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¿Qué falla en los centros de salud asturianos? Los médicos de cabecera, que se sienten “el último mono”, analizan su situación y necesidades

Los profesionales claman por una reorganización global de la red de centros de salud del Principado que mejore la atención al paciente y su forma de trabajar | “Estamos agotados, tiras porque no queda otra y por vocación”, advierten los facultativos

Rosa Menéndez, Laura López y Javier Puertas, a la entrada del centro de salud de Soto del Barco. | | MARÍA FUENTES

Es raro el día que Javier Puertas Espina atienda menos de 40 consultas en su jornada laboral, que empieza a las ocho de la mañana y acaba... “Eso ya depende”, matiza el que desde hace año y medio es el médico titular del centro de salud de Soto del Barco, con unos 2.000 pacientes adscritos.

Los de su gremio, los médicos de cabecera, tienen dos formas de explicar su trabajo: lo que debería ser y lo que es. Porque en teoría el doctor Puertas tendría que acabar en consulta hacia la una o una y media de la tarde para luego poder desplazarse a domicilios. Pero en la práctica la mañana se puede alargar hasta dos horas más: su abultada agenda, que además se amplía sobre la marcha en cuanto el ordenador detecta algún hueco, así lo requiere. Esto, si va todo según lo previsto y no surge alguna urgencia.

No queda ahí la cosa. Si le toca guardia, empieza a las tres, así que o bien se organiza y saca algo de tiempo de donde no hay para comer o hacer una necesaria pausa, o a partir de esa hora tendrá que enlazar la jornada y quedarse clavado en la consulta hasta las 8 de la mañana del día siguiente para atender todas las urgencias que surjan. Hay días tranquilos, pero hay otros que no. Nunca se sabe.

“Los sindicatos no miran mucho a la primaria, no damos votos, esos los sacan en los hospitales; así se lo digo siempre”

Javier Puertas - Médico en Soto del Barco

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Este miércoles en que él y un par de compañeras del área sanitaria III de Avilés quedan con LA NUEVA ESPAÑA para hablar de la atención primaria en Asturias –de su estado, de la crisis que atraviesan sus profesionales y de lo que se necesita para revertir la situación– el médico de Soto hizo la guardia la noche anterior. Fue más bien tranquila y aprovechó para revisar y gestionar su agenda, mirar algunos casos de pacientes y cómo evolucionan... Esas cosas para las que debería tener tiempo en su jornada ordinaria, pero que le resulta imposible. No tuvo complicaciones asistenciales durante esta noche, aunque sí pueden contar anécdotas pasadas, como una llamada a las tres de la mañana de alguien que no podía dormir o para preguntarle alguna cuestión sencilla sobre un bebé.

–¿Y eso son urgencias?

“Pues no. Pero demuestra hasta qué punto está saturada la atención primaria. El paciente que no puede verte en tu horario, ya busca la forma de hacerlo en urgencias, porque para el paciente su salud es lo primero y nosotros somos lo que tiene mano”, exponen sus colegas, la médico Laura López Álvarez, titular en el centro de salud de Piedras Blancas, y Rosa Menéndez Hevia, médico del Servicio de Atención Continuada (SAC) del área III.

“Estamos cansados, agotados, quemados...”, resumen estos tres profesionales que ejemplifican el “hartazgo y sensación de abandono” por parte de la Consejería de Salud que dice sentir la plantilla de médicos de familia, y el resto de los equipos de la atención primaria, en Asturias: “Nos ningunean, somos el último mono, el patito feo. No tienen un detalle, ni un gesto. Somos los últimos que nos enteramos de las cosas, cuando somos los primeros que tenemos que aplicarlas. Así pasó en los últimos cambios del protocolo del covid: el viernes teníamos que asumir unas medidas de las que nos informan a prisa el jueves, pero ya se habían contado a los medios de comunicación el miércoles”.

En el Principado ejercen unos 650 profesionales en primaria, cifra que ronda el millar si se suman pediatras, urgencias, etc.. Según los datos del Colegio de Médicos, la plantilla se habrá reducido en pocos años en un 40% porque la mayoría de los profesionales están por encima de los 60 años y con la jubilación a la vuelta de la esquina.

Los jóvenes que se forman “huyen” de los centros de salud, o bien a otras especialidades o a otras comunidades: este año, de seis solo dos han decidido quedar en primaria. “Son profesionales además que se formaron durante la pandemia y han visto lo peor en los consultorios, salen corriendo”, apuntan los profesionales.

