Es el CO2 la “bestia negra” en la lucha contra el cambio climático. Las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera traen de cabeza a los países desarrollados y, por tanto, a la industria que las produce. Por no hablar del plástico, con una pésima fama debido a lo dañino que resulta al medio ambiente una vez pierde su vida útil.

Ahora bien, la cosa cambiaría si de ese CO2 suelto por la atmósfera se obtuviera, por ejemplo, queroseno, el combustible de los aviones. O si uno de los plásticos más difíciles de reciclar, el polietileno (el de las carcasas de los móviles), sí fuera reutilizable al introducir ciertos cambios en el proceso de su elaboración.

Pues es posible. Palabra de experto en la materia. Ni más ni menos que de Javier García Martínez, catedrático de Química de la Universidad de Alicante y presidente (primer español) de la Unión Internacional de Química Aplicada (IUPAC), quien se encargó este viernes 22 de abril de cerrar la VII Semana de la Ciencia “Margarita Salas”, organizada por LA NUEVA ESPAÑA con el patrocinio de Bayer, Asturagua, Instituto Oftalmológico Fernández-Vega, Telefónica, Unicaja Banco, Fertiberia, Química del Nalón e IEDUCAE, y subvencionada por el Gobierno del Principado de Asturias. Fue presentado Javier García por Susana Fernández, decana de la Facultad de Química de Oviedo, a quien acompañó el científico Amador Menéndez, coordinador de la Semana de la Ciencia.

A muchos de los colegas de profesión del catedrático les parece “imposible”, como “magia”, desarrollar toda una nueva química, por ejemplo, a partir del maldito dióxido de carbono. “Pues es ya realidad. A partir de CO2 se están haciendo moléculas muy complejas”, señaló el investigador en referencia al citado trabajo de una planta piloto en Suiza que ha logrado transformar el aire en queroseno. Y si alguien puede pensar que esto resulta caro, pues todo lo contrario: “Esta gente montó una empresa y vende esas moléculas logradas a través de emisiones negativas a precio de mercado”.

Son dos ejemplos de los muchos –y explicados de forma muy básica– que Javier García Martínez empleó en su conferencia dedicada a hablar de un nuevo concepto, la química circular, con el que el presidente de la IUPAC y sus colegas investigadores están dispuestos a poner patas arriba su disciplina abogando, incluso, por su reformulación.

Asistentes a la conferencia, en la sede de LA NUEVA ESPAÑA, en Oviedo. | IRMA COLLÍN

“Tenemos que pensarla de forma diferente para que desde el principio el proceso y el producto que se cree estén pensados para ser reutilizados y recuperados”, explicó. “La química extrae recursos de la Naturaleza y crea productos de alto valor añadido. Pero algo falla porque no los reciclamos. Lo que genera son desperdicios, emisiones, plásticos... No podemos seguir así. El mayor reto es desacoplar crecimiento económico de impacto medioambiental”. Es el mensaje que transmitió el catedrático en su visita a Oviedo, precisamente –recalcó él mismo– en el Día Mundial del Planeta, celebrado este 22 de abril. Un planeta cuya salud depende precisamente de la industria química, que en unos años duplicará su aportación a la economía mundial, de 3,4 trillones de dólares a 6,6.

No está exenta la reflexión de Javier García de cierta autocrítica hacia su gremio, el de los investigadores, a los que anima a ir más allá, a ser también empresarios, emprendedores y apostar por sus propios descubrimientos. Tal y como él mismo hizo –descubrió un catalizador que reduce las emisiones de las refinerías, lo patentó y lo vendió a una multinacional que lo comercializa– después de su paso por el MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts), donde vio que no hay “barrera” entre industria y academia: “Hay que romper el mito. Allí no hay colaboración entre una y otra, sino que están en el mismo lugar”.

Javier García insiste en su reflexión: “Hoy en día vivimos el momento histórico de mayores descubrimientos científicos. Vemos cosas que parecen mentira, como transformar el aire en queroseno. Pero hay un gran abismo entre descubrimiento y su aplicación, cada vez cuesta más dinero. Si los científicos, los investigadores se animaran a entrar en la aventura de emprender, ese tiempo se recortaría. Pero no vemos en general como cosa nuestra llevar el descubrimiento al mercado”.

De izquierda a derecha, Jorge Álvarez, director de Bayer; Alfonso Martínez, consejero de Química del Nalón; Javier García Martínez; Susana Fernández; Jesús Alberto González, director de Fertiberia, y Amador Menéndez.

No pudo obviar el catedrático –de hecho con ello empezó su conferencia– una referencia a la guerra de Ucrania, que ha hecho evidente “la enorme dependencia energética, de combustibles fósiles, especialmente de gas natural, de Europa” procedente de países en los que quizá “deberíamos dejar de apoyarnos”. Y para que esto último sea posible aboga Javier García por una “economía más circular, más independiente, más sostenible”.

España lo tiene fácil. “Nuestro enorme tesoro es el sol que recibimos, pocos países del sur del continente tienen la irradiación que el nuestro. Podemos ser la fábrica de electrones verde de Europa”. Pero a ojos del reputado investigador, la cosa no debe quedarse ahí, en ser España un simple “vendedor” de energía verde al resto de Europa, sino que debe tener en cuenta e incorporar eso de lo que Javier García acudió a hablar a la Semana de la Ciencia: la química circular. “No nos quedemos solo con el principio: producir algo y ya. Será más útil usar esa luz solar para generar una nueva industria química más sostenible, más rentable, basada en los últimos avances”. Consejo de experto.

Unicaja Banco
Bayer
Instituto Oftalmológica Fernández-Vega
Asturagua
Telefónica
IEDUCAE
iasturias
Gobierno del Principado de Asturias
Fertiberia
Química del Nalón
Unicaja Banco
Bayer
Instituto Oftalmológica Fernández-Vega
Asturagua
Telefónica
IEDUCAE
iasturias
Gobierno del Principado de Asturias
Fertiberia
Química del Nalón