“Los topónimos nos enseñan historia, son oro puro, una fuente de información tremenda”, asegura Nati Torres Rodríguez, miembro el grupo de investigación Vestigia, que ayer pronunció una nueva conferencia dentro del ciclo “El paisaje toponímico en el Tiempo”, en el Real Instituto de estudios Asturianos (RIDEA).

En “Los vestigios del Montsacro a través de sus topónimos”, el título de su ponencia, Torres presentó las conclusiones de una larga investigación sobre un documento del siglo XII, una lista de topónimos del “cotho de montesacro”, con las denominaciones de los terrenos donados para la caza. “Se tenía conocimiento de él hacía muchos años”, comenta la investigadora, pero el equipo Vestigia acudió al original, que se conserva en el archivo del monasterio de San Pelayo.

Al principio, explicó, pensaban que esa lista de topónimos, nombres como Irterportas, El Vallín, La Texera, Fusellos o Cova Overa, se circunscribían al monte, pero luego comprobaron que el coto al que hace referencia el texto se extendía por los concejos de La Ribera o Ribera de Arriba, Quirós y Riosa.

“Llevamos años detrás de esos topónimos, este año de pandemia pudimos bucear más por los mapas”, comenta Nati Torres, y destaca la aportación de Xulio Concepción Suárez, organizador del ciclo del RIDEA sobre toponimia asturiana, y cuyo impulso, dice “ha sido fundamental” para el desarrollo de su trabajo.

Vestigia ha localizado quince topónimos de ese documento medieval, que aluden a los espacios en función de su forma o de su producción. Interportas, por ejemplo, servía para denominar a un paso muy estrecho. Son, explica Nati Torres, topónimos muy singulares, lo que les ha ayudado en sus indagaciones. “Son muy específicos y al estudiar la documentación no se encuentran en otros sitios”, comenta.

Enrique López, canónigo de la Catedral de Oviedo, también les ha prestado ayuda en este proyecto. “Él nos animaba y nos decía: ‘El topónimo siempre deja un rastro’; hay que buscar cosas que suenen más o menos igual”, cuenta Torres. La investigadora dice que son una puerta a la historia. En Ribera de Arriba, gracias a esta investigación, supieron de la existencia de una malatería, un hospital para leprosos, en Soto de Rey, que creen no estar lejos de poder ubicar.