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La vieja normalidad: así viven los asturianos que continúan en Asia un año después del inicio de la pandemia del coronavirus

El ovetense Carlos Justel y el gijonés Felipe Sánchez relatan cómo la vida en China sigue sin mayores sobresaltos: “Son un ejemplo”

Carlos Justel, en los Campeonatos de China de piragüismo del pasado verano, con una deportista local.

Hace justo un año, dos asturianos asistían en China al inicio de la pandemia con una mezcla de incertidumbre y asombro. El fisioterapeuta ovetense Carlos Justel y el gijonés Felipe Sánchez han pasado un año entero en el gigante asiático conviviendo con el covid-19 de forma muy diferente a como lo hubieran hecho en España, y no pueden evitar hacer comparaciones: “En China se ha controlado mucho”. Carlos Justel ha vuelto a casa, Felipe Sánchez sigue en China, y lo que tienen claro es que, aquí o allá, la experiencia les ha marcado de por vida, sin tener la certidumbre de que esa vida vuelva a ser como antes del coronavirus, da lo mismo en un lugar que en otro.

Justel, de 39 años, nacido en Oviedo y afincado posteriormente en León, llegó a la provincia de Guizhou, en el suroeste chino, para trabajar en el lago Hong Feng como fisioterapeuta de piragüistas de élite. Aterrizó en China el 1 de diciembre de 2019, cuando el coronavirus era algo exótico en Occidente. Un año después, cumplido su contrato, ha regresado a España y le cuesta resumir los trece meses que pasó tan lejos y el nuevo modo de vivir. “Hubo de todo un poco”.

La idea principal con la que se queda después de su periplo es la de que en China la seguridad “fue y es extrema”. Yse explica: “Necesitas un código de Salud para entrar en prácticamente cualquier sitio, supermercados, centros comerciales, transporte público... Es un país que da sensación de seguridad en todo momento”, asevera, porque las autoridades se aplican con ahínco en hacer “controles de dónde has estado los últimos 14 días, controles en aeropuertos, estaciones... y pruebas PCR en caso de que sea necesario en cualquier momento”.

Eso, ahora. Porque al principio se cerró todo “aproximadamente dos meses y medio o tres. En mi caso, no pude salir de la base de entrenamiento donde trabajaba , pero seguí trabajando prácticamente con normalidad”. “Creo que esto, y el plan desarrollado durante ese encierro, ha sido clave para que ellos hayan controlado esta situación”. Y por ello la gente en China “para mí es un ejemplo en este tema, están muy concienciados de la gravedad y la importancia del virus, y así lo hacen saber y toman las medidas de prevención oportunas”.

¿La clave? “Actuaron todos a una, siendo solidarios , y ahora disfrutan de una vida prácticamente normal. Para mí, en este tema son un ejemplo como país y como sociedad”, insiste. Gracias al esfuerzo colectivo, “a partir de junio de 2020 la vida fue ya normal. Usábamos mascarillas en transporte público, hospitales y poco más”, explica. Es más, “en mi caso fuimos a los Campeonatos de China con total normalidad, con público y normal funcionamiento”. Por eso a la vuelta le chocó “un poco todo... En mi caso, apenas he visto a familia y a algún amigo. Lo más extraño es no poder disfrutar de la gente a la que quieres de una manera normal”, reflexiona.

Felipe Sánchez, ayer, en el Bund, en Shanghái.

Carlos Justel trabajaba como fisioterapeuta para la empresa TopSupport en un centro de alto rendimiento de remo, canoa, kayak y aguas bravas en la provincia de Guizhou, y a su vuelta se ha reincorporado a su puesto de trabajo como fisioterapeuta en la clínica Fisiorama de León. “Al mismo tiempo seguiré prestando servicios para el circuito WTA de tenis profesional femenino en diferentes torneos internacionales como Dubái o Madrid”, explica, y sabe que “no será como en China”, porque la sensación de normalidad está aún lejos de conseguirse.

Felipe Sánchez, gijonés de 42 años, llevaba siete meses en China cuando se desató la locura, en febrero del año pasado. El último año ha vivido en un centro de alto rendimiento de la isla de Chongming, a 50 kilómetros de Shanghái, donde trabaja como entrenador de judo. “El inicio de la pandemia en China me pilló en Pekín en pleno cambio de trabajo. A mi llegada a Shanghái en febrero estuvimos tres meses sin poder salir del centro deportivo, pero, una vez que pudimos salir en mayo, la vida volvió a la normalidad para nosotros”, resume en la misma línea que el ovetense.

Únicamente hay obligación de llevar mascarilla en los transportes públicos “y poco más”, y mientras en China la situación con el virus iba mejorando a lo largo del año pasado, aunque con algún caso en otras provincias, “la situación en Shanghái era muy buena y cada vez se notaba en la vida diaria. Más ambiente en las calles, más movimiento comercial, comienzo de actividades culturales, conciertos, cines...”, enumera. Lo único en lo que condicionó el virus al gijonés durante los meses pasados “era que al cambiar de provincia para ir a competir teníamos que hacer una PCR antes de ir y al volver”. Una nadería a cambio de una vida casi normal.

Este último mes de diciembre Felipe Sánchez decidió volver a Asturias unos días para ver a la familia, “aunque mucha gente no me recomendaba por el miedo a quedar atrapado allí por cambios de normativa o bien por riesgo a infectarme”. Al llegar a España “no tuve que hacer control alguno, pero a mi vuelta en enero tuve que hacer PCR y antígenos 48 horas antes de volar, y al llegar a China cuarentena de 14 días en un hotel asignado por ellos sin poder salir, más dos test el día de la llegada y un día antes de la salida del hotel. Tras ese protocolo, ya pude incorporarme a mi trabajo en el Centro de Alto Rendimiento de Shanghái”, explica para ilustrar las enormes diferencias de control respecto de España.

Casos bajo control

Además, a su llegada a Asia “ en enero empezaron a salir nuevos casos de contagio local a raíz de un médico, por lo que se extremaron precauciones en toda la ciudad, y durante dos semanas se temía lo peor”, cuenta desde allí. Y una vez más, la eficiencia para alcanzar el control: “Mediante test masivos en las zonas afectadas y a través de una aplicación móvil para rastrear los contactos de los contagiados y otras medidas, lograron controlar la situación y Shanghái lleva un par de semanas sin casos de transmisión local”.

Eso sí, todos los días aparecen “entre cinco y diez casos de gente que vuelve de otros países, pero al tener que estar en cuarentena rápidamente son controlados y no afectan al funcionamiento normal de la ciudad”. Con todo ello, para el gijonés está claro que “China está aplicando medidas duras y contundentes, pero sin duda eficaces”. También en el gigante asiático han empezado hace meses a vacunar a la población, con los grupos de riesgo, sanitarios y personal de aeropuertos entre los colectivos prioritarios.

Los extranjeros que como él viven en China “vemos con muy buenos ojos las medidas que se toman, porque podemos percibir que funcionan y son acordes a la lógica, no como pasa en nuestro país, o al menos así lo veo yo”, asevera. Lo malo, continúa, es que “hasta que la situación no mejore en el resto de países China no abrirá fronteras o quitará la cuarentenas a los viajeros que vengan de otro país, por lo que se hace difícil volver a casa por vacaciones o poder competir con mi equipo fuera de China”.

El 2021 se prevé que será todavía un año complicado en todo el mundo, “pero esperamos volver pronto a la normalidad, disfrutar de la experiencia asiática y poder regresar a casa sin problemas cuando se pueda”. Para él, parece un peldaño más cerca.

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