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La falta de tiempo en consulta, clave en el abuso de recetas de psicofármacos

"El paciente quiere una solución rápida porque le ha dejado la novia y está triste, pero eso no es un trastorno", lamentan los médicos de familia

La falta de tiempo en consulta, clave en el abuso de recetas de psicofármacos

Un 30% de los médicos de familia sienten que la prescripción actual de psicofármacos no es adecuada y, de ellos, un 64% lo achacan a la falta de tiempo y más de la mitad a la falta de formación. Así lo recoge la última encuesta elaborada por el grupo de salud mental de los médicos de familia de la región, que acogió ayer el Colegio de Médicos de Gijón en un coloquio con la doctora Marta González y el psiquiatra José Filgueira como primer intento de limitar desde las consultas la dispensación de antidepresivos y calmantes. "Estamos entre los territorios que más psicofármacos consumen y puede que la solución sea poner menos etiquetas y reducir los tratamientos farmacológicos", opinó Pablo González, uno de los organizadores.

La doctora González también achaca a la falta de tiempo en consulta el aumento en la prescripción de antidepresivos. "A veces lo más fácil es poner medicación y dejar que el paciente crea que hemos hecho algo, pero no somos conscientes de la inmensa potencia que tiene el saber escuchar", aclaró, aunque también reconoce que en muchos casos es el propio usuario el que demanda que su tratamiento sea farmacológico. "El paciente quiere una solución rápida y te explica que está triste porque le ha dejado la novia, porque no llega a fin de mes o porque tuvo que hacerse cargo de un familiar. Y ahí no podemos diagnosticar una enfermedad a la ligera", apuntó.

El limitado tiempo de consulta puede inducir a errores en ambos extremos: pacientes sin ninguna patología mental que salen del despacho con una receta y enfermos que sí resultan sospechosos de padecer una patología seria que exigiría un abordaje profundo pero se van a su casa con unas pastillas para dormir. "Yo lo que noto es que mi consulta se alarga cada vez más, pero que muchas veces preferimos no tirar del hilo", reconoció.

Filgueira, por su parte, repasó la atención especializada de salud mental en Asturias en los últimos 30 años. "Al principio nos venía gente grave pero redactábamos informes favorables para que no perdiesen el trabajo. Después, los propios pacientes nos pedían que pusiésemos que estaban fatal para que pudiesen retirarse y cobrar la paga. Era una falta de respeto a nuestra profesionalidad, pero intentábamos hacer lo que más les conviniese", resumió. Cuando se empezaron a restringir estas jubilaciones anticipadas, los usuarios comprobaron que si demostraban que habían sido atendidos por urgencia podrían justificar su supuesto mal estado de salud, así que el sistema empezó a colapsarse con pacientes medicalizados desde hace años que lo único que buscaban a esas alturas era dejar de trabajar.

Y ahora la tendencia apunta a que cada vez más asturianos acaban derivados a centros de salud mental con un tratamiento farmacológico. "Si antes recibíamos a unos 1.000 por centro y año, ahora ya pasamos de los 1.300", estimó Filgueira, que reconoce atender a usuarios que antes no llegaban a un centro especializado: adolescentes con hiperactividad o trastornos de control de impulsos, ancianos con demencias, usuarios de las unidades de dolor, trabajadores con ansiedad... "Parece que ante cualquier problema de la vida hay que recurrir a un experto y medicarse, pero los expertos no están para atender casos cotidianos", recordó.

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