La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Me quedo en el pueblo

Apuesta por una huerta ecológica familiar en Nava: Paula Cristóbal y Xuan Antón Cadierno le dan una vuelta al campo asturiano

"Tenemos la necesidad de hacer justicia con nuestras familias, todas ellas campesinas", coinciden los agricultores

Paula Cristobal y Xosé Antón Cadierno plantan fresas en uno de sus invernaderos.

Paula Cristóbal y Xosé Antón Cadierno, padres de Dulia, de tres años y, desde hace más de seis agricultores en ecológico, dicen que ellos son “la primera generación que no se crió en el campo, justo por ese motivo tenemos la necesidad de hacer justicia con nuestras familias, todas ellas campesinas, de ahí nuestra vuelta a la tierra, a los orígenes. Es un momento de reencontrarnos con la tierra y con la gente que valora lo que come”. Ella, que estudió Magisterio por Música para especializarse luego en Llingua Asturiana, y Xosé Antón, licenciado en Química Orgánica, formaron parte de la cooperativa El Noceu, de agricultura ecológica en Sariego, hasta su desaparición.

Algunos de los invernaderos en su finca en Monga, en Nava, con parte de huerta plantada en el exterior. Ana Paz Paredes

A finales de 2020 dieron el salto para empezar al frente de su propia producción ecológica y compraron una finca en Monga (Nava). “En primavera de 2021 la finca, donde coexistían el lúpulo y el tabaco se transformó en una huerta donde volvieron a crecer otras plantas y frutos”, explican. Su proyecto es sacar adelante una huerta ecológica de temporada y con un producto muy diverso y, al mismo tiempo, poder vender directamente al comprador pues, para ellos, es muy importante la relación con sus clientes, con los consumidores.

Paula y Antón en su Güerta Monga, en Nava. Ana Paz Paredes

La finca tiene 1.200 metros cuadrados cubiertos en cuatro invernaderos, que ya les dieron los primeros tomates, berenjenas y pimientos de la temporada, y otros 6.000 metros cuadrados al aire libre donde siembran los productos. “Tenemos también en Tineo otras dos fincas de los padres de Antón, donde plantamos les patates y les cebolles en una, y en la otra plantamos cien nozales y 40 pumares de manzanas de mesa. Todo ello forma la Güerta Monga”, explica ella.

A pesar de la pasión que sienten por su trabajo como agricultores en ecológico y el indiscutible valor que le dan a la “soberanía alimentaria”, la responsabilidad ambiental y el apoyo mutuo, no por ello dejan de evidenciar una queja generalizada entre quienes deciden emprender en el medio rural.

Con el nombre de "La Güerta Monga, de la simiente a la raíz", han iniciado una campaña de micromecenazgo en Goteo.org para financiar la primera fase de construcción en la finca de una nave energéticamente autosuficiente

decoration

Así afirma este agricultor que “es imposible empezar de cero en el campo. Nos hablan mucho de eso de volver al pueblo pero luego la realidad es muy distinta. Se puede emprender si partes de tener familiares que tengan tierras o casa, o si tienes un patrimonio del copón, si no, desde cero, imposible. Me refiero a actividades agrarias, porque también hay quien vive en pueblos pero ejerciendo otros oficios. Nosotros es verdad que ya contábamos con una clientela hecha, pero aquí hemos invertido miles de euros y no ganamos para gastos y pagos constantes. Mucha burocracia, muchos recibos y una PAC que creó una burbuja de acaparamiento de tierra y, donde lo poco que se vende, resulta muy caro”, destacan ambos.

Uno de los cuatro invernaderos que tienen en la finca, en Nava. Ana Paz Paredes

Tal es así que, hace tiempo pusieron en marcha un campaña de micromecenazgo en Goteo.org con el título de “La Güerta Monga: de la simiente a la raíz”. “Surgió ante la falta de ayudas por parte de la administración. El objetivo es financiar la primera fase de construcción de una nave energéticamente autosuficiente en la Güerta Monga, tanto para guardar las herramientas como los productos del campo; donde hacer los transformados que pretendemos y también abrir una zona para recibir al público en las visitas guiadas", dicen. Para ambos es muy importante que esta nave favorezca la conservación de la producción de una forma sostenible y respetuosa con el medio ambiente.

Repollos y otros productos de temporada en la Güerta Monga, en Nava. Al fondo, Antón y Paula. Ana Paz Paredes

"La nuestra es un apuesta diversificada en tres ejes; huerta de temporada, frutales: manzana, pera, fresas y nueces y también transformados: sidra dulce, zumo y vinagre de manzana”, señala esta pareja que, en la primera vuelta de su campaña de crowfunding ha pasado el mínimo exigido, los 10.000 euros, y ya se acercan a los 15.000 a falta de cinco días para acabar la primera vuelta, contando ya con más de 180 cofinanciadores. "La gente puede ayudar contribuyendo con diferentes cantidades, desde 10 euros, a 20, 40, 50 y así hasta los 500. Los premios que recibirán por ello van, desde figurar en los agradecimientos, a camisetas, visitas a la huerta, cestas con productos, entre otros premios, a apadrinar árboles como nogales y manzanos y recibir sus frutos durante determinado número de años", explican cuando apenas quedan cinco días para cerrar la primera ronda. Luego llegará la segunda. El óptimo a lograr son 35.000 euros.

Entorno de la Güerta Monga, en Nava. Ana Paz Paredes

"La nave cuesta una burrada", exclaman ambos esbozando una sonrisa. Y explican que, ese dinero, se va a destinar "a poner los cimientos de la misma, con esto nos dará para comprar los materiales y poco más", añade Antón para quien, la agricultura ecológica en España, "está un poco en ciernes. No podemos compararnos con países como Francia o Italia, donde está más valorada". Y ella apostilla: "para nosotros lo más importante es que la gente venga a comprarnos aquí o a los mercados en los que participamos. Hay que promover en consumo kilómetro cero, algo que aquí aún no está asentado".

Paula Cristóbal en su uerta con unos pimientos recien recogidos. Ana Paz Paredes

Dar una vuelta por la Güerta Monga es un espectáculo para quien aman el trabajo de la tierra y valora, además de lo que cuesta trabajarla, los frutos que da. Así dice Paula que, en estas fechas, "tenemos lo que toca de temporada. Ahora mismo estamos levantando berenjenas, nos quedaban unos tomates y sacaremos los pimientos. Ahora estamos con espinacas, lechuga, acelga, coles de Bruselas, repollos, lombardas, brócolis y coliflor, por citar algunas. Por otro lado empezamos a plantar fresas por primera vez y estamos muy ilusionados con ello. A ver qué pasa y podemos comerlas el verano que entra", añade.

Paula acaricia a una de las burras que se encuentran en la finca, en Nava. Ana Paz Paredes

Sobre el regreso al pueblo, tal y como se reclama en estos tiempos, y aún más tras pasada la pandemia, ambos creen que volver a integrarse en un pueblo, a trabajar en él, a vivir con relaciones vecinales como antaño, es decir, a hacer pueblo como se dice, no se produce. "El acceso a la vivienda, sobre todo de alquiler, además de que hay poca es cara, y más caro aún comprar una casa. Por otro lado si es verdad que aumentó la presencia de gente de la ciudad en los pueblos, pero no para integrarse sino a modo de pueblos dormitorio. No vienen a vivir ni a hacer vida en el campo. La vida la hacen en la ciudad y aquí vienen a dormir", explican.

Uno de los muchos rincones guapos que rodean la Güerta Monga, en Nava. Ana Paz Paredes

Compartir el artículo

stats