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Habla un gijonés al que el operario sepultado por la nieve en San Isidro rescató hace un mes: “Es un profesional de la cabeza a los pies”

El joven quedó atrapado en el puerto de Tarna y destaca el "trato humano maravilloso" de Virgilio G. G.

Virgilio con su máquina, el pasado 7 de diciembre, en el puerto de Tarna.

“Virgilio me sacó de la nieve hace menos de un mes. Es un profesional de la cabeza a los pies. Un hombre encantador y servicial”. Así se expresa Nacho, un joven gijonés que en el pasado puente de la Inmaculada, en compañía de tres amigos, quedó atrapado por la nieve en el puerto de Tarna. El encargado de sacarles del atolladero fue Virgilio G. G., el operario de la máquina quitanieves arrollado ayer en San Isidro por un alud y cuyo cuerpo aún no ha aparecido. “No le conocía hasta entonces, pero hoy estoy destrozado con la noticia, y quiero rendirle un modesto homenaje contando esta historia, que será una de las miles que haya protagonizado”, explica a LA NUEVA ESPAÑA.

Y es que Virgilio G. G. no se limitó a cumplir escuetamente con su deber, sino que acompañó su actuación con “un trato humano maravilloso”, señala Nacho.

La peripecia comenzó el sábado 5 de diciembre. El puente fue infernal desde el punto de vista meterológico. El gijonés y sus amigos quedaron bloqueados por la nieve en el puerto de Tarna. Llamaron al 112 pero, además, a través de un conocido común, contactaron con Virgilio G. G.

Los pasajeros dejaron el coche y encontraron cobijo. Pero el vehículo quedó inmovilizado y a la intemperie, pendiente de ser rescatado. Virgilio G. G. estaba trabajando en otra zona de Asturias, pero “desde el primer momento se preocupó de nosotros, nos llamó varias veces, nos indicó lo que debíamos hacer, habló con sus compañeros: nos dio una tranquilidad absoluta”.

Virgilio y su máquina, el pasado 7 de diciembre, en el puerto de Tarna.

Pasados dos días, el lunes 7, Virgilio G. G. pudo auxiliar en persona a Nacho y a sus amigos: “Vino con su fresadora, nos explicó cómo funcionaba, nos dijo que llevaba 30 años trabajando con ella y que la conocía muy bien. Estaba claro que era un hombre apasionado de su trabajo y un gran servidor público”.

Finalmente, el operario de la quitanieves pudo abrir camino en medio de la nevada, y Nacho y sus amigos pudieron regresar a Gijón: “Se portó increíble, espectacular. No volvimos a vernos. Pero después de aquello, para mí es casi como un miembro de mi familia”, confiesa el joven. Desde que supo que uno de los arrollados en San Isidro era su benefactor, Nacho está “desolado”. “Solo quiero enviar todo el apoyo del mundo a Virgilio, esté donde esté, y a su familia”.

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