas"

"La Escuela de Enfermería estaba en malas condiciones y conseguimos una autorización para que los alumnos pudieran hacer prácticas en el hospital"

Manuel Álvarez-Uría Rico-Villademoros. IRMA COLLÍN

El presidente de honor de la Real Academia de Medicina y Cirugía del Principado de Asturias Manuel Álvarez-Uría, nacido en Oviedo en 1943 pero criado en Pola de Siero desde que tenía unos pocos meses, se fue a estudiar Medicina a Valladolid a los 16 años y a partir de entonces dedicó su vida al oficio de médico, la docencia y la investigación. En esta segunda parte de sus memorias habla de su regreso a la Universidad de Oviedo y de las muchas actividades que emprendió hasta su jubilación.

Oposiciones. "En 1976, Alfredo Carazo y Pedro Laín Entralgo me animaron a hacer las oposiciones a Cátedra, porque creían que exponía bien y que tenía buena formación. Además, fui autor del primer libro en español sobre la glándula pineal en los mamíferos. Antes las oposiciones eran generales. Salían las plazas en varios sitios y se hacían siempre en Madrid. En aquel momento estaban libres dos plazas de catedrático, una en Salamanca y otra en Sevilla. A mí me venía mejor Salamanca y ya había trasladado los libros allí, pero de repente me llama Ramón Anadón diciendo que va a quedar libre la cátedra de Biología Celular en Oviedo, y yo fui encantado. Fue en 1977".

Alcalá. "Mientras estaba estudiando las oposiciones acepté colaborar (pidiendo permiso en el CSIC, donde trabajaba) con otra nueva Facultad de Medicina en Madrid, la de la Universidad de Alcalá de Henares. También fui fundador. Nació no ex novo como la Autónoma sino como una rama de la Complutense".

Oviedo. "En Oviedo me apliqué de por vida y encantado. Estaba al lado de Pola de Siero, donde tengo mis amigos y personas queridas de la infancia, y el paisaje urbano en el que crecí. Participé en muchas cosas. Nunca dije que no a nadie. Todo lo más, sabían que me iba a ir en silencio si me querían liquidar y no iba a dar problemas. En la Universidad de Oviedo acabé haciéndome famoso por resolver problemas".

Escuela de Enfermería. "Lo primero en lo que me metí fue en el cargo de director de la Escuela Universitaria de Enfermería de la Universidad de Oviedo. Estaba de subdirector con un profesor de Zaragoza que me pidió que le echara una mano. Después él se fue y me quedé yo de director. En este caso, el problema era que los alumnos no tenían ningún hospital ni concierto para impartir prácticas. Conseguimos una autorización para que los alumnos pudiesen hacer prácticas en los hospitales. No fue sencillo. Hicimos un convenio con el Hospital General y la Residencia. Además, el sitio donde se impartía Enfermería estaba en malas condiciones y conseguimos con el convenio que se ubicaran en un edificio anexo al hospital para hacer allí las clases y las prácticas. Yo nunca dejé de dar clase".

Colegios mayores. "A principios de los años ochenta, el director del Colegio Mayor América se había marchado y me ofrecieron el cargo. Después lo anexionaron con San Gregorio, y yo estuve al frente de los dos. En el América todas las semanas teníamos dos o tres actividades culturales. Fue una época de mucho trabajo, pero al mismo tiempo me vino bien porque conocí esa parte de Oviedo y de los colegios mayores. Había charlas, conciertos, premios a personas destacadas, instituimos insignias de oro y plata. Una se la dimos a Quini, cuando jugaba en el Barcelona. El América empezó a coger un aire muy interesante porque eran los estudiantes los protagonistas de todas esas cosas, nosotros los apoyábamos desde la dirección pero las hacían ellos. También reconocimos a gente como la pianista Purita de la Riva y a la escritora Dolores Medio. Era un colegio muy activo, muy interesante. Tenía cuatro hijos e iba a nacer el quinto. Teníamos una casa grande, hecha por Vaquero Palacios".

Docencia. "Yo nunca dejé de dar clase. Tenía una actividad docente muy intensa. Además, me gustaba dar conferencias por todos lados, iba a los pueblos muy a menudo a darlas".

Consejo. "A principios de los noventa fui representante de la Universidad en el Consejo de Comunidades Asturianas. El presidente era Rafael Serrano, y yo fui uno de los vicepresidentes. Recuerdo la lucha que tuvimos para enviar dinero y comida a emigrantes asturianos a Cuba. Era el periodo especial, cuando había caído la Unión Soviética. Allí no había que comer, y los cargamentos iban por La Habana acompañados de una guardia armada. No había suministro. Por problemas de Cuba con el Principado se decidió canalizar una ayuda a través del Consejo de Comunidades Asturianas. Conseguimos enviar dinero en dólares y cheques individuales a más de dos mil nacidos en Asturias que tenían derecho a esa ayuda. La mayoría eran muy mayores. Negociamos con el Gobierno cubano y conseguimos algo que no podía hacerse: que ellos cobrasen a través de un banco cubano en dólares. Con la comida en especie hubo problemas. De hecho, apareció alguna lata de fabada a la venta en tiendas de allí".

La ciencia, hoy. "Tengo la sensación de que la ciencia en España está como siempre. Con los mismos defectos y las mismas virtudes. No creo que haya cambiado gran cosa. Y creo que ha habido un aporte de medios y de dinero muy importante a la investigación en relación con esos primeros años. Lo que pasa es que requiere siempre estar en primera línea y los medios quedan pronto obsoletos, y hay que poner otros. Eso hace que se necesite siempre mucha inversión".

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