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La caída de la importación de faba de fuera dispara las ventas de la asturiana IGP

El consejo regulador, que lleva certificados 60 toneladas frente a 20 hace un año, celebra el aumento de venta y precio -"El consumidor se conciencia cada vez más de comprar alubia autóctona", destacan

No hay mal que por bien no venga, se suele decir. Y no iban a ser todo males para el campo asturiano, que desde hace unos cuantos meses no levanta cabeza a cuenta, entre otros motivos, del encarecimiento de los costes de producción, en lo que ha tenido que ver la crisis de materias primas derivada de la falta de contenedores para el tráfico marítimo mundial, lo que tensó las cadenas de suministro.

Pues resulta que de una forma u otra esto ha beneficiado a la faba asturiana, que de la noche a la mañana ha visto como su demanda se ha disparado al no haber en el mercado otras alternativas (gallega o la boliviana, por nombrar algunas de las más habituales a la venta en el Principado) para los consumidores. Tal aumento de las ventas ha venido acompañado de un crecimiento del precio de la alubia autóctona, para felicidad y satisfacción de los productores.

En el Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) “Faba Asturiana” o “Fabes de Asturias” están muy contentos. Pero advierten de que no entran en si se venden o no fabas de fuera, porque no es su cometido, “el mercado es libre”, advierten. Su alegría es por ver que el consumidor asturiano se conciencia cada vez más de comprar alubia autóctona y valora su calidad. Las cifras no engañan y es un hecho que la faba certificada gana terreno y se consolida frente a otras opciones del mercado.

El presidente del consejo, Sergio Suárez, así lo señala. “Lo que sí percibimos es que mucha gente que antes no compraba faba asturiana ha empezado a hacerlo. Se nota que hay menos de importación en el mercado de fuera. Pero bueno, no nos preocupa la de fuera, sino que se compre y se prefiera la de aquí, y en ese aspecto es un hecho que se va consiguiendo, se pide más y, por tanto, su precio ha aumentado”. Los números así lo demuestran.

A 1 de febrero de este año, la IGP lleva certificadas (con el sello correspondiente y ya en el mercado) un total de 60 toneladas. En 2021, a estas alturas, era menos de la mitad: no llegaba a las 20 toneladas. En cuanto a precios, tampoco hay dudas. En la actualidad, el kilo de faba certificada ronda los 12 y 13 euros (en este caso, el precio de venta al consumo oscila más), mientras que al productor se le paga a entre 8,5 y 9 euros. “Hace un año no llegaba a 8 euros”, señala Suárez.

Recogida de faba IGP en Coaña.

Con todo, la competencia de faba de fuera sigue ahí. “No me gusta hablar de competencia”, matiza Sergio Suárez. “En nuestra forma de trabajar tenemos claro que nos centramos en lo nuestro, en la faba asturiana, que es la que debe preocuparnos y convencer a la gente, con calidad y buen servicio, que es la que tiene que consumir. En el mercado puede haber todo”, asegura el presidente.

No es fácil para los productores hacer frente a la creciente demanda, ya que mucha faba estaba ya vendida de antemano, venida a muchos restaurantes y empresas, y la aparición de nuevos compradores obliga a reorganizar las ventas. Con todo, en el consejo no pueden hacer otra cosa que estar contentos, pero también seguir trabajando. Como el presidente recuerda: “Cuando llegamos la nueva directiva nos marcamos el objetivo de duplicar producción en nuestro mandato y mejorar la calidad de la faba. Vamos por buen camino, pero queda mucho por trabajar”.

En la actualidad cuentan con 141 productores adscritos a la IGP y en los últimos meses son numerosas las peticiones para entrar y también para formarse. En las últimas clases ha habido más de 30 jóvenes. “La gente valora mucho la formación que se da y creemos que esto está siendo un éxito”, destaca el presidente del consejo regulador.

Faba fresca con IGP

En los planes del consejo regulador está incorporar también la alubia fresca al sello de calidad IGP. Una medida que nace impulsada, entre otros motivos, por la creciente demanda de la conocida como faba “verde”, de temporada, sobre todo, en la restauración. Pero no es sencillo, explica Sergio Suárez, quien no obstante se muestra convencido de que se conseguirá a corto plazo. Han estado consultado a los productores para recoger su impresión, ideas y opinión acerca del proyecto.

“Es verdad que tiene gran aceptación, cada vez más, y queremos que tenga también ese sello de garantía”, explica Sergio Suárez. “Tenemos que saber de qué volumen hablamos y también trabajar mucho el tema de la conservación, porque en este caso no es seca, sino que está fresca, y debemos tener en cuenta la trazabilidad, conservar la cadena de frío, algo que no es fácil”. Una de las ventajas de la faba de temporada –la cosecha suele empezar hacia septiembre– es que al ser blanda no requiere el remojo previo, lo que facilita el trabajo a los cocineros asturianos, cada vez más fans de esta variedad.

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