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Hablan los asturianos de La Palma tras el fin de la erupción: “Lo pasamos realmente mal"

"Fue un sinvivir de tres meses”, resaltan los asturianos afincados en la isla, que se proponen “volver a empezar” y piden ayudas

Los expertos declaran oficialmente dormido al volcán de La Palma en el día de Navidad

“Volver a empezar” y alcanzar “una normalidad lo más parecida la de antes, aunque ya nada podrá ser igual”. Es el sueño de los habitantes de La Palma, tras declararse ayer el fin oficial de la erupción del volcán de Cumbre Vieja, que comenzó el 19 de septiembre y provocó una muerte, arrasó parte de la isla, incluidas 1.500 casas y 73,8 kilómetros de carreteras. Pedro Tamés, llanisco afincado en La Palma desde hace 36 años, aseguraba ayer que los palmeros viven el fin de la erupción con una mezcla de “incredulidad e ilusión”. Por un lado, no se acaban de creer que por fin concluyó “una angustia, un sinvivir y una agonía continua” que se prolongó durante tres meses.

Tamés, presidente del Centro Asturiano de La Palma, señala que el objetivo es ahora “volver a empezar”. “Acabada la batalla contra el volcán, ese ogro que se comió 1.500 viviendas, ahora empieza otra, en la que la Administración pública debe dar el do de pecho, con ayudas a los afectados e inversiones potentes en para reconstruir las infraestructuras y servicios perdidos”. Asegura que los palmeros lo pasaron “realmente mal” y subraya que es hora de que llegue “lo prometido” por los gobiernos.

“Se hizo muy largo y duro”, resalta Fran Aguiloche, gijonés de 29 años, afincado en la isla canaria desde hace 16 años. “Mejor día de Navidad que este no habrá en La Palma. Aunque hay miedo al virus se nota la ilusión de la gente”, añade. Pero no se ha ido la tristeza de contemplar la “devastación natural y social” que ha provocado el volcán. Reclama que lleguen las ayudas públicas prometidas cuanto antes. En su caso su vivienda quedó intacta, pero también se ha visto afectado al quedar destruida la carretera por la que accedía a ella: “Antes tardaba diez minutos en llegar, ahora más de tres horas”. Sigue “cobijado” en casa de unos amigos.

Pablo Jiménez, avilesino que reside en La Palma desde 2002, tuvo menos suerte: su casa está sepultada bajo 60 metros de lava. Su objetivo es “empezar de nuevo”. Asegura que hay “escepticismo” en las calles, porque han sido “muchos días, mucha lava, mucha ceniza... Se hizo muy largo”. La “gran pregunta” es “¿Y ahora, qué?”. El Ayuntamiento quiere adquirir unos terrenos para revenderlos a precio simbólico a quienes se han quedado sin casa, pero los trámites pueden demorarse durante tres años. Jiménez, que vive de alquiler, confía en que lleguen las ayudas públicas: “Tienen que llegar”. No pierde la esperanza, “si la hubiera perdido me habría marchado de la isla”.

Mientras tanto, el silencio ha llegado al valle de Aridane. El rugido del volcán de Cumbre Vieja se ha detenido. Los miembros del Plan de Emergencias Volcánicas de Canarias (Pevolca) han determinado la extinción de la erupción más larga de la historia de La Palma y la más destructiva del último siglo en Europa: 85 días y 8 horas de devastación, inquietud, incertidumbre y desolación. Ahora, la Isla Bonita puede empezar a mirar hacia el futuro e iniciar un proceso de recuperación con el que sanar la herida que ha provocado el volcán en la economía, las infraestructuras y, sobre todo, en las vidas de los palmeros, que han visto como la lava ha sepultado sus hogares, sus medios de vida y sus recuerdos.

Desde que el 19 de septiembre se rajó la tierra en la zona de Cabeza de Vaca, las instituciones comenzaron a planificar la reconstrucción la isla. Todavía no existe una hoja de ruta porque aún se desconoce el estado del área afectada por la erupción. Cuándo podrán volver a la normalidad las familias evacuadas, dónde van a vivir las familias que se han quedado sin casas, qué va ha pasar con la ceniza, qué uso se le dará a las coladas o si se podrán recuperar los terrenos agrícolas son algunas de las cuestiones que necesitan respuesta.

La lava arrasó 1.219 hectáreas, el 1,72% de la superficie de La Palma. La competencia sobre las coladas es del Ejecutivo Canario, pero el consejero de Ordenación Territorial del Cabildo de La Palma, Gonzalo Pascual, adelanta que la intención es compatibilizar el uso científico con el uso turístico, ya que la nueva orografía de la isla se puede convertir en un atractivo tanto para la comunidad científica como para los viajeros. Por su parte, el director técnico del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende, detalla que todavía hay lava que está incandescente y hay que esperar a que baje la temperatura y se solidifique: “No es algo que tenga fácil solución en un corto plazo”.

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