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Una pareja enamorada en y de Asturias

La ovetense Patricia de Llano, esposa de Tomás Pueyo, con quien tiene tres hijos, es una creativa ingeniera de Telecomunicaciones

Tomás Pueyo y Patricia de Llano, dando un paseo

Tomás Pueyo es un enamorado de Asturias, tierra que descubrió gracias a su mujer, Patricia de Llano. Ella, ingeniera de Telecomunicaciones, nació en Oviedo con raíces tinetenses: su madre es de La Millariega y su padre de Lago. Estudió en las antiguas Dominicas y realizó su formación universitaria en Madrid. Fue allí, en 2001, cuando conoció a Tomás Pueyo. "El azar nos puso en el mismo grupo de amigos y hasta hoy. ¡De eso hace ya media vida!", cuenta la pareja. Ambos realizaron después un par de años de estudios en Francia y, terminada la carrera, de vuelta a España trabajaron en Madrid antes de trasladarse a California para seguir formándose: Pueyo en Stanford y Patricia de Llano en Berkeley. En 2010 se mudaron para vivir juntos y contrajeron matrimonio en 2012. Celebraron su boda en la basílica de Covadonga. "Cada vez que he ido a Asturias, he visitado Covadonga con la familia de Patricia. He visto muchas iglesias, catedrales y basílicas, pero la de Covadonga es mágica: encajada entre montañas, escondida, sobria, espectacular... como Asturias", cuenta Tomás Pueyo, quien resalta el simbolismo de Covadonga "tanto histórico como espiritual y cultural".

No olvidan ese día: "La basílica estaba envuelta en neblina y orbayu, como enfatizando, al otorgarnos el matrimonio, su carácter asturiano". Fruto de su amor son sus tres hijos: los mellizos Olivia y Alonso, de 4 años, y el pequeño Gonzalo, de 2 años.

Tomás y Patricia se complementan. A ella la marcan la inquietud artística, sus estudios de piano y su inclinación hacia la creatividad. Hace unos años convirtió su pasión en carrera profesional y dirige el equipo de Diseño de Producto y Experiencia de Usuario en Lookout, una empresa de ciberseguridad. Su capacidad creativa sorprendió incluso a Pueyo cuando le improvisó un set de televisión en casa ante la avalancha de entrevistas que le solicitaban. Tomás Pueyo se define en cambio como "analítico". "Mi gran pasión es meterme en un rincón a analizar problemas complejos, comprenderlos, diseñar soluciones y comunicarlas".

Admiten que en San Francisco echan de menos Asturias. Patricia ha cocinado estos días bollos preñaos, aunque no cuentan con los sabrosos chorizos que preparan sus tíos. Y hay muchas tardes de recuerdo de paseos por Oviedo, "las sobremesas sin prisas, las fiestas de verano".

Ambos teletrabajan a jornada completa y estos dos meses han tenido a sus tres hijos todo el tiempo sin ayuda externa. "Saltamos de una videoconferencia a otra entre pañales, comidas, siestas, berrinches y juegos", explican. Tomás Pueyo aprovecha la madrugada para analizar más la pandemia o conceder entrevistas a este lado del Atlántico, así que agradece que su pareja haya redoblado la responsabilidad con su familia. "Cuando acabe todo esto y vuelva a la normalidad, tendré que hacerle un monumento", reconoce.

Ambos creen que han aprendido como pareja de esta pandemia: "Tratamos de ver la parte positiva del confinamiento, que es principalmente pasar más tiempo juntos. Los niños lo agradecen enormemente y nosotros también. Nos hemos dado cuenta del ritmo frenético que llevábamos antes, de un lado a otro, que la vida pasa rápido y a veces no nos centramos en las cosas que más importan".

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