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Cálido homenaje en la Universidad al geólogo Manuel Prieto, “un genio, un maestro y un padre”

El catedrático fue nombrado ayer socio de honor de la Sociedad de Mineralogía y se emocionó al escuchar los elogios de una decena de discípulos

Manuel Prieto, tercero por la izquierda, junto a Juan Manuel García, Humberto Rodríguez Solla y Blanca Bauluz, ayer, antes del homenaje en el Paraninfo del edificio histórico de la Universidad de Oviedo. | Luisma Murias

Manuel Prieto Rubio, profesor jubilado del departamento de Geología de la Universidad de Oviedo, se quedó ayer casi sin palabras de la emoción. Sabía que iba a ser homenajeado por la Sociedad Española de Mineralogía (SEM), quien le nombró socio de honor, pero lo que quizá no esperaba era tanto cariño por parte de compañeros y discípulos en un acto que se alargó más de una hora en el Paraninfo del edificio histórico. En la distancia, una decena de exalumnos, repartidos por todo el mundo, le describieron en un vídeo como un “genio”, un “sabio”, un “maestro”, un “hombre inalcanzable” y, sobre todo, un “buen amigo” y un “padre”. A Prieto se le llenaron los ojos de lágrimas, se le resquebrajó la voz y se limitó a dar “las gracias”.

“Gracias –consiguió expresar– a SEM por nombrarme socio de honor. Y gracias a la Universidad de Oviedo, a la que vine en 1991 (procedente de la Complutense de Madrid) y fui muy bien recibido”. “Recuerdo que un fin de semana subí al puerto de la Cobertoria: vi las nubes levantándose del suelo y pensé que este sería un buen sitio para estar”, añadió muy emocionado. “Y aquí llevó ya 30 años; 27 en la Universidad de Oviedo y otros tres como jubilado. Y aquí seguiré”, remató. El catedrático de Cristalografía y Mineralogía pidió “perdón” por “estar tan torpe”. “Pero es que –confesó– es distinto hablar de termodinámica de soluciones sólidas a hablar de la vida”.

Manolo Prieto, como le conocen en las aulas, confesó, antes de derrumbarse por la emoción, que en la universidad aprendió mucho, pero “quizá una de las cosas que más contribuyeron a mi formación científica fue mi militancia en el partido comunista”. “Mi capacidad docente se debe a mi capacidad de oratoria que adquirí durante la militancia”, señaló.

Como contó su gran amigo Juan Manuel García Ruiz, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Manolo Prieto no quería ser geólogo en sus inicios, sino físico. De hecho, empezó la carrera hasta que fue expulsado durante el estado de excepción de 1969. Al año siguiente se matriculó en Geológicas y del 72 al 74 fue reclutado por las tropas nómadas del Sáhara Occidental. De allí, señaló García Ruiz, el profesor madrileño volvió “con el amor por los fósiles”. A partir de ahí su carrera en el campo de la Cristalografía y Mineralogía fue en ascenso, llegando a realizar varias estancias en el extranjero y conociendo en una de ellas a Andrew Putnis, uno de los grandes de la mineralogía y que ayer mandó un cariñoso mensaje al homenajeado desde la Universidad de Münster, en Alemania.

A Asturias y a la Universidad de Oviedo, Prieto llegó en 1991 convirtiéndose, según sus exestudiantes, en “no solo un profesor, sino en mucho más”. “Manolo encierra todo un periodo geológico”, aseguró Cristóbal Viedma, profesor en la Complutense de Madrid. El grupo de investigación que lideró en la Universidad de Oviedo fue, de hecho, puntero a nivel mundial en el crecimiento de cristales. “Manolo creó su propia escuela y somos muchos los que seguimos enseñando dentro de ella. Creo que eso es lo mejor que se puede decir de un maestro”, dijo Carlos Pina, de la Complutense. Sus discípulos resaltaron igualmente su faceta personal, llegando a afirmar Dionisis Katsikopoulos, de Grecia, que para él fue “como un padre, siempre disponible para dar consejos, tanto científicos como personales”. “El profesor es un hombre inalcanzable desde todos los puntos de vista. Me ha enseñado que la ciencia necesita un poquito de locura”, comentó Fluvio di Lorenzo desde Suecia.

Después de tantos elogios, Manuel Prieto, que también fue decano de la Facultad de Geología, recibió de manos de Blanca Bauluz, la presidenta de la Sociedad Española de Mineralogía, el obsequio de una fluorita para “recordar este día”. El acto lo cerró el vicerrector de Relaciones Institucionales y Coordinación, Humberto Rodríguez Solla. “La contribución de Manolo a nuestra Universidad –destacó– no se puede cuantificar. Puso en el campo de la Mineralogía a nuestra institución académica en el mapa internacional. E hizo que muchas empresas colaborasen con nosotros”. “También fomentó en las aulas un clima crítico y cercano. Su meta siempre fue más enseñar que evaluar”, concluyó Rodríguez Solla, que disculpó la ausencia del rector, Ignacio Villaverde.

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