Porque esa es otra: la situación ya era precaria –falta de médicos, desorganización– y el covid lo ha empeorado todo. “En los centros de salud nunca recibimos aplausos, esos eran para los hospitales, que son los que cuida y mima la Consejería de Salud. Nosotros estábamos en primera línea, éramos los primeros a los que la gente acudía y lo único que recibimos fueron malas formas, insultos, porque el protocolo consistía en filtrar las consultas en el centro de salud para evitar contagios masivos en las salas de espera, y eso se entendió como que no queríamos atenderlos. Y ahí el Principado no nos defendió”, resume Laura López.

“Se jubilaron dos médicos el año pasado y no se cubrió su plaza, se hace a salto de mata, lo que perjudica la organización diaria y el paciente anda desorientado”

Laura López - Médico en Piedras Blancas

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A sus 35 años gestiona 1.500 cartillas en Piedras Blancas, donde sacó la plaza en 2018. “El mío es uno de los centros más potentes del área, mucha población y mucha joven, muy exigentes estos con sus derechos”, explica. La doctora pone el acento en la falta de facultativos y lo ejemplifica con el consultorio de Raíces (Castrillón): “Dos médicos se jubilaron el año pasado y no se han cubierto sus plazas. Se cubren con eventuales, a salto de mata, eso perjudica la organización diaria porque carga del trabajo al resto, mientras que el paciente anda desorientado porque cada día tiene un médico distinto. Antes se permitía a un eventual vincularse al centro de salud, con lo que se lograba cierta estabilidad, pero eso ya no se hace aquí”.

Opina Laura López, y la secundan los doctores Puertas y Menéndez, que un primer paso sería sentarse, negociar, hablar con todos – “incluida la enfermería, que también está igual de mal”–, de forma seria, ordenada... “Lo que hace falta es reorganizar el sistema de arriba abajo”, resumen.

Con organización y planificación se evitarían, quizás, situaciones como la de Rosa Menéndez en el SAC –que da cobertura a las guardias–, donde lleva desde 2006 como eventual. “Es que no convocan la plaza. A este paso me voy a jubilar como eventual, me quedan cuatro años”, advierte. Sus horarios, descansos y destinos varían de un día a otro, tanto que a veces se despista porque los cambios se hacen sobre la marcha al ir justos de médicos. En el centro de El Quirinal (Avilés), donde tiene su base, pueden ver a más de 200 pacientes en 12 horas los tres facultativos del servicio, sin contar los domicilios. La doctora admite que se ha acostumbrado después de tantos años. “Pero me siento agotada, la vocación es lo que te ayuda a tirar y que tienes que trabajar, por supuesto. Pero el coste es tremendo”, reflexiona.

Y todo esto con el verano a la vuelta de la esquina, cuando hay núcleos en los que la población se duplica y hay que dar cobertura a todos los desplazados. Los tres doctores ríen por no llorar. Saben además que su queja no es políticamente correcta porque los ciudadanos no toleran que se juegue con su salud y llevan mal cualquier movilización en el sistema sanitario. Pero tienen claro que si protestan “es precisamente por cuidar al paciente y darle una atención como se merece. Esto sigue adelante por ellos, porque a ninguno de todos los que ejercemos en Asturias nos sale dejar a alguien sin atender, no puedes hacer eso. Entonces tiramos con todo”, explican.

Aseguran que no es cuestión de dinero, que también: el salario base es muy bajo; en primaria no hay dietas; el precio por hora extra está sin revisar desde 2008 y algunas comunidades pagan 12 euros más a sus médicos que lo que se paga en Asturias... Este es más bien un problema de calidad de vida, lo que ellos precisamente tratan de inculcar a la población. Una población que, advierten, está quizás “muy medicalizada”, acude al centro de salud por la mínima. “Y quieren tener siempre ahí a su doctor”.

La pregunta es: ¿hasta cuándo estará ahí su doctor?. “Si no escuchan a los médicos, a todos, esto romperá tarde o temprano. Nos falta unión porque estamos muy dispersos por toda Asturias, pero la situación es agotadora e insostenible. El problema es que nunca pasa nada, que siempre hay alguien dispuesto a echar una mano al compañero, a cubrir su baja, a cambiar sus descansos... Pero cada vez la situación se tensa más”.

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