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Noa González Bióloga de la Fundación Oso, ha colaborado en Grecia con la asociación dedicada a la recuperación de la especie

"El turismo es bueno para la zona rural y para el oso, pero sabiendo lo que se hace"

"Los turistas que se acercan a zonas con fauna salvaje tienen que saber a dónde van y tener comportamientos respetuosos"

Noa González, ante la sede de LA NUEVA ESPAÑA. | V. M.

Noa González (Orense), es una joven bióloga de la Fundación Oso Asturias (FOA) y experta en recuperación del oso. También ha estado trabajando en Grecia con la organización que allí ha llevado a cabo la recuperación de la especie, Arcturos.

–¿Qué le atrajo para dedicarse a estudiar el oso pardo?

–Siempre me han gustado los mamíferos. Lo que más me atrae del oso pardo es que es una especie en peligro de extinción y que por suerte se está recuperando. Hay muchas especies que viven donde está el oso pardo, por lo tanto se pueden conservar el medioambiente y otras muchas especies.

–De todo su tiempo dedicado al estudio de la especie, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención?

–Fue el año pasado con la rehabilitación de Yernes, el osezno. Fue la primera toma de contacto con el tema de la rehabilitación, totalmente inesperado, y para mí fue un pedazo de experiencia. Aprendí un montón y la verdad que fue muy chulo. Nosotros hicimos la rehabilitación en colaboración con técnicos de la Administración, veterinarios, con personal de la FOA, y también nos echaron una mano el investigador Javier Naves y Miguel de Gabriel (Arcturos).

–¿Cómo se consiguen los objetivos de su Fundación?

–Tenemos diferentes vías de trabajo. La principal y la mayoritaria de la Fundación, con la que se comenzó, es la educación ambiental con escolares. También, estamos haciendo charlas con otros colectivos como personas con discapacidad, centros de desintoxicación. Tenemos proyectos para ir a las prisiones, a hospitales y a centros de mayores. Disponemos de trabajo de campo controlando las poblaciones que tenemos y con proyectos de investigación.

–Desde su fundación tienen una iniciativa la cual se asesora a los senderistas y elaboran encuestas sobre del grado de conocimiento del oso pardo, ¿cómo valoran esta campaña?

–Empezamos hace un par de semanas y es el cuarto año que lo hacemos durante el verano. Se lleva a cabo en los parques de Somiedo, Ubiñas y en Cangas. Hacemos encuestas a los visitantes y eso nos da pie a poder hablar con ellos. Hay muchos que van informados y hay otros que van con menos conocimiento. Aprovechamos para que sean conscientes del territorio en el que están y las buenas prácticas. Lo que vemos, en general, es que la gente sabe en dónde está y tienen mucha curiosidad acerca de los osos. También, observamos diferencias entre los parques; por ejemplo, en Somiedo la gente es mucho más consciente de que hay osos y en las Ubiñas menos.

–¿Cómo compatibilizar la preservación del oso y su "intimidad" con el imán que puede ser para los turistas?

–El turismo, en cierta parte, es bueno tanto para las zonas rurales como para la visibilidad del oso, pero sabiendo lo que se hace. La forma de controlarlo es un tema bastante complejo, pero yo creo que los turistas tienen que saber adónde van y tener comportamientos respetuosos. Es cierto que, por ejemplo, yo estuve haciendo estas encuestas durante un par de veranos y Somiedo, había algunas zonas que estaban llenas de clínex, papeles o ves a gente que no respeta la distancia a la hora de tomar una foto. Hay que evitar las molestias, lo máximo posible a los animales.

–Respecto a su viaje, ¿cuál es la situación actual de la recuperación del oso en Grecia?

–Allí tienen una población mayor que la nuestra. Estuve en el centro Arcturos, que llevan muchos años haciendo rehabilitación de osos pardo. Además, tienen como un santuario de veinte osos que venían de circos. Estuve un mes.

–¿Qué tipo de colaboración han mantenido con Arcturos?

–Nosotros el año pasado tuvimos un proyecto de la Fundación Biodiversidad y mediante ello completamos los protocolos de rehabilitación ya existentes con el conocimiento de las diferentes partes. A raíz de eso se hizo un workshop, un fin de semana en el que vinieron personas de todas las administraciones de las Comunidades Autónomas con oso pardo, también vinieron personas de Francia, los griegos y gente a nivel individual implicadas en temas de comportamiento y de osos. Allí se construyeron los protocolos basándonos en ideas que se debatieron. Desde este proyecto y el workshop, se estableció con los griegos un contrato de colaboración un "MOU" (Memorandum of Undestanding). Así pues, establecimos una colaboración continua, en principio de un año prorrogable durante varios años. La idea es intercambiar conocimiento y en cualquier duda que tengamos echarnos una mano. Cuando hice este viaje en noviembre tenían tres oseznos en rehabilitación y se produjo la suelta, que es su liberación.

–¿Qué lecciones son las que puede aprender Asturias del trabajo de recuperación de la especie y viceversa?

–Aquí se lleva haciendo muchos años y yo creo que se hace bien, pero se puede mejorar. Esta gente tiene mucha más práctica. Por ejemplo, podemos aprender en mejora de instalaciones, en el tiempo en el que es óptima la rehabilitación, en cómo alimentar a los animales, en cómo hacer ese seguimiento continuo y en el tema de la suelta. Ellos pues de parte nuestra, lo mismo. Al final no es quién es mejor o peor, sino cómo lo hace cada uno. Obviamente nos llevan ventaja, pero también las instalaciones que tenemos nosotros son buenas y diferentes. De ese modo, también ellos pueden aprender sobre los procedimientos que aplicamos aquí.

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