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Me quedo en el pueblo

La estampación botánica como oficio

Sandra Ramiro dejó atrás Madrid y abrió una tienda y taller artesano en Campo de Caso, donde vive desde hace siete años: “Se puede emprender en un pueblo, pero es difícil"

Sandra Ramiro Meyer, en su tienda y taller artesano en Campo de Caso, con algunas de sus obras. | Ana Paz Paredes

Dice Sandra Ramiro Meyer, madrileña que lleva siete años viviendo en el concejo de Caso, que “la estampación botánica es adictiva. El placer de desenrollar el rulo y ver cómo ha sido esa estampación es brutal”. Así lo explica esta licenciada en Publicidad a quien el amor la trajo a Asturias para quedarse. Y se quedó por partida doble pues, como también ella misma afirma, se enamoró al mismo tiempo y con igual pasión de la tierra en la que vive junto a su pareja. “Yo conocí a Álvaro, que es guarda forestal, en Somiedo. Empecé a venir y al final me quedé”, añade.

Sandra con uno de sus cuadros. Ana Paz Paredes

Tras haber viajado a Estados Unidos e Inglaterra y trabajar en varias agencias de publicidad, así como en una empresa de seguros varios años, optó por dar un giro total a su vida incorporándose al día a día de la vida en el pueblo de Abantro (Caso), donde residen a diario 15 vecinos.

“Me he adaptado perfectamente a vivir en el pueblo, no me ha costado nada. Hay gente superinteresante por aquí, gente muy variada, yo disfruto mogollón de lo que saben los paisanos. Llevamos tres años rehabilitando nuestra casa y ya estamos en la recta final. Álvaro se va todos los veranos a trabajar a Groelandia. Yo llegué un mes de abril y aquí me dejó adaptándome. Fue genial. Cuando volvió sabía yo mucho más de la gente que él en todos los años que llevaba aquí”, explica.

Escaparate de Arborea con algunas de sus creaciones, en Campo de Caso. Ana Paz Paredes

El año pasado abrió una preciosa tienda en Campo de Caso con el nombre de Arbustea, donde realiza trabajos de estampación botánica que sorprenden por su delicadeza, belleza y autenticidad. “Empecé haciendo un curso en la huerta-escuela La Llera, en Laviana, y me gustó muchísimo aunque no me saliera prácticamente nada”, recuerda sonriendo. Y añade: “No todas las plantas imprimen igual pero vi mucho potencial para realizar este trabajo en Caso, donde vivo. Después fui a formarme más a Cantabria y al mismo tiempo he ahondado en la materia on line con artesanos y expertos de otras partes de España”.

La artesana, mostrando uno de sus hermosos fulares. Ana Paz Paredes

La estampación botánica consiste, como ella misma explica, en traspasar los pigmentos de las hojas, cortezas y flores a diferentes tipos de tela, papel, cerámica, madera o cuero. “Yo me he especializado más en tela y papel. Principalmente hago fulares, cuadros, pañuelos de lana, seda, algodón o lino; cojines, estuches y bolsas. Voy a empezar también a realizar bolsos y lámparas”, explica esta mujer que trabaja con todo tipo de hojas y algunas flores. “Cuando finalmente te sale la pieza es absolutamente única, es imposible sacar dos piezas iguales. Es una mezcla de artesanía, estética y química, muy curiosa”.

Otro de los muchos detalles que decoran la tienda Arbustea, en Campo de Caso. Ana Paz Paredes

Durante este tiempo recuerda esta artesana haber trabajado en “otras cosinas, gestionando las casas rurales de algunas personas o llevando los museos de Caso, algo que ya dejé hace tiempo. También intenté hacer cosas relacionadas con el mundo de la publicidad a través de internet, hacer algún proyecto de consultoría, pero al final resultó imposible porque aquí la lentitud de la fibra es tremenda, no me compensaba”, añade.

Sandra Ramiro, en el exterior de su tienda, con el paisaje reflejándose en su escaparate. Ana Paz Paredes

En cuanto a si se puede emprender y vivir en un pueblo Sandra Ramiro es muy sincera: “Se puede, pero no es fácil. Lo más duro para mi, que siempre trabajé para terceros, es la inestabilidad económica. El dedicarme ahora a la estampación botánica me pareció la mejor solución para mi futuro profesional, porque me quedan todavía por delante muchos años de trabajo y esto se puede seguir haciendo más allá de los 65 años. Aquí no hay mucho trabajo, y estuve haciendo varias cosas a la vez y eso, en su conjunto, ayuda, pero bueno, es difícil, Cosas hay para hacer y hay que valer para todo. En mi caso ahora en verano empezaré a ir a ferias y mercados y en invierno incrementaré la venta on line”.

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