Asturias lleva varios decenios con la tasa de mortalidad más alta de España, pero nunca había contado hasta 10.326 muertes en los primeros nueve meses del año. También tiene la natalidad más menguada del país, pero hasta ahora tampoco había bajado hasta 3.747 alumbramientos en ese periodo. La combinación de los dos datos explica hasta qué punto el año de la pandemia ha deteriorado ya la maltrecha estadística de la población asturiana, que en la actualización del pasado septiembre llega a un punto en el que los óbitos casi triplican a los partos y cocina así la resta de habitantes más alta de la serie histórica: la diferencia entre alumbramientos y decesos le ha quitado al Principado 6.579 habitantes de enero a septiembre de este aciago 2020, a razón de 731 asturianos menos al mes y algo así como 24 al día.

Los datos recién divulgados ayer por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei) hablan de un máximo histórico de muertes que en las tres cuartas partes del ejercicio elevan en 659 las del mismo periodo del año pasado y en 621 las de la media de la década a estas alturas del año. La media de esta etapa sale a 38 fallecimientos al día, a tres cada dos horas, y el total se va acercando ya mucho, con tres meses sin contar, a los 13.006 de la cifra total del año pasado. El tope histórico son los 13.550 de 2015, un año al que éste ya supera por poco hasta septiembre.

Al efecto del exceso de decesos, que se supone agravado este año por la pandemia –aunque si se aísla la parte del ejercicio afectada, desde marzo, la región contabiliza menos muertos que en 2019– se añade el comportamiento habitual de los nacimientos, que sigue en sostenida caída libre.

En los tres primeros trimestres quedaron registrados este año doscientos menos que el pasado a las mismas alturas, y la cifra vuelve a ser la más baja de la serie histórica en nueve meses: suman 3.747 que suponen que las muertes casi triplican ya a los alumbramientos y que cada día fallecen como promedio 38 personas y apenas nacen catorce.