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La bajada de la curva sitúa a Asturias entre las regiones menos afectadas de Europa

Las fuertes oscilaciones en la incidencia de la pandemia han devuelto al Principado, en menos de un mes, desde la cabeza a la cola de España

Camas de hospital

En el valle que precede a la tercera ola, Asturias vuelve a ser una rara isla de relativa calma momentánea en la montaña rusa del covid-19. La evolución de la pandemia, pasado lo peor de la segunda avalancha de infecciones, ha devuelto al Principado a la cola del impacto de la infección en la España peninsular y le ha buscado un lugar entre las regiones europeas menos afectadas en una foto fija tomada en los últimos días del año. En el vertiginoso descenso de la primera ola invernal, mientras en el resto de España la incidencia sube y aquí se contiene la respiración por lo que pueda venir este enero, Asturias es de nuevo la región española que mantiene más a raya el impacto del coronavirus, o al menos la que se preserva más a salvo del nivel de alerta roja que invade gran parte del continente.

En los mapas del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, actualizados a la última semana de 2020, en la península ibérica sólo Asturias está teñida de ámbar en un semáforo continental de riesgo que se evalúa de acuerdo con un indicador que combina la tasa de casos positivos por 100.000 habitantes con el porcentaje de positividad de las pruebas de diagnóstico practicadas en cada territorio. Mirando al resto de la UE, apenas comparten esta condición Bretaña y Córcega en Francia y unas cuantas regiones griegas y escandinavas.

El resto es casi todo rojo, peligro, mientras Asturias se da una tregua, otra, gracias al rápido descenso que han experimentado sus niveles de incidencia en las últimas semanas. Con sus 119 positivos por 100.000 habitantes al finalizar el año, la región ha vuelto a la cola de España, lejos de los más de quinientos con los que Extremadura o Baleares marcan ahora el tope nacional, y se afianza también en la zona menos afectada de Europa, aun más alejada del máximo continental, los 1.444 casos de tasa de la región a la que pertenece Vilna, capital de Lituania, y de los más de 1.300 de la Suecia meridional y el Gran Londres. El último valor que esta estadística asigna al Principado sirve para ilustrar la presurosa bajada que ha enfilado la curva pandémica en una región que hace unas pocas semanas todavía tenía esos guarismos por encima de seiscientos y que en menos de un mes, del 27 de noviembre a Nochebuena, ha pasado del lugar más alto de la tabla autonómica al más bajo, igual que antes se había disparado rápidamente de la cola a la cabeza.

Lo dicho, una montaña rusa en la que ahora el Principado comparte el ámbar de la parte más suave de la ola de la incidencia diaria con Andalucía y Canarias en España y con menos de treinta regiones en el contexto europeo. Están por debajo de Asturias Bretaña y Córcega en el entorno próximo y más lejos un puñado de demarcaciones repartidas en su mayor parte entre Grecia y Escandinavia. Ocupa el Principado, con su etiqueta de autonomía española menos afectada en la actualización de fin de año del resumen de impacto de la pandemia, el puesto 199 de 227 regiones europeas en la clasificación de la incidencia diaria.

A favor de esta súbita suavización del golpeo del coronavirus en Asturias ha jugado hasta ahora también la menguada tasa de positividad de las pruebas practicadas, que en la última fase de diciembre había vuelto a situarse por debajo del umbral del riesgo, localizado por debajo del cinco por ciento. También en este punto es el Principado la única región española con Canarias que cerró 2020 y una de las pocas de Europa con valores de menos de cuatro. Su lugar aquí ronda igualmente el doscientos, aunque este indicador es la parte de la estadística pandémica asturiana que más se ha enturbiado en los últimos días, con dos valores seguidos que en Nochevieja y Año Nuevo desbordaron esa frontera hasta llegar, respectivamente, al 5,43 y al 7,3 por ciento el 31 de diciembre y el 1 de enero.

No se apoya sólo en este motivo la constancia generalizada de que el control de la pandemia está todavía muy lejos. Pese a las diferencias regionales y nacionales detectadas en el impacto del coronavirus, y aunque los informes de situación del Centro Europeo de Enfermedades constatan una “estabilización o reducción en la positividad de la prueba y en la ocupación de hospitales y UCI”, también observan con un emplazamiento a la precaución que “los valores absolutos de estos indicadores siguen siendo altos, incluso cuando se mantienen estables o disminuyen, lo que sugiere que la transmisión sigue siendo generalizada”.

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