El riesgo de aludes en la subida a San Isidro obligó en la mañana de ayer a suspender el rastreo en el lugar de la avalancha que sepultó al operario de carreteras del Principado Virgilio García, el día de Año Nuevo. Anteayer, viernes, habían accedido a la zona miembros de Bomberos del SEPA, del grupo de rescate y de la Unidad Canina y habían comenzado a buscar al desaparecido con sondas en algunos de los puntos señalados por los dos georradares con los que se ha recorrido la zona de la avalancha, entre las viseras y el mirador de Zuvillaga. A la zona no se permite acceder a personas ajenas al operativo.

Además, se ha tenido que suspender la apertura de la carretera desde el lado leonés, aunque ya en territorio de Asturias, con varias máquinas, entre ellas una fresadora similar a la conducida por Virgilio García, que quedó partida en varias partes, tal fue la fuerza devastadora de la avalancha registrada el 1 de enero.

El tiempo volverá a empeorar en la zona alta de Aller a partir del próximo martes, siendo posible que vuelva a nevar a cotas relativamente bajas. Este empeoramiento de las condiciones meteorológicas obligará previsiblemente a posponer las tareas de búsqueda. El rastreo se prevé que vaya a durar bastante tiempo, aunque en este caso se cuenta con la ventaja de que el lugar donde puede encontrarse el operario está muy localizado y limitado espacialmente. Otra cosa es la cantidad de nieve que haya podido sepultarlo.

La zona de búsqueda se divide en dos partes, una superior, a la altura de la carretera, completamente cubierta por la nieve, y otra en el fondo del barranco, con una cascada casi vertical en el medio. La búsqueda de anteayer, viernes, se concentró en la parte alta y más accesible de la zona de búsqueda.

El rastreo de la parte del barranco será la de más dificultad y mayor riesgo para el personal de rescate. En la zona no podrán entrar más de cuatro o cinco rescatadores provistos de sondas y asegurados por los laterales. Como indicaron miembros del Greim de la Guardia Civil en días pasados, esta zona no cuenta con vías fáciles de escape, por lo que el rastreo debe realizarse cuando no haya riesgo alguno de avalanchas.

Largos rastreos

Este tipo de rastreos pueden llegar a prolongarse durante semanas, como el que se vivió en 1986 en las Ubiñas, para recuperar los cuerpos de los montañeros Javier Centeno y José Luis Cabal, sepultados por una avalancha en la canal de les Fanes, entre Peña Ubiña y Peña Cerreos. Los cuerpos fueron recuperados al cabo de cuatro meses y 19 días de rastreos diarios, en los que llegaron a participar hasta 600 personas.

Los montañeros recuerdan, no obstante, otro rescate aún más largo en la Cordillera Cantábrica, el de dos jóvenes burgaleses que desaparecieron el 14 de enero de 1996 en el Curavacas, en Palencia, y cuyos cadáveres fueron encontrados más de medio año después, el 31 de julio, en un nevero de la cara noroeste del pico.

En el caso de Virgilio García, no se prevé que la búsqueda sea tan larga. La familia está pasando momentos muy duros al ver transcurrir los días sin que se encuentre el cadáver del operario. Fue a través de los compañeros de su hijo que se pudo contar con un georradar traído desde Letonia, al que se suma otro de arrastre de la Universidad de Oviedo.