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El hermano de la mujer aparecida tras 25 años en La Fresneda: "Dice que vivirá conmigo"

Blanca Mabel Otero, que en los últimos meses tuvo que recurrir a Cáritas, se recupera en la UCI del HUCA de graves heridas en las piernas

La extraña historia de Blanca, la mujer hallada en Asturias después de 25 años desaparecida

La extraña historia de Blanca, la mujer hallada en Asturias después de 25 años desaparecida

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La extraña historia de Blanca, la mujer hallada en Asturias después de 25 años desaparecida

"Estoy muy feliz". Una frase resume el sentimiento del hermano de Blanca Mabel Otero Álvarez, la mujer que llevaba desaparecida 25 años, hallada el pasado sábado en La Fresneda. Sus familiares no caben en sí de alegría por tenerla cerca y han podido hablar un poco con ella, a pesar de que se encuentra "algo sedada en la UCI", recuperándose de las graves infecciones que sufre en las piernas: "Le pregunté si se vendría conmigo a vivir a Gijón y me dijo que sí", celebra su hermano. Un final feliz "tras una vida buscándola".

La noticia saltó el pasado martes cuando la Policía Local de Siero hizo público que había identificado a una vecina de La Fresneda como Blanca Mabel Otero Álvarez, una mujer argentina de 68 años, que llevaba 25 desaparecida, desde que fue vista por última vez en León. Fueron los vecinos, a los que les cuidaba niños y perros, los que alertaron de que la mujer -que se hacía llamar Eva-, llevaba varios días sin dar señales de vida. Al entrar a su domicilio de la calle Camino de los Castaños, los agentes la encontraron en mal estado físico, con lesiones en las piernas y deshidratada, sentada en el suelo.

Al cotejar los datos descubrieron que se trataba de Otero Álvarez y contactaron con sus familiares. Su hermano se personó rápidamente en el HUCA y la alegre sorpresa se confirmó: era ella. "Obviamente la alegría es tremenda,", insiste el hombre, residente en Gijón, y que la tenía viviendo a menos de 30 kilómetros de su casa.

En cuanto pudo, a pesar de estar sedada, conversó un poco con ella y una de las primeras cosas que hizo fue pedirle que fuera a vivir con él. "La recuperación será lenta, me han dicho los médicos. Quiere venir a vivir conmigo y yo quiero que tenga una vida digna para el tiempo que siga aquí", subraya el hombre, que tiene mil planes con ella: "Ahora no puedo abrazarla con todo esto del coronavirus, pero sería lo primero que me apetecería".

El gran enigma que flota en el ambiente son los motivos de su desaparición. Su hermano cuenta que le gustaría conocerlos, "pero eso ya lo hablaremos cuando esté recuperada y si ella quiere abordar el tema", apostilla, huyendo de posibles especulaciones.

Lo que le preocupa a su familia es la reacción de su madre, ya muy anciana. "Después de tantos años queriendo encontrarla, ahora no se lo puedo decir porque sería un impacto. Necesito prepararla psicológicamente y poder explicarle todo lo sucedido", cuenta el hermano de Blanca Mabel Otero.

Un punto y casi final feliz a la historia familiar. Sin embargo, quedan muchos enigmas sobre la vida de Otero Álvarez durante los 25 años que estuvo desaparecida. Alguno de ellos contribuye a resolverlo el párroco de La Fresneda, José Luis Fernández Polvorosa, que mantuvo una estrecha relación con ella, especialmente a partir del mes de agosto, aunque ya la conocía de antes.

"Más o menos calculo que llevaba en ese apartamento unos ocho años, porque conozco a su casero. Al principio vivía con una chica brasileña, pero luego tuvieron discrepancias y se fue", comenta el párroco. Su interacción en aquellos años se limitaba casi exclusivamente a coincidir "cuando traía a catecismo a los niños que cuidaba".

De esta manera, Polvorosa confirma lo que ya apuntaban los vecinos a este periódico en la jornada de ayer. "Era muy trabajadora, se dedicaba a cuidar niños, pasear perros y limpiar casas. Siempre estuvo con empleo", añade.

A él siempre se presentó como Eva, el nombre que adoptó para pasar desapercibida en el vecindario. "Era una persona formada y educada, sabía medir perfectamente sus palabras. Además, era muy buena y amable. La querían mucho y la cuidaban", relata el cura.

De repente, en el mes de agosto, Otero Álvarez se puso en contacto con él. "Me pidió el número de Cáritas. Entonces me preocupé y fui a verla. Descubrí el problema que tenía en las piernas, con muchas llagas, que le impedía tener una movilidad normal", recuerda Polvorosa.

Aunque se preocupó por si acudía al médico, la mujer le dijo que "una enfermera la visitaba y que le había dado una pasta para echarse". Desde entonces, comenzó a llevarle comida a diario: "La parroquia y Cáritas colaborábamos mucho, lo mismo que sus vecinos. Lo que más pedía eran garbanzos".

El último contacto que tuvo con ella fue la semana pasada. Según cuenta, la llamó por teléfono para preguntarle si necesitaba algo y le pidió "antibiótico". Lo que obligó al propio cura a gestionar la obtención de una receta.

A partir de ahí, no hubo más contacto. Tras varias llamadas de los vecinos preocupados, la Policía Local acabó forzando la entrada del domicilio, encontrando a la mujer de 68 años en mal estado, sentada en el suelo, donde llevaba varios días. Los agentes intentaron preguntarle por su identidad y si tenía familiares. Al estar confusa, iniciaron las pesquisas para averiguar quién era, descubriendo que los datos no cuadraban con el nombre que les habían dado los vecinos. El cotejo de las huellas dactilares confirmó su verdadera identidad. Así se destapó que aquella mujer era Blanca Mabel Otero Álvarez. Ya no estaba desaparecida.

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