Entre globos y aplausos, los sanitarios del Hospital de Cabueñes (Gijón) volvieron a protestar a última hora de la mañana de ayer desde los rellanos de todas las plantas del edificio. Fue, como ya viene siendo habitual en el centro, un “aplauso irónico” a la gerencia y demás responsables del servicio, a quienes una parte de la plantilla culpan de la saturación hospitalaria. El centro tenía ayer por la mañana 166 positivos y 32 casos sospechosos, además de otros 38 infectados en la UCI y otros más de 160 enfermos de patologías no relacionadas con el virus.

El personal, sin embargo, teme que la semana que viene vuelva a ser “crítica”. Se intuye que el pico de contagios se traduzca en ingresos a partir del fin de semana. “Y ahora sí que ya no hay de dónde sacar más camas”, lamentan.

Estas protestas, que comenzaron hace ahora un mes –cuando el hospital rozó el colapso ante un aluvión inesperado de pacientes–, se han ido repitiendo semanalmente y variando sus formas de protesta. En esta ocasión, el toque llamativo fue pedir a todos los manifestantes acudir a la cita con globos rotulados con el nombre de otros compañeros que, por trabajar en plantas de aislamiento por el covid-19, no pudieron salir de su zona contaminada para participar. Otros manifestantes también elaboraron un maniquí vestido con bolsas de basura y un cartel que rezaba: “Nos están saliendo canas de pedir dimisiones”.

Lo cierto es que Cabueñes respira hoy algo más aliviado que hace un mes, cuando el Hospital de Jove y Cruz Roja todavía no estaban habilitados como centros covid y el hospital de referencia se vio al borde del colapso con decenas de pacientes sospechosos de tener el virus en Urgencias para los que no había ninguna cama libre. La situación se fue paliando a partir de entonces –y aquí es donde parte del personal justifica manifestaciones como las de ayer: creen que debería haberse planificado antes– con un nuevo plan de contingencia. Se ha ganado una nueva planta eliminando una zona de despachos –que se reubicarán a partir del lunes en unas salas prefabricadas instaladas estos días en una finca anexa–, la nueva UCI en la unidad de cuidados sin ingresos ya se ha ampliado hasta el tope de 20 camas posibles y se ha reforzado, sobre todo, la contratación de celadores y auxiliares. Cabueñes tenía ayer alguna cama libre tanto en planta como en UCI.

El cansancio entre el personal es, no obstante, “brutal”. “Esta semana estamos un poco menos saturados, pero la semana que viene puede ser crítica. Sería cuando tendrían que ingresar todos los positivos la semana pasada. Empezamos a creer que, si la semana que viene no colapsamos, podríamos ir retomando la normalidad hasta nuevo aviso. Será un nuevo momento clave”, explican los empleados.