Así funcionan los medidores de CO2 que inundan ya los bares: "Hay que acatar para que esto se acabe cuanto antes"

Gran parte de la hostelería se adelantó a la medida ahora obligatoria en Asturias: "Nos gusta que la gente se sienta fuera de peligro"

Julio Fernández muestra su medidor de CO2 en su negocio, el bar “Bango7plazas”, en Oviedo

Julio Fernández muestra su medidor de CO2 en su negocio, el bar “Bango7plazas”, en Oviedo / Miki López

Joaquín Alonso

Las medidas para hacer frente a la pandemia vuelven a acaparar las conversaciones de los hosteleros. Y ahora con los medidores de CO2, que el Gobierno de Asturias exige desde ayer -aunque da una semana de plazo a quien no los tenga para instalarlos- en todos los establecimientos de hostelería y gimnasios, lugares interiores donde la mascarilla no se mantiene puesta. La norma también afecta a recintos en los que se congreguen simultáneamente más de 500 personas, aunque la mascarilla se use de manera permanente. Lo cierto es que muchos hosteleros, que no quieren oír hablar de nuevos cierres o altas restricciones, ya contaban con este dispositivo: "Queremos que se acabe esto cuanto antes".

Ana y Julio Fernández, propietarios del “Bango7plazas”, un local próximo a la Biblioteca Central de Oviedo, ya habían puesto el suyo desde hace días. “Nosotros nos adelantamos, al igual que con el resto de medidas que suelen poner”, cuentan. El establecimiento cumplía a la perfección todas las recomendaciones sanitarias: mamparas entre comensales, reducido número de mesas, geles hidroalcohólicos por todos los rincones; y la reciente incorporación, el famoso medidor. “El nuestro hace de todo. Mide la humedad, pone la hora… Cuesta hasta entenderlo. De hecho, no tuvimos tiempo todavía para saber bien cómo funciona, estamos un poco de pruebas”, confiesa la empresaria, que se gastó 60 euros en el aparato. El matrimonio de tiene situado el suyo al fondo del restaurante, alejado de la puerta, “porque si no, no sirve de nada”.

“Si pasa de 800 hay que empezar a ventilar, aunque desde el Principado están diciendo que la cifra recomendada no debe superar las 700 partículas por millón (ppm) más o menos”, estima Julio Fernández, quien tiene una aplicación móvil que le indica en tiempo real todas las mediciones. “Si está verde, está todo bien. El problema es cuándo se pone rojo; entonces hay que abrir ventanas”, explica su mujer. Ellos cumplen, a rajatabla. “Las normativas, valgan o no valgan, te gusten o no te gusten, hay que acatarlas. Queremos que se acabe esto cuanto antes. Además, nos gusta que la gente se sienta fuera de peligro aquí”, manifestaban.

Los propietarios deben situar los sistemas de medición en un lugar visible para la clientela y vigilar que la concentración de CO2 no rebase el límite. Si se supera, será necesario reforzar la ventilación natural o forzada del local. Aún disponen hasta el 18 de diciembre para colocar los aparatos en los establecimientos, aunque la norma entró en vigor ayer y muchos ya se habían adelantado a ella.

Julio Fernández muestra su medidor de CO2 en su negocio, el bar “Bango7plazas”, en Oviedo

Julio Fernández muestra su medidor de CO2 en su negocio, el bar “Bango7plazas”, en Oviedo / Miki López

Lucas Zambrana está pendiente del suyo mientras atiende a los clientes desde la barra del bar en el que trabaja, el “Prida”, en las inmediaciones del mercado del Fontán.  Marca 400, “una cifra que está en la media”, indica el camarero. La medida no les pilló por sorpresa, ya se imaginaban que lo acabarían poniendo "por 60 euros". “Ya lo habían hecho con el ocio nocturno y estaba claro que iba a tocarnos tarde o temprano, pero nos parece correcto”, comenta. Unos instantes después, tras la entrada de varias personas que para merendar, el medidor eleva la cifra. “Mientras no pase del límite no empieza a pitar. En ese caso, se pone de color rojo y hay que ventilar el establecimiento”, explica Zambrana, quien cree que la gente no va a dejar de acudir a los locales hosteleros por medidas como esta. “La gente no tiene mucho miedo ya, están un poco hartos de todo, por lo que pensamos que no va a suponer un descenso de ventas. Aún así, estamos contentos de que lo que nos manden sea esto, y no nos obliguen a volver a las restricciones severas”, manifiesta el trabajador.

Lucas Zambrana coloca el medidor encima de la cafetera del bar donde trabaja, en Oviedo

Lucas Zambrana coloca el medidor encima de la cafetera del bar donde trabaja, en Oviedo / Miki López

Eva Llano y Eduardo López, propietarios del bar “La Caleyina”, en Oviedo, están todavía esperando a que les llegue el artilugio, pero tienen muchas dudas sobre su funcionamiento. “Nos dicen que tenemos que poner esto, pero no indican cuántos, ni dónde, ni cómo, ni nada. No tiene sentido. Además, hay una variedad de precios enorme, ¿Cuál hay que comprar?”, se cuestionan. La pareja de hosteleros tiene un local dividido en varias partes, por lo que no saben el número de unidades que deben comprar, aunque ya tienen uno en camino. “Aquí tenemos muchos espacios y solo tenemos la puerta para ventilar. El local es así, nosotros no podemos hacer nada”, explica López.

Eduardo López y Eva Llano leen la noticia de la implantación de los medidores en LA NUEVA ESPAÑA

Eduardo López y Eva Llano leen la noticia de la implantación de los medidores en LA NUEVA ESPAÑA / Miki López

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