La de Blanca Mabel Otero Álvarez es una de las desapariciones más sonadas. Nacida en 1952 en Quitilipi (provincia del Chaco, Argentina) -a donde habían emigrado sus padres, procedentes de Sahelices de Sabero, un pueblo de León-, volvió a la provincia leonesa y trabajaba en la oficina de Renfe. Un día de 1995 pidió el finiquito y desapareció. Su ausencia fue denunciada en dos ocasiones por la familia, según aclaró ayer Luisa María Benvenuty, jefa superior de la Policía Nacional en Asturias. "Retiraron la primera denuncia y la volvieron a reactivar en 2020", precisó. En el año 2000 se descubrió que se había hecho un análisis de sangre en Avilés. Al poco tiempo, la familia recibió una carta, acompañada de una foto, en la que les pedía que dejaran de buscarla. En junio de este año, su hermano creyó que un cuerpo aparecido en 2001 en la playa del Camello, en Santander, podía corresponderse con el de ella. Reactivó la denuncia, pero la prueba de ADN descartó esta hipótesis. Al final, estaba viva en La Fresneda y apareció dos meses después.