El pasado miércoles, la ministra de Hacienda hizo descansar la viabilidad del proyecto de presupuesto para 2022 sobre una expectativa de alza en la recaudación tributaria que despierta recelos y abierta suspicacia en algún sector de la academia. María Jesús Montero pronostica subidas en los ingresos del IRPF, en el IVA por la mejora del consumo o en el Impuesto de Sociedades por la mejora de los beneficios empresariales… “Se ha presupuestado un incremento de ingresos y, sobre todo, de recaudación impositiva que probablemente sea difícil de cumplir”, avanza Santiago Álvarez. “Eso va a aumentar el déficit por encima de lo previsto”. El juicio crítico del profesor de Hacienda Pública de la Universidad de Oviedo cuestiona el respaldo con el que el diseño presupuestario prevé sustentar el aumento del gasto público, entiende que la estimación alcista de los ingresos está sobrestimada y vaticina que el nuevo escenario presupuestario “va a contribuir a prolongar el desequilibrio de las cuentas públicas muy probablemente por encima de las previsiones del Gobierno”.
Álvarez ejemplifica con el “bono cultural” de cuatrocientos euros para jóvenes su consideración sobre la incorporación de “partidas de gasto bastante discutibles”, “electoralistas” o directamente “inoportunas en un momento en el que necesitamos políticas de consolidación fiscal y ayuda para salir de la crisis”. El proyecto amenaza, pues, de acuerdo con esta perspectiva, con “una vulneración de las reglas de disciplina presupuestaria”.
Como sostén del cálculo expansivo del Ejecutivo está también, o sobre todo, el colchón de los fondos europeos, con 27.633 millones de euros consignados en este presupuesto hinchado, sobre todo, por la vía de la financiación procedente de la UE. ¿Pan para hoy y hambre para mañana? Depende. El economista entiende la nueva coyuntura como una siembra hacia delante, como una invitación muy seria a prestar atención al sentido del gasto. “Tenemos que ser conscientes de la gran oportunidad que se abre para transformar la economía española y la de la UE”, avanza. “No invertir de manera adecuada para potenciar esa transformación equivale a perder la gran ocasión de tener una economía adaptada al mundo que nos viene”, agrega.
