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Los jóvenes asturianos, ante una nueva EBAU marcada por el covid: ¿volverán a dispararse las notas de corte?

“La prueba es más fácil por el covid, pero eso juega en nuestra contra en el acceso a ciertos grados”, dicen los aspirantes al examen del día 8

Estudiantes participantes en la EBAU del año pasado en Gijón.

Más de 4.000 bachilleres se enfrentarán a la EBAU en poco más de una semana –del 8 al 10 de junio en convocatoria ordinaria– con el temor a que las notas de corte vuelvan a dispararse. El curso pasado las calificaciones finales de acceso a la Universidad de Oviedo llegaron a subir hasta un punto y medio –el caso de Psicología– y la nota más alta fue de casi un 13. En concreto, fue de un 12,985 para el doble grado de Física y Matemáticas, que superó por primera vez a la titulación de Medicina (12,908). Todo ello fue fruto de un examen “más fácil” y unas medias de Bachillerato “infladas” por la pandemia, según sostienen los estudiantes de este año, que realizarán otra EBAU adaptada al covid, con más preguntas para elegir. “Es más fácil y nos permite lucirnos en aquello que se nos da mejor, pero eso también juega en nuestra contra porque las notas de corte son más altas”, afirman.

Así lo cree Rosa Mei Antón Rodríguez, ovetense de 18 años y alumna del colegio Santa María del Naranco. Baraja estudiar “alguna ingeniería” y afronta la prueba con cierto miedo. “Es un examen más fácil, que te permite organizarte mejor. Pero me organizo yo mejor, y toda Asturias y toda España...”, comenta. Como consecuencia de la mayor flexibilidad que tendrá la EBAU de este año, Gema Sustaeta Villaverde, candasina de 17 años y estudiante del Bachillerato de Ciencias Sociales del instituto de Candás, dice que en Historia “con solo estudiar la mitad del temario ya apruebas”. “De momento estoy relajada, pero los nervios imagino que llegarán en los próximos días. No veo que sea muchísimo para estudiar y estoy repartiendo el temario por días”, señala la joven, que quiere estudiar Comercio y Marketing en Gijón.

Carla Agustiño Caveda, ovetense de 17 años, del IES La Ería, afronta, en cambio, los tres días de pruebas con “mucho miedo y un poco de incertidumbre”. Aunque reconoce que los exámenes son “más fáciles y te permiten lucirte en aquello que se te da mejor”. “Por ejemplo, yo en Lengua soy nefasta en sintaxis, así que la flexibilidad del examen me da pie a centrarme en literatura, que me gusta más”, señala. Agustiño, que quiere matricularse en Psicología, cree que las notas de corte volverán a subir este año, pero quizá menos que el pasado: “La media del Bachillerato pienso que no será tan elevada”.

La calificación más alta del año pasado fue de casi un 13 en el doble grado de Física y Matemáticas

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Lo mismo opina la gijonesa Leire Tornavaca Trelles, de 17 años y alumna del colegio Montedeva de Gijón, cuyo objetivo es entrar en Medicina. Aun así confiesa que está viviendo un momento de “mucho estrés”, ya que necesita una nota alta y la EBAU “es teóricamente más fácil”. “Nos dan un montón de opciones por prueba, pero a mí me está resultado difícil hasta qué escoger”, asegura. “Las notas de corte serán altísimas, y no creo que en cursos posteriores, cuando la prueba vuelva a la normalidad, volvamos a ver estos números”, agrega. Pese a la presión, Tornavaca dice que tiene “múltiples opciones en la cabeza”: desde entrar en Enfermería y luego pasarse a Medicina, hasta presentarse a la EBAU de julio.

La avilesina Lara Prendes Villanueva dice estar preparando los exámenes de acceso a la Universidad “con cabeza”. “Mi intención es estudiar un doble grado en Ciencias Políticas y Filosofía en la Complutense de Madrid. Necesito nota, pero tampoco una excesiva. Así que lo estoy mirando todo, aunque siendo consciente de que la prueba es más fácil y que hay partes que puedes quitar”, explica. A la alumna del IES Carreño Miranda de Avilés le “impone” que el año pasado hubiese asignaturas en las que la nota subió “dos puntos” como consecuencia de las facilidades puestas por la pandemia.

Irene González Álvarez, ovetense de 17 años y estudiante del IES La Ería, considera la EBAU una prueba “muy injusta”. “Da pena que todo el esfuerzo hecho en dos años te lo juegues en un examen”, dice. González, que aspira a empezar en septiembre un doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual, llega a la Selectividad con “bastantes nervios” por la subida de las notas de corte. “Creo que deberían hacer un examen intermedio entre lo que exigen este año y los anteriores a la pandemia”, apunta. La candasina Marina Tirador Fernández, de 17 años y del IES Candás, también tiene metido el “miedo” en el cuerpo, porque “al final te la juegas todo en tres días”. “Sé que es una prueba más fácil que otros años, pero estoy muy nerviosa”, admite. De nuevo, porque las notas de corte en Maestro en Educación Infantil, la carrera que quiere estudiar, subieron “bastante”.

Los efectos de la pandemia en los bachilleres: “Eran todos los días iguales; del instituto a casa”

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Gabriela Parés Penela, de 17 años y del IES Carreño Miranda de Avilés, no siente esa presión. Estudiará un grado de Ciencias Sociales en una universidad francesa, en la que ya ha sido admitida. “Aun así, estoy nerviosa por la EBAU. Es más fácil, pero hay que pasar por ello igual”, sostiene. El gijonés Javier Fernández Álvarez, de 17 años y del colegio Montedeva, está “bastante más relajado” que otros compañeros porque dice que no necesita mucha nota para entrar en Historia. “Tengo buena media en el Bachiller y el hecho de que la EBAU vaya a ser más fácil ayuda”, apostilla. El año pasado, en la prueba de acceso a la Universidad hubo más aprobados que nunca: el 95,17 por ciento. Y con una nota media de notable.

La falta de ocio por el virus

¿Y cómo les afectó este curso la pandemia a los futuros universitarios? Principalmente, contestan, a nivel de ocio. “Es importante estudiar, pero también el ocio y el desconectar; y como apenas lo tuvimos, yo noté que rendía menos académicamente”, opina Rosa Mei Antón. “Eran todos los días iguales, anímicamente me afectó”, expresa Lara Prendes. “No podíamos hacer nada: instituto, casa, a estudiar; fue muy duro”, añade por su parte Irene González. “Yo soy una persona muy sociable y quedar con los amigos para tomar un café ya me daba la vida”, reconoce Leire Tornavaca. Sin embargo, este curso no hubo casi cafés. Y hay quien del encierro forzado sacó provecho.

“Al pasar más tiempo en casa, tuvimos menos tentaciones de no estudiar”, opina Gabriela Parés. “La parte positiva es que invertimos más en estudiar”, indica en la misma línea Carla Agustiño. Y otros, como Marina Tirador, aprendieron a desconectar de otra forma: “Ahora salgo a caminar y eso es algo que me ayuda mucho a despejar del estudio”.

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