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San Esteban de Cuñaba, “Pueblo ejemplar de Asturias” en 1990. | Miki López

El nombre de “pueblo”, a debate

Son varios los términos que se usan para referirse al sector primario y no siempre gozan de consenso entre los expertos

Hay debate en torno a qué se debe hacer, cómo o qué cosas son las más prioritarias para rescatar de la profunda crisis que atraviesa al sector primario, el que da de comer a la gente. Y paralelo a este debate, que es el más importante porque de las medidas que se están adoptando y se adopten depende el futuro de miles de personas, hay otro secundario, pero que también da que hablar y genera cierta controversia entre estudiosos, expertos y cualquiera que esté interesado en hablar de las cosas del campo. O del medio rural, o del agro, o del pueblo, o de la aldea...

¿Con qué término quedarse o cuál utilizar? Ahí está el asunto en cuestión. “Todos ellos son gramaticalmente válidos. Dependerá del sentido exacto, la faceta que se quiere resaltar... La preferencia por una u otra forma incluso puede depender del país”, resuelven en la FundéuRAE, fundación patrocinada por la Agencia Efe y la Real Academia Española.

Así las cosas, el abanico se abre más y el debate no se cierra. Porque en función de si se opta por un término u otro, quien lo utilice está ya decantándose por una visión determinada del campo o adoptando un posicionamiento.

“Mediu rural emplearíalu raramente, solo como sinónimu de campu”, afirma Sánchez Vicente

El gijonés Xuan Xosé Sánchez Vicente, escritor y ensayista, miembro de la Academia de la Llingua, lo tiene claro: “Pueblu, si ye una población; aldea, si s’opón de mou xenéricu a ciudá, masque tamién usaría campu; mediu rural emplearíalu raramente, tenía que ser nun contestu mui especializáu, y solo como sinónimu de campu”.

Pues medio rural es el término que defiende el gerente del grupo del Bajo Nalón, Juan Antonio Lázaro, quien también admite campo, “más amplio e integrador”. Pero se queda con el citado medio rural, que, “aunque nuevo, es muy definitorio, porque en el concepto que diferencia lo agrario de lo rural está la clave. Medio rural, en su sentido amplio, es por eliminación todo lo no urbano. Los gallegos son muy claros; para hablar de aldea o campo lo definen como ‘el rural’ y la UE lo tiene también claro: ‘Rural areas o rural development’ ”. Lo que no le convence precisamente a Lázaro es aldea, por no tener nada que ver: “Tiene una definición clara y está estipulado en el nomenclator como un tipo de entidad de población reconocida”.

Pero resulta que es este, aldea, el que defiende y prefiere Xuan Pedrayes, arquitecto y miembro del grupo “Asturianos”, quien desarrolla toda una teoría: “La palabra aldea es compleja y humana, en ella habita el paisano con la tierra que durante siglos amansó forjando una simbiosis. Medio rural es un término frío, abstracto, donde se siente cómodo el burócrata, válido para estadísticas e informes. Campo nos remite a un lugar indiferente, insulso y vacío. Sin alma”.

Tiene Pedrayes toda una declaración de intenciones para posicionarse frente a otros términos como campo o medio rural: “La aldea es cualidad. Nos define a nosotros y a la rugosa geografía donde moramos: al ‘angosto recinto unánime’ descrito por Ortega y Gasset. Determina a la unidad básica de poblamiento asturiana. Es la patria, el lugar de nuestros padres que debemos de dejar mejorado y acrecentado a nuestros hijos. En definitiva, supone humanidad: la comunión de un pueblo y su territorio”.

Jesús Arango: “Es importante diferenciar entre política agraria y políticas de desarrollo rural”

El economista praviano Jesús Arango se ocupó en los años ochenta –por citar los cargos relacionados con el asunto– de la Consejería de Agricultura en Asturias, un departamento que hoy en día se llama Medio Rural. Luego, en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación –nombre que conserva su titular actual, Luis Planas, para la cartera– Arango fue secretario general de Estructuras Agrarias. Y posteriormente presidente del Instituto para la Reforma y el Desarrollo Agrario.

Nombres y más nombres que, según el economista, tienen su sentido: “El término depende de la cuestión a la que se haga referencia”. Advierte además Jesús Arango de que el asunto no es sencillo y requiere su explicación. “Es importante diferenciar entre política agraria –de naturaleza sectorial– y políticas de desarrollo rural que incluyen acciones territoriales y medidas transversales”.

Por partes. Hablar de campo es referirse a las actividades agrarias (con la pesca forman el sector primario) y al espacio no urbano y poblamiento disperso en el que se desarrollan dichas actividades.

En su opinión, cuando se habla de los problemas económicos de las explotaciones agrarias (el agro, sector agrario o agricultura) se hace referencia “a una determinada actividad productiva como es la actividad agraria, que engloba el conjunto de las producciones agrícolas, ganaderas y forestales o silvicultura”. Y las medidas o acciones destinadas a solucionar sus problemas constituyen la política agraria.

Pero la cosa cambia si se habla del espacio en el que se desarrolla la citada actividad agraria: “Entonces lo más correcto es hablar de medio rural, mundo rural, espacio rural, áreas rurales, etc. Y esa perspectiva se utiliza para plantear, analizar o proponer políticas de desarrollo para esas zonas que vayan más allá de las políticas sectoriales y que, entre otras medidas, contemplan acciones para lograr una mayor diversificación económica que disminuya la dependencia casi total de estas zonas de la actividad agraria”.

Este espacio del que habla Arango engloba aldeas, pueblos y villas, organizados en parroquias y concejos. Pero no existe una delimitación precisa de conceptos como quintana, aldea, pueblo, villa, ni de los límites de las zonas rurales, advierte. “Está muy claro que el concejo de Pesoz, por ejemplo, es una zona rural, pero los límites se vuelven problemáticos cuando hablamos de los grandes concejos urbanos, como Oviedo, Gijón o Avilés, donde también existen zonas rurales y actividades agrarias”.

Cree el economista que se debe abordar de una vez por todas la delimitación rural en Asturias después de 40 años de autonomía. La base, el reciente estudio de Sadei, que por encargo de la Consejería ha realizado una tipología de las 857 parroquias asturianas.

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