Por las nubes. En lo más alto. Así ha puesto Vicente Díaz la romería asturiana. No se esperaba otra cosa de él, que lleva más de 40 años triunfando en el mundo de la canción popular con sonados éxitos y es indiscutiblemente el "rey del prao" en las fiestas de toda la región.
Pero es que ahora ha sido literal. Porque el artista ha cumplido a sus 71 años (en diciembre serán 72) uno de sus sueños: escalar el Picu Urriellu, el emblemático Naranjo de Bulnes, enclavado en el corazón de los Picos de Europa. Y en su cima (2.519 metros), al poco de llegar y junto a la pequeña figura de la Virgen de las Nieves, no se le ocurrió otra cosa que alzar la voz y dedicar una canción a la montaña asturiana: "Montes Cantábricos".
Tal aventura fue el 7 de julio y casi dos meses después aún sigue muy presente en la memoria del cantante, un experto montañero después de más de una década cultivando su afición, primero en grupo y en los últimos tiempos con tres amigos -"tres locos", dice con humor- con los que no hay fin de semana, siempre que la meteorología lo permite, que no se vayan a escalar algún pico por el Principado. Porque subir a los más posibles -lleva más de cien- es su objetivo.
En la lista figura ya el rey del montañismo asturiano, el Urriellu. "Es la ilusión de todo montañero llegar allí. Es una satisfacción que te quita el sentido", resume Díaz. "Contemplar desde la cima la canal de Celada, Collada Bonita, la Morra... No se puede describir". El cantante subió con una compañera de fatigas, Tamara, y con el guía Víctor Sánchez, "un crack".
Este experto alpinista tiene en su haber el ascenso a El Capitán (2.163 metros), un pico de origen volcánico de Estados Unidos localizado al sur del Valle de los Monumentos, en Arizona. "El Capitán tiene de subida 940 metros, casi el doble que la cara norte del Urriellu. Víctor tiene pendiente hacer un documental de los principales volcanes del mundo", abunda Vicente Díaz.
La ascensión al Naranjo de Bulnes discurrió según lo previsto, sin ningún sobresalto. No solo en la cima, sino a mitad de subida, tuvo tiempo el cantante para ejercitar la voz. Haciendo gala de su buen humor, allá que se animó a entonar el "Libre" de Nino Bravo. Una sensación, la de libertad, que crece en el espíritu de todo montañero a medida que se acerca a la cumbre y se aleja del suelo.
Es uno de los motivos, quizá, por el que el cantante, natural de Soto del Barco y afincado en Naveces (Castrillón), está "enganchado" a la montaña. Y a su sana afición no piensa renunciar de momento, mientras el cuerpo aguante. En sus planes está irse el año que viene a Asia, a subir hasta la base del Everest. "¡Que quede claro, a la base, no a la cima!", insiste. La alpinista asturiana Rosa Fernández, con unos cuantos "ochomiles" en su haber, le ayudará a montar la aventura, "si esto del covid, el 'bicho', lo permite".
