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Del amor a la tierra brota el éxito

Me quedo en el pueblo | Granda (Las Regueras)

Del amor a la tierra brota el éxito

Vitorina Fernández y su marido dejaron la ganadería para dedicarse a la huerta y los manzanos: "Planto una lechuga, la veo crecer y disfruto con ello"

Vitorina Fernández Rodríguez cambió radicalmente su vida cuando, junto a su marido, decidieron dejar atrás su ganadería de leche para poner en pie su primer invernadero. Hoy tienen once. Esta mujer, que es pura energía y que transmite rápidamente la pasión que siente por su oficio como agricultora, afirma con aplomo que "el éxito del campo consiste en ser una persona trabajadora, en trabajar mucho. Mucha gente me dice: '¡Madre, qué bien estás!'. Y yo les contesto que debe de ser por lo que trabajo en los invernaderos, que me sienta bien. Y además no hay que olvidar que luego me toca la casa, que también la atiendo yo", dice quien habla del trabajo con una amplia sonrisa.

El paso de la ganadería de leche a la dedicación plena a los invernaderos fue lento. "Cuando vimos lo bien que nos fue con el primer invernadero, mi marido, José Ramón, y yo decidimos continuar y fuimos ampliando en número los invernaderos. Fue a partir de 1995. Al principio plantábamos, además de lechugas, tomates y fréjoles. Tuvimos épocas muy buenas de tomate y de fréjol, pero con los años empezaron a entrar productos de fuera y a abaratar los precios, con lo que hace unos tres o cuatro años dejamos de plantar fréjoles y tomates, y nos dedicamos de forma exclusiva a las lechugas, porque nos va muy bien con ellas, además de contar con 600 manzanos de sidra", cuenta esta mujer. Y añade: "Yo cuantifico las lechugas por docenas. En cuanto el número de ellas que puede haber por invernadero oscila entre las 5.000 y las 7.000".

Comercializa su producto con el nombre de La Huerta de Asturias y, prácticamente, incluso antes de cortarlas, ya tiene sus lechugas vendidas. No hay más que verlas para entenderlo. "Mi producto va principalmente para el pequeño comercio en Oviedo. Ahora estamos con Feito y Toyosa y estamos muy contentos", recuerda esta mujer. Eso sí, matiza que en la actualidad no todos los invernaderos están activos. "Cuando estaba nuestro hijo Álvaro así era porque nos echaba una mano y era impresionante verlos todos hasta arriba de producción. Por motivos profesionales ahora vive fuera, pero siempre que puede vuelve, sobre todo en vacaciones, y nos sigue ayudando, porque él, como nosotros, es un enamorado de su pueblo y de este trabajo", cuenta una madre orgullosa. Como sucedió con buena parte de productores agrícolas en Asturias, los meses de confinamiento por el covid-19 no le afectaron para nada, más bien al contrario. "Yo creo que hasta vendí más, no hay que olvidar que son productos de primera necesidad y siempre hay demanda. Y esos días yo creo que incluso bastante más. Las manzanas las vendemos al llagar de sidra Muñiz. El año pasado hubo muchísima manzana; sin embargo, este año hay muy poca. Hace tres o cuatro años que estamos en la denominación de origen (DOP) y las manzanas de sidra que vendemos son para sidra de selección", explica.

Cuando se le pregunta a Vitorina por su éxito, ella dice que se logra trabajando mucho y amando lo que se hace. "Prácticamente no hemos tenido vacaciones, la tierra también demanda una atención constante. Yo planto una lechuga, la veo crecer y disfruto de ella. Amo lo que hago, soy feliz aun con todas las horas que me lleva", dice una mujer que afirma que el campo tiene futuro, "pero para los que de verdad quieren trabajar. Lo que no se puede es estar trabajando en el campo y tener la cabeza en que el domingo no puedes ir a la playa. Así no. La gente que quiere emprender pero está pensando en hacer mucho dinero en poco tiempo y sin trabajar el campo como tiene que ser está perdida".

Para Vitorina hoy se puede vivir en el campo y se puede vivir bien. "Yo no tengo más producción porque no puedo, pero si pudiera sembraría tomate, espinacas, berzas, acelgas, fréjoles... De todo, porque se vende. Se vende todo", expresa. La burocracia tampoco la abruma. "Lo único que tienes que aprender es a dividir mejor el tiempo. Yo me ocupo de los invernaderos, de la pomarada, de la casa y también del papeleo. Yo la administración la llevo bien, todo consiste en adaptarte", sentencia.

